(Primera y Segunda partes de este artículo)
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Después de la apertura de las cajas negras del tren, se hace público su contenido en todos los periódicos nacionales. Además, se produce la segunda declaración de Garzón ante el juez, voluntaria y propuesta por el propio maquinista cuando recordó la llamada recibida pocos kilómetros antes del accidente. Esta declaración ha sido recogida a posteriori en diversos medios digitales, como La Voz de Galicia, y el vídeo se puede ver íntegramente en sus páginas multimedia. Respecto al vídeo, aparecido ya terminando septiembre, resaltar la increíblemente inconsciente actitud de los medios que lo recogen entero, pues en él aparecen datos personales como la dirección postal y el número de teléfono de Garzón.
“El maquinista declara ante el juez que le llamó el interventor desde el tren” (El País), “El interventor que viajaba en el tren llamó al maquinista antes del accidente” (ABC) “El interventor reconoce ahora que hablaba con el maquinista poco antes del accidente” (Público). Los dos primeros titulares son objetivos y no encierran nada anormal o tendencioso. El tercero, aunque parecido, sí tiene un toque en ese sentido, puesto que el que declaró la existencia de esa llamada fue Paco Garzón, no el interventor, que la reconoció a posteriori, después de que el maquinista hubiera hablado con el juez. Claro que no todos los periódicos serán tan indolentes en este sentido, como titula El País: “El maquinista ocultó la llamada”. Aquí se realiza un juicio previo en el que no se aplica, ni por asomo, la presunción, casi confirmada del estado mental y físico en el que se encontraba Garzón en el momento de realizar su primera declaración ante el juez (puede verlo quien lo desee, hay infinidad de vídeos circulando por la red con fragmentos de esta comparecencia. Fragmentos en los que se le escucha titubear, llorar y donde se le aprecia muy confuso).
Tampoco se tiene en cuenta la segunda declaración voluntaria del maquinista, un día después de la apertura de las cajas negras del tren, que revelaron una llamada. En este titular de El País se dice, simple y llanamente, que la llamada fue ocultada, encerrando un a propósito no explícito, pero muy implícito. Desde El Mundo se nos dice: “El maquinista hablaba con Renfe y consultaba un papel cuando volcó”. La hipótesis del papel fue pronto descartada, al menos por considerar bastante complicada su confirmación y en este diario no anduvieron muy ágiles a la hora de variar el titular respecto al día anterior cuando todos los demás ya sabían que el interlocutor era el interventor del tren.
“El maquinista y el interventor se contradicen sobre la llamada antes de descarrilar” (Público). Esta contradicción existió y existe, pero no es ni más ni menos que una cuestión de horario de la llamada. Primero se especuló con que Martín Marugán sólo había admitido hablar con Garzón cuando éste se puso al mando del tren en Orense, aunque en las declaraciones ante el juez filtradas a la prensa, el interventor explica que lo llamó para preguntar indicaciones en una estación próxima. Así nos lo confirma El País: “Sí, llamé al maquinista para que se apeara una familia en Pontedeume”. ¿Entonces? ¿Cómo puede ser? Si Público nos dice por una parte que Marugán sólo admite haber hablado con Garzón en Orense, ¿cómo es que el mismo día el diario El País tenga la información acerca de la familia de Pontedeume? Esta noticia resultó ser la correcta según las declaraciones de los dos implicados en la llamada. ABC recalca su titular anterior con: “El interventor fue quien llamó desde el propio tren al maquinista”. Así que, una vez aclarado el asunto, tan sólo un periódico anuncia tímidamente otro de los titulares importantes del día: “El juez no acusará al interventor de imprudencia por la llamada” (ABC).
Vaya por delante que desde aquí no quiero hacer ningún juicio moral a nadie (exceptuando a la prensa, claro está), pero esta noticia nos pilló un poco por sorpresa. Si la llamada es una de las claves que se maneja para la distracción, el maquinista está casi obligado a responderla viniendo del interventor porque es quien informa de la situación del interior del tren y el interventor realiza una llamada para una cuestión irrelevante… ¿cómo es posible que en esta ecuación de la imprudencia salga de rositas y después tenga la desfachatez de pasearse por los platós de televisión contando miserias? Entiendo que un interventor a alta velocidad, como sucede con el maquinista, no sabe en qué punto concreto de la vía está, pero es incomprensible que a más de una hora y con la estación de Santiago a la vuelta de la esquina, pierda el tiempo en hacer una llamada para comunicar algo que podría haber hecho en persona, con el tren parado o de cualquier otra manera. ¡Pardiez! Por su parte, el mismo periódico, el ABC, afirma “Renfe dice que lo relevante de la llamada es el contenido”. A mediados del mes de octubre aún no se ha tenido constancia del contenido exacto de esa llamada, aunque las dos versiones coinciden en lo dicho anteriormente.
