Arthur Conan Doyle consideraba que las novelas y los cuentos de temática histórica eran lo mejor que había salido de su pluma. Tal era su vocación literaria hacia ese género que, en El problema final, intentó librarse del inmortal personaje de Sherlock Holmes para dedicarse a ellas, si bien hubo de recuperarlo ante el clamor de los lectores de medio mundo.
Inexorablemente eclipsadas por el éxito arrollador del icónico detective, las novelas y los cuentos históricos de Conan Doyle merecen, no obstante, la atención de los lectores por mérito propio y no solo porque fueran de lo que más orgulloso se sintiese su autor.
La editorial Almuzara ha publicado recientemente «Conan Doyle. Narrativa histórica», dentro de su colección Biblioteca de Literatura Universal (BLU).
Con edición de Victoria León, en un grueso volumen se recogen dos de las más reconocidas novelas históricas del autor, así como una selección de cuentos del mismo género. Todos con las traducciones clásicas del inglés de Amando Lázaro Ros, revisadas y actualizadas.
Aspiraba a renovar el género, dotándolo de un mayor realismo y depurándolo de la pátina de romanticismo con que lo habían edulcorado algunos exitosos escritores que lo habían precedido, cuyo estilo ya había perdido buena parte del favor del público en la época del autor escocés.
Sostenía -y resulta difícil no estar de acuerdo con él en eso- que el histórico es el género que mejores oportunidades da para aunar la calidad literaria con la aventura.
La presente antología incluye, precedidas de un prólogo de Victoria León que el lector hará bien en no saltarse (del que carecen, por cierto, reconocidas ediciones anteriores de estas obras con las que comparte traducción) las novelas La Compañía Blanca y Sir Nigel, piezas fundamentales de la narrativa histórica de Doyle y estrechamente relacionadas entre sí, así como la selección de cuentos reunida bajo el título de Cuentos de tiempos antiguos.
Sostenía Doyle -y resulta difícil no estar de acuerdo con él en eso- que el género histórico es el que mejores oportunidades da para aunar la calidad literaria con la aventura.
La Compañía Blanca, publicada originalmente en forma de serial en 1891, es seguramente la más conocida. Una favorita del autor, también es la que personalmente más me gusta (de entre las compiladas aquí pues, si he de valorar el conjunto de la narrativa histórica de Doyle, mis preferidos son los relatos que tienen por protagonista a ese fanfarrón, valiente y cabeza hueca oficial de húsares de las tropas napoleonicas: el brigadier Etienne Gerard)
Enmarcada en la Europa del siglo XIV, sumida en la Guerra de los Cien Años, trata de las andanzas por tierras de Inglaterra, Francia y España de tres dispares amigos: Samkin Aylward, un arquero veterano de numerosas campañas; Alleyne Edricson, un joven monje de la abadía de Beaulieu; y John Hordle, un coloso vitalista. Enrolados en La Compañía Blanca, una tropa compuesta por los mejores arqueros y hombres de armas y liderada por el quijotesco caballero Sir Nigel Loring, vivirán un montón de aventuras en las que siempre están presentes la camaradería y el humor.
Sir Nigel, publicada en 1906, recuperó varios de los personajes de La Compañía Blanca retrotrayendo la acción una generación, por lo que puede ser considerada una precuela de ésta. Ambientada al inicio de la Guerra de los Cien Años, narra los años de juventud del que llegaría a ser líder de aquella tropa, Nigel Loring, al servicio del rey Eduardo III. Es una novela de formación, un verdadero «camino del guerrero».
(En esta edición se ha optado por abrir el libro con Sir Nigel, siguiendo el orden cronológico de la acción, en vez del del año de publicación)
Completan este volumen trece relatos breves aglutinados bajo el título de Cuentos de tiempos antiguos, publicado originalmente en 1922 y que incluye los siguientes cuentos:
La última legión · La última galera · A través del velo · La llegada de los hunos · La contienda · El primer argumento · Un iconoclasta · El gigante Maximino · La estrella roja · El espejo de plata · El regreso al hogar · Un punto de contacto.
Poco tienen que ver en temática, época y estructura narrativa con las otras dos novelas y, personalmente, los desaconsejaría -pese a lo asequible de su brevedad- como forma de acercamiento a la obra histórica de Doyle.
Las traducciones del inglés se deben a Amando Lázaro Ros, clásico traductor de la obra de Doyle -también de la recientemente reseñada aquí «El mundo perdido»- revisadas para adaptarlas a los usos y normas ortográficas actuales (a ese respecto, debo decir que he encontrado algo confuso que a uno de los personajes se refieran indistintamente como «arquero» o «ballestero»: esas dos armas no son lo mismo, y Doyle precisamente escribió estas dos novelas para reivindicar el papel de los arqueros en la historia de Inglaterra)
La Compañía Blanca y Sir Nigel –que puede ser considerada su precuela- conforman el núcleo fundamental de la narrativa histórica de Doyle y constituyen el mejor exponente de su visión de ese género literario.
En cuanto el libro como objeto físico, podría decirse que hace gala de una sobriedad espartana, austeramente funcional, pues pese a sus casi mil páginas resulta cómodo de leer y muy manejable.
Encuadernado en tapa blanda, no incluye ilustraciones interiores (las que aparecen en esta reseña lo hacen solo para enriquecer el texto de la misma y no se corresponden con ninguna imagen que aparezca en el libro) y carece incluso de una ilustración de cubierta, consistiendo el diseño de ésta en una pequeña fotografía de Arthur Conan Doyle, su nombre y los títulos de las obras en un recuadro sobre fondo azul (como el resto de los libros que componen esta meritoria colección Biblioteca de Literatura Universal de la editorial Almuzara)
En 1882 se trasladó a Portsmouth, donde abrió su consulta médica. Como al principio no le iba demasiado bien con ella, en su tiempo libre comenzó a escribir historias. Tal fue su éxito que en pocos años abandonó la práctica de la medicina y se dedicó por entero a la escritura.
Creador del más famoso detective de ficción, Sherlock Holmes, su personaje le hizo mundialmente famoso y con él popularizó el género detectivesco.
Fue un autor prolífico cuya obra incluye novelas y cuentos de misterio, relatos de ciencia ficción, novelas históricas, crónicas de guerra, ensayos políticos, teatro, poesía y hasta textos sobre espiritismo.
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