Nocturna añade un nuevo título a su excelente línea Noches Negras que, en esta ocasión, nos lleva a Japón.
«Confesiones», de Kanae Minato, llega con algunos años de retraso respecto a su publicación original (2008), pero no ha perdido un ápice de interés y actualidad, incluso siendo llevada al cine en 2010 bajo la dirección de Tetsuya Nakashima.
¿Es siempre la venganza una respuesta adecuada?
El argumento.
El último día de clase, la profesora Yuko Moriguchi anuncia a sus alumnos que deja la escuela. Todos saben el motivo: no han pasado más que unos días desde que su hija de cuatro años apareció ahogada en la piscina del colegio, en apariencia por accidente. Sin embargo, Yuko sabe que la verdad es muy distinta: la mataron dos alumnos de esa misma clase.
Y a ella no le interesa buscar justicia. En realidad, prefiere venganza.
De esta última lección de Yuko nadie saldrá sin cicatrices; al fin y al cabo, todo el mundo tiene algo que confesar.
Visiones de una venganza: narrativa y sociedad.
«Confesiones» tiene múltiples aspectos de interés, comenzando por su propuesta narrativa.
Kanae Minato utiliza una estructura que ayuda a contemplar varios puntos de vista.
Partiendo de la confesión inicial de la profesora Moriguchi ante su clase, relatando el asesinato de su hija, sus condiciones personales y su plan de venganza, el libro se fragmenta en 5 confesiones más, desde la perspectiva de distintos personajes.
Esa estructura marca el carácter de la obra.
Si esperabais una novela de corte policiaco, donde el misterio reside en saber quién asesinó a la pequeña niña, no es lo que vais a encontrar.
«Confesiones» ahonda en la venganza, en sus repercusiones y motivaciones más que en establecer un juego de detectives.
De ahí que Minato fragmente la narración en capítulos casi independientes, dentro de una misma línea, claro.
Ese aspecto no debe llevar al engaño. La novela consigue atrapar al lector, aún sabiendo de antemano algunos detalles. Poder ver varias perspectivas de un mismo hecho, ahondar en las motivaciones de unos y otros, es una herramienta muy poderosa y brilla, afianzada en la estructura desarrollada por la autora.
Otro punto interesante, clave, de «Confesiones» es su mirada a la sociedad japonesa y su sistema educativo. Un sistema basado en la competitividad, el valor del éxito, la presión por los resultados académicos que lleva a un alumnado estresado, angustiado. Y no solo eso, también encontramos aspectos sociales y familiares, desde la presión por pertenecer a un grupo aceptado, las expectativas, los rechazos que derivan en el aislamiento social (los ya conocidos hikikomori, entre otros comportamientos).
Todo esto tiene un valor doble: se ven reflejados un amplio abanico de situaciones y es una imagen desde dentro, al ser Kanae Minato una autora japonesa. Así, supongo, se evita caer en las visiones realmente alejadas de los puntos de interés y que se construyen sobre una mirada externa del conflicto.
Que la escritora sabe de lo que habla, vamos.
La traducción de Rumi Sato ayuda a acercar el texto a la cultura occidental, incluyendo algunas notas a pie de página para aclarar algunos conceptos culturales y sociales.
La fría venganza.
La venganza, sus motivaciones y repercusiones es el punto central de «Confesiones».
La novela se abre con la primera confesión de Moriguchi frente a su alumnado. Ese discurso inicial es una semilla de destrucción, sirviendo tanto de relato como de terrible amenaza. Minato construye una pequeña novela dentro de esa primera parte, con un estilo directo, conciso, como si la propia profesora te contase su triste (tristísima) historia a ti mismo y te arrojase su venganza a tu cara.
El resto de la novela ahonda en las repercusiones y motivaciones de ese primer paso, siempre dentro de un ambiente perverso y cargado de mala leche.
«Confesiones» es una mirada múltiple, dura y a ratos, excesiva, sobre el duelo y la venganza.
Kanae Minato utiliza una estructura narrativa que permite contemplar todas las ramificaciones de una venganza, sin perder de vista otros elementos como la crítica social y educativa del Japón moderno.
260 páginas implacables y afiladas.
Ahí reside parte de su efectividad pero también de sus puntos débiles. Es una historia que, aunque muy ramificada y con una visión múltiple, puede pecar de girar sobre los mismos elementos, ya presentados en el primer capítulo. Ojo, eso no le resta un ápice de sorpresa, pero merece la pena recalcarlo.
Minato se esfuerza en dotar cada capítulo, a cada versión de la historia, de una voz propia, desde adultos a adolescentes, con diferentes formas de comunicarse. Ese trabajo luce más en algunas ocasiones que en otras, pero aporta un carácter muy marcado a «Confesiones».
En definitiva.
«Confesiones» es una mirada múltiple, dura y a ratos, excesiva, sobre el duelo y la venganza. Kanae Minato explora todas las facetas de un hecho horrible, como es el asesinato de una niña, ampliando al máximo la escala de grises de la galería de personajes.
Hay tonos grises pero también hay un rojo venganza. Un color que tiñe todas y cada una de las decisiones tomadas en «Confesiones», convirtiendo su lectura en una sorprendente espiral de elecciones basadas en los motivos más viscerales. Sin caer en los recursos facilones y rayando las más perversas intenciones.
La novela de Kanae Minato también arroja una mirada crítica sobre la sociedad japonesa, apoyada sobre diferentes bases como la educación, la familia, el trabajo, la integración, etc. Minato mezcla todos estos elementos sin dejar de lado la construcción de una novela endiabladamente entretenida, ácida y malévola, cimentada en una estructura que aporta una marcada personalidad.
Dura, directa y afilada.
260 páginas que dan para mucha, mucha, venganza.