Alba (Naira Lleó) es una adolescente de clase baja y padre problemático que, impelida por las circunstancias, se ve en la necesidad urgente de huir. Lo tenía en la mano con el viaje escolar de fin de curso: una semana en Italia; pero el día que va a pagar el viaje, la escuela lo suspende sin dar alternativas. El problema se acrecienta porque su padre se mete en problemas gordos… muy gordos. Tiene que irse ya.
Alba, agobiada, hace de todo para colarse de rondón en el plan alternativo de unos compañeros de clase con los que no se lleva del todo bien: coger una furgoneta y fingir que ese viaje tiene lugar yéndose, todos juntos, por ahí. Pero, cuando los planes se improvisan, nada sale como inicialmente se piensa. Y Alba, la pieza discordante del grupo, se verá expuesta a no pocas situaciones incómodas, entre ellas la provocada por algún compañero que no tiene del todo claro qué hace ella ahí.
La trama de ‘Cómo mandarlo todo a la mierda’ es bastante repetitiva y el desarrollo de personajes casi nulo
Verano. Planes improvisados. Adolescencia. Estas son las tres cartas con las que el guion de ‘Cómo mandarlo todo a la mierda’ juega para presentarnos un retrato, por otro lado, bastante prototípico y plano, de la adolescencia española actual.
Solo la historia de Alba y sus problemas aportan algo de cuerpo narrativo a unos diálogos etílicos escritos desde el cliché más básico, reduciendo al resto de personajes a estereotipos planos y simplones con poco (o nada) nuevo que aportar. Menos aún cuanto más avanza la serie, perdida en la anécdota y que llega incluso a olvidarse de la propuesta del primer episodio para quedarse en un retrato juvenil falso, impostado y ridículo.
Ojalá no haya segunda temporada de esta serie
Los creadores de la serie, Jaime Olías y Pablo Sanhermelando, dan muestras de incapacidad no solo en el guion, también en la planificación del proyecto. Que se haya dividido en seis capítulos, incluso que se haya pensado en formato de serie, nos parece injustificado a la vista de la trama (bastante repetitiva), el desarrollo de personajes (casi nulo) y la duración final de cada entrega. Simplemente, la división en episodios es injustificada a la vista de lo que cuentan y lo que ofrecen individualmente.
¿Habrá segunda temporada? El final de la serie hace pensar que sí, aunque a nosotros nos parecería mejor hacer con ella lo que dice su título: ‘Cómo mandarlo todo a la mierda’ (HBO Max).