Nada más conocerse la identidad de la llamada se suceden las especulaciones sobre si está permitido el uso del teléfono o no en la cabina. Algunos medios explican la existencia de varios dispositivos de comunicación dentro de la misma. Aun así, desde El Mundo se dice: “El otro maquinista admite que pueden usar el teléfono por motivos de servicio”, cuestión que ya había sido discutida y aclarada en días anteriores. En el cuerpo de la noticia se nos habla de una avería en el aire acondicionado y de la posibilidad o no de recibir o realizar llamadas. Pero lo más interesante es la “sensación de velocidad”. Mientras el maquinista relevado en Ourense dice que no sintió nada, un “lesionado leve” comenta que “el vehículo llevaba una velocidad excesiva para ese tramo de circulación en el que estaba tomando una curva tan pronunciada”.
Los compañeros de Garzón por fin reaccionan en los periódicos y en las redes sociales: “‘Con los maquinistas’ no quiere un juicio previo para Garzón”, “Crean una plataforma para «evitar un juicio previo» al accidente de Santiago” (ABC) o “El portavoz de los maquinistas: “No queremos pensar que peligra la seguridad por la prisa por inaugurar”. Siete días nada menos tuvieron que pasar para que o bien los compañeros de trabajo y amigos de Paco Garzón reaccionasen o bien fueran escuchados por los medios. Demasiado tarde.
Después de todas las polémicas surgidas con el Facebook, algunos periódicos que se dedicaron a hacer prensa rosa y jugar a la caza del más débil, o después de prendida la mecha incenciaria en todo Internet, de poco sirve pedir en prensa que no se haga un juicio previo. El juicio moral y popular ya estaba hecho, incluso a niveles superiores, cuando hablaron los presidentes de Renfe y Adif. Paco Garzón es el culpable único. Y las voces tímidas que lo defendían hasta ahora en susurros no pudieron o no intentaron evitarlo públicamente. Aunque no se crean que este linchamiento moral tuvo su fin porque los defensores intentasen ejercer de cortafuegos, al contrario, se suceden también las acusaciones de corporativismo y las noticias posteriores, aunque deben incluir más datos de la investigación que apuntan más alto en la escala de responsabilidad, siguen centrándose en el maquinista.
Así, algunos periódicos siguen en su búsqueda del morbo el 31 de julio: “Al maquinista le espera una etapa psicológica muy dura” (ABC), donde un experto en psicología prevé el peor de los infiernos, la condena más inhumana de la propia mente. Una morbosidad donde deja claro que Paco Garzón jamás se recuperará, para regocijo de quienes quieren, además de la condena carcelaria, el hundimiento en la más profunda depresión. Mal de muchos, consuelo de tontos. En The New York Times siguen dándole vueltas a los titulares previos y publican: “Report says Spanish train driver admits reckless speed” [Los informes dicen que el conductor del tren español admitió una velocidad imprudente]. En la misma línea, ABC sigue: “A esa velocidad no me dio tiempo a nada”, en declaraciones de Garzón ante el juez. Sin embargo, encontramos la mayor parte de titulares del día en ABC: “Las claves de la tragedia” muestra la ya conocida imagen de Garzón esposado y cabizbajo en el coche policial. “Así es el trayecto Orense-Santiago desde la cabina del tren”, un vídeo en el que, según el periódico, se pueden apreciar las señalizaciones y la curva de A Grandeira, que fue grabado en 2012, un año después de la inauguración de la línea.
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Que la llamada hubiese sido producida por el interventor del tren no deja más que aumentar las especulaciones acerca de una conducta irregular de ambos trabajadores. Sin embargo, el juez decide no imputar al interventor, como ya habíamos conocido el día anterior: “El juez ve la llamada del interventor ‘correcta’ pero desafortunada” (El Mundo) o “El juez descarta imputar al interventor por la llamada al maquinista” (El País), aunque lo cita a declarar como testigo en las diligencias previas: “El interventor que llamó al maquinista declara ante el juez” (El Mundo) y “El juez cita al interventor que llamó al maquinista para declarar como testigo” (ABC). Por supuesto, el señor Martín Marugán, autor de la llamada declara “Asumo la llamada, pero no le di ninguna importancia” (ABC), quitándose de encima cualquier responsabilidad e incluso remordimiento, dado que el juez lo había dejado fuera de la instrucción.
