Cielos extraños sobre Berlín este es un cómic auto conclusivo escrito por Jeff Loveness y Lisandro Estherren. Considerado un cómic Independiente USA, esta historia consta de cuatro números publicados en un formato cartoné compuesto por 120 páginas. Planeta Editorial es la encargada de traer esta curiosa historia que mezcla la Guerra Fría con ciencia ficción.
La historia se ambienta en 1973, en Berlín Oriental (la parte de la capital alemana que «pertenecía» a la Unión Soviética.) Herring es una espía estadounidense que lleva tiempo infiltrado en la Inteligencia de la Alemania Oriental. Ahora, tiene una importante misión: descubrir que es el extraño objeto que ha caído del cielo en Berlín este. Esta investigación le conducirá hasta un búnker soviético donde se investiga aquello que cayó del cielo y cuya amenaza es mucho mayor que la contienda en la que se encuentran ambas superpotencias.
Un guion claustrofóbico
Jeff Loveness presenta aquí una historia muy recurrida: personajes atrapados en un espacio cerrado con un monstruo. Hasta aquí nada innovador. Aunque es verdad que resulta muy interesante el contexto histórico de la guerra fría para hace hincapié en dos cosas: primero, la importancia que podría tener para este conflicto el que uno de los bandos controlará algo tan poderoso. Y segundo, lo insignificante que es el poder de ambas potencias frente a lo desconocido.
La trama en sí no es el punto fuerte de esta historia. Aún así, la idea se podía desarrollar bastante más. Pero no es lo que busca Jeff Loveness cuando se plantea escribir Cielos extraños sobre Berlín Este. Lo que busca más bien es presentar un juego narrativo que se centra en las sensaciones del lector con respecto a la situación claustrofóbica, tanto del interior del búnker como del interior de Herring, el protagonista de esta historia.
Y esto lo aplica de una manera muy elegante, al valerse de aquello que cayó del cielo como herramienta. Por un lado, Herring esta cansado y desilusionado de su trabajo y de su modo de vida. Cree que su labor ha perdido ya la importancia que creía tener. Y de repente se encuentra encerrado en un búnker siendo interrogado por un miembro de la Stasi, su homólogo soviético. Y todo esto se mezcla en un conjunto de flashbacks que vive el protagonista mientras es interrogado. Pero los recuerdos que Herring experimenta no son suyos, sino de su interrogador. Esto es causado por aquello que le hizo entrar en el búnker. De esta forma, se hace una breve reflexión sobre política, violencia y humanidad.
Además, el guionista sabe presentar muy bien la sensación de claustrofobia que transmite el búnker, donde están atrapados con algo de un poder inmenso que no consiguen comprender. Esta sensación de claustrofobia está muy lograda en este cómic. Además, en ciertas ocasiones se relaciona con las reflexiones del protagonista lo que genera una doble claustrofobia.
La guerra fría en dibujo
Lisandro Estherren realiza una labor a los lápices de esta historia. Sin un gran despliegue de detalles y con elementos borrosos en los fondos, ayuda al guion a transmitir la sensación de claustrofobia que pretende el cómic.
Valiéndose de finos trazos que dan la sensación de no estar entintado, las finas líneas ofrecen una sensación de sobriedad y frialdad que encaja muy bien con la época y los escenarios que dibuja.
Además, el dibujante deja recaer gran peso del apartado artístico sobre el color, que juega un papel importante.
Batalla de colores
Patricio Delpeche es el encargado de colorear Cielos extraños sobre Berlín este. Y es que el colorista realiza una gran labor al jugar con el azul para las sombras y el rojo para las luces. Ambos colores se relacionan con el bando americano y el bando soviético respectivamente. La acuarela encaja muy bien con el tono de la historia, a pesar de no tener un gran detallismo, lo que posiblemente es el objetivo.
Mención especial
Quizá lo que más llama la atención de esta obra es la increíble portada que presenta. Evan Cagle es la persona al cargo de las portadas (tanto de la principal, como de las de los cuatro números). Con un toque onírico y surrealista que rompe con la historia en sí dándole el contrapunto que hace que esperes cualquier cosa de ella.
Conclusión
Cielos extraños sobre Berlín este es una obra cuya historia principal no aporta nada nuevo al mundo del cómic. Su importancia se encuentra en la reflexión y en la claustrofobia que consigue transmitir un cómic en sólo 120 páginas.
Los objetivos que busca el autor creo se alcanzan correctamente. Quizá sobra algún que otro monólogo interno del protagonista, pero en general la trama cumple de sobra con lo que promete. Hay que reconocer el mérito de transmitir a través de un cómic sensaciones como la ansiedad en espacios cerrados y gracias a la gran labor de todos los implicados en esta obra, se consigue.
El punto negativo (y positivo a la vez) viene dado por las expectativas que puede llevar el lector a la hora de enfrentarse a Cielos extraños sobre Berlín este. Y gran parte de la culpa de este hecho es de Evan Cagle y las increíbles portadas que ha preparado para esta obra. Y es que la premisa de la historia junto con la portada pueden llevar al lector a pensar que va a encontrar dentro del tomo algo totalmente innovador y loco. En mi caso así fue, y la historia me dejó un regusto a decepción, a pesar de ser un gran cómic.
El dibujo y el color también tienen un gran punto fuerte en la historia, jugando muy bien con el estilo de dibujo y la paleta de colores para reforzar las sensaciones e inseguridad que pretende mostrar el guion.
Sabiendo lo que se puede esperar de esta obra, es un libro que sí recomiendo. Quizá no es la mejor puerta de entrada para aquellas personas que se están iniciando en el mundo del cómic, pero aun así puede disfrutarse para aquellos que les interese el contexto histórico en el que se ambienta.