Jim Starlin («Warlock», «Dreadstar», «Capitán Marvel») narró una gran epopeya cósmica en la década de los 70, usando tres piezas principales: Thanos, Capitán Marvel y Adam Warlock. Junto a estos personajes usaría otros más secundarios como Drax, Gamora, Pip el Troll, Dragón Lunar o los Hermanos Sangre, para ampliar y tejer su relato.
Thanos era el villano amante de la Muerte, la némesis nihilista del héroe, lugar que ocuparon primero el Capitán Marvel y a continuación Adam Warlock. El Titán Loco siempre ha estado enamorado de la Muerte y ha pretendido ser correspondido por ella, sentarse junto a su amada en el trono; para ello tenía que evolucionar, alcanzar la divinidad, estado que estuvo a punto de lograr en dos ocasiones. En la primera vinculándose a un Cubo Cósmico, siendo derrotado por el Capitán Marvel, y la segunda usando las Gemas del Infinito, donde fue Warlock quien le detuvo, dejando su cuerpo aprisionado en piedra. Este fue el punto y final del primer ciclo de aventuras de Thanos, y puede afirmarse que el grueso de la Marvel cósmica de los años 70 pertenece a Jim Starlin y a su trabajo con estos personajes. Cuando el guionista regreso a la Casa de las Ideas en la década de los noventa recuperó a sus personajes decidido a narrar el regreso a la vida de Thanos.
Starlin narraría un nuevo intento de Thanos por alcanzar la divinidad y ser digno de su amada Muerte. En esta ocasión para conseguir su propósito volvería a hacer uso de las Gemas del Infinito. Para ello necesitaba librarse de Estela Plateada, alguien que podía hacer naufragar su plan. Además tendría que vérselas con los Arcanos o Primigenios del Universo, los poseedores actuales de dichas gemas. Se trata de unos personajes muy antiguos así como únicos en su raza (lo que en cierto modo los hermana), al tiempo que entidades muy poderosas e inteligentes, dedicados por completo a una única tarea, obsesión podríamos decir, en su vida. La inteligencia y táctica con la que el Titán Loco se enfrenta a ellos, uno a uno, consiguiendo una gema cada vez, nos ofrece una visión magnifica de Thanos, de estratega inteligente. Pero como siempre con el personaje hay algo con lo que no cuenta: una vez Thanos consiga la omnisciencia, ¿podrá amarle la Muerte como amaría a un igual? ¿O debería temerle y respetarle? ¿Llegaría a conspirar contra él?
A los lápices tenemos a Ron Lim («Silver Surfer», «Captain America») dibujante correcto, sin más. Llegó a ser la imagen icónica de la Marvel cósmica en los años 90, aunque su estilo es básico, algo simple, eficaz y correcto pero sin puntos fuertes. Pese a esto realizó en «La Búsqueda de Thanos» (limited en formato prestigio incluida también en este tomo) uno de sus mejores trabajos.
A partir de aquí se recuperan personajes habituales de este entorno, como el mencionado Drax o los Eternos de Titán, al tiempo que el villano busca cómo dejar fuera de juego a su némesis: las maquinaciones de Thanos para apartar a Estela mientras busca las gemas llevan a Norrin a acabar encerrado en Ciudad Dinamo. De entrada no parece una gran estrategia para mantenerle apartado de sus planes, pero os aseguro que esa ciudad es imposible, peor que la Casa que Enloquece donde la burocracia y papeleo casi acabaron con la cordura de ciertos galos del comic francés.