Respecto a la llamada se ha dicho de todo, hasta que ya en el mes de noviembre se ha podido escuchar por una filtración a la prensa la conversación que mantuvo el maquinista, aunque sólo esta parte, grabada en la caja negra del tren.
A estas alturas, ocho días después del accidente, resulta increíble la cantidad de conversaciones que han salido a la luz, supuestamente de una instrucción privada. Por ello, El Mundo publica: “El juez ve una posible revelación de secretos en la investigación del siniestro”, aunque el ABC se jacta de “ABC entra en la cabina del tren accidentado en Santiago de Compostela”. Hasta el día de hoy siguen saliendo datos con cuentagotas y según el momento que mejor convenga a ciertos intereses, publicados, sobre todo por el periódico La Voz de Galicia. Aunque el juez se quejaba ya en agosto de la revelación de secretos, el asunto no fue más allá del titular de prensa.
Todas las noticias circulan alrededor de la llamada y se encuentran otros titulares como: “Una llamada a 190 kilómetros por hora”, “Revisor y maquinista hablaban 11 segundos antes del siniestro” (El País) o “El interventor del tren llamó al maquinista antes del accidente” (El Mundo). Sin embargo, y aunque también se publica “El sistema que permite el frenado del automático del Alvia tiene fallos” (El País), se sigue viendo que la única causa a tener en cuenta es la conducción temeraria del maquinista, como nos dice este mismo periódico en “Aláez ve la conducción inapropiada del maquinista como causa del siniestro”.
En El Mundo no se cortan a la hora de dirigir a la opinión pública y publican “Conducir trenes durmiendo”, un artículo que habla de unas cámaras ocultas colocadas en Argentina para ver el comportamiento de los maquinistas de trenes de ese país y donde se encontraron casos de gente durmiendo en la máquina o leyendo. Aquí se recuerda el accidente de Santiago, cuando el caso está tan lejano que es imposible encontrar ningún paralelismo entre las infraestructuras argentinas, el hecho de que los trenes del país sudamericano fueran de cercanías o que Francisco José Garzón no se encontrase durmiendo en su puesto, sino atendiendo una llamada de trabajo. Lamentable intento de dirigir una opinión que ya estaba empezando a buscar otros culpables.
Hartos de las mentiras de los medios, el día 1 de agosto publicamos en Fantasymundo “Matad al maquinista”, donde pedíamos calma, serenidad y sobre todo, ética periodística para afrontar el caso.
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Después de producirse la declaración del interventor en el juzgado, los titulares respecto al señor Martín Marugán aparecen constantemente en la prensa generalista y, como en días anteriores, sorprende ver la carencia de remordimiento y la confusión causada en su declaración ante el juez: “El revisor, en el juzgado: ‘Nunca me he sentido culpable‘” (El País), donde además añade que Garzón seguía hablando a cuatrocientos metros de la fatídica curva de Angrois. En esta aclaración no dice que con quien estaba hablando era con él mismo, dado que ya estaba fuera de la investigación y de la imputación. También titula en el mismo sentido el ABC: “El interventor «nunca» se ha sentido culpable”.
Lo que se lleva en estos últimos días es acceder a las reconstrucciones o instalaciones para ofrecer al público más carnaza. Así, se publican los cuadros horarios del maquinista en “El cuadrante de Garzón” (El País), unos datos muy coloridos pero que no son explicados más que con una estrella en el momento del accidente encima de una línea temporal. Básicamente, si alguien buscaba alguna información o alguna causa en este artículo, que se vaya olvidando. También el ABC cuenta cómo fueron los últimos pasos del Alvia en “Cómo fueron los últimos momentos antes del accidente de tren, segundo a segundo”, donde un ingeniero responsable del Corredor del Mediterráneo hace apreciaciones con el vídeo del descarrilamiento, diciendo, entre otras lindezas que el vagón más pesado no es el primero en descarrilar (refiriéndose a la locomotora) cuando los primeros vagones que descarrilan, claramente, son los vagones diesel, los más pesados de todo el convoy y que están colocados a continuación de las locomotoras. ¿Nadie le dijo a este experto ingeniero que la máquina era híbrida y llevaba vagones más pesados que la locomotora? ¿Es necesario hacer el ridículo de esta manera? En el cuerpo del artículo se desgrana, segundo a segundo, qué pudo pasar según las cajas negras del tren y se da pie a la prensa a mayores especulaciones hablando de sonidos acústicos de balizas que veremos en el siguiente párrafo. A tenor de estas informaciones milimetradas, el ABC publica “El maquinista comenzó a frenar siete segundos antes de descarrilar”, cuando se escuchan los primeros sonidos de arrastre del tren en la grabación.
Si hubiera que poner un titular al día, sin duda sería la increíble cantidad de información falsa y manipulada que establecieron los medios después de que las grabaciones de las cajas negras salieran a la luz. En ellas se escucha la conversación de maquinista e interventor y, mientras tanto, se oyen algunos pitidos automatizados de la locomotora en cabina. “El maquinista escuchó un aviso de proximidad de la curva cuando hablaba por el móvil” (El Mundo), “El maquinista oyó el aviso de la llegada a la curva mientras hablaba por teléfono” (ABC), “Un aviso de proximidad de la curva sonó mientras el maquinista hablaba con el interventor” (Público), y hasta en el extranjero, The New York Times publica “Spain: Alarms Warned Train’s Driver Before Accident”.
¿Cómo reaccionarían si les dijera que tal “aviso de proximidad de curva” no es más que una invención de la prensa? Efectivamente, en ningún tipo de tren del mundo hay un sonido que te avise de que se acerca tal o cual curva. Es más, los pitidos que se pueden escuchar en la grabación son avisos de “vía libre”, como el propio Garzón reconoció ante el juzgado. ¿Entonces? ¿No se pasó por el Arco del Triunfo todos esos avisos que le decían: oye, mira, que estás llegando a la curva, a ver si miras para adelante? Pues no, porque, como les he comentado, dichos avisos NO existen. Si en un tramo de limitación de velocidad se vuelve a la velocidad anterior y sólo es cuestión de una distancia concreta, podría darse el caso que las balizas dieran un aviso. Si la velocidad debe descender pero no durante un tramo concreto para volver a la anterior y simplemente se va reduciendo por entrar a una estación, como es el caso, este hecho está señalizado en el libro horario, pero nunca por pitidos en la cabina. ¿Qué ha conseguido la prensa inventándose estos “avisos de proximidad”? Que pensemos que Paco Garzón ha sido un irresponsable obviando unos sonidos que ni siquiera existen y que alguien malinterpretó y luego fueron seguidos como borregos por los demás periódicos, incluso internacionales.
Respecto a la investigación, se comienzan a levantar algunas voces desde la comisión: “La comisión de investigación recomienda al gobierno implantar «balizas que controlen la velocidad de los trenes»” (ABC), “Anova pide la imputación penal de los responsables de Adif y Renfe” (El País), “Adif y Renfe revisarán los protocolos de seguridad tras el accidente” (El Mundo). Todo esto llevará al juez Aláez a imputar a 27 cargos de Adif, que posteriormente serán desimputados por la Audiencia Provincial, en un acto de desacreditación que nos dejó a todos ojipláticos después de un largo tiempo sin noticias del periodo de instrucción. Es muy interesante que Adif y Renfe se prometan revisar los protocolos de seguridad después de un accidente de esta magnitud. ¿Cómo se han planteado las medidas de prevención anteriores? ¿Las había?
Para acabar el día, El País intenta realizar un artículo sobre el trabajo diario de los maquinistas e indagar sobre las presiones a las que se ven sometidos en el día a día y publica “Capitanes de trenes”. Pero lo único que se consigue con esas palabras, es un bochorno general, con opiniones como la de un entrevistado que comenta que empezó con diez puntos y los fue perdiendo hasta quedarse con cuatro. ¿Pretendían hacer ver el lado humano de la profesión? ¿También cuando hablaban de arrollamientos de trenes? Se queda en un ridículo pasquín en el que se entra de nuevo en el morbo afirmando que Garzón sólo habría podido ser maquinista, ¿les suena de algo?
Hasta el dos de agosto es cuando se produce el mayor volumen de actividad relativa al accidente, por eso he decidido concluir aquí este tercer artículo. Posteriormente, las noticias se acortan y se espacian en el tiempo. Hasta que no se encuentren los dispositivos móviles del maquinista y se produzca la imputación y declaraciones de los cargos de Adif y Renfe, se van ampliando las conjeturas y la opinión pública va abriendo otras perspectivas. Aunque a día de hoy, ya noviembre, la investigación y las opiniones generales parece que han vuelto a su lugar de origen, sí se apreció un cambio importante en los días posteriores al dos de agosto.