El tomo arranca justo donde dejamos el anterior con John resolviendo un peligroso y monstruoso problema con una ex-novia en su Inglaterra natal. Salir con John es una mala idea, de eso sabe mucho la buena de Zatanna, entraña riesgos como convertirte en una enorme masa sanguinolenta que aterrorice el Trinity College, como le pasa a la pobre Verónica. Rossmo y Kowalchuk siguen sorprendiendo con su narrativa arriesgada y es que la secuencia de flashbacks en que vemos los “buenos” tiempos de Verónica con John son de una gran psicodelia y una ruptura total de la narración un gran logro para mostrar que esos años estaban influenciados por las sustancias alucinógenas. Pese a todos los encantos y engaños que pueda mostrar John, ni todos los libros de magia del mundo van a salvarle de una ex espectral furiosa, así que no le quedará más remedio que recurrir a una de sus técnicas favoritas, pasarle el marrón a otro.
Así conoceremos a G, una maga más que bien dotada y la mujer a quien Constantine le arrebató a su amada Verónica. Lógicamente John tenía que proponerle algo muy seductor como para que acepte trabajar con él y no hay nada mejor que pueda ofrecerte Constantine es que nunca lo vuelvas a ver. De nuevo Tynion demuestra su buen tino para los diálogos entre personajes y para expresar emociones. Puede que el coloreado pastel y el toque cartoon y juvenil del dibujo no lo muestre pero por ejemplo la escena final de este número tiene una fuerza desgarradora. Por su parte Rossmo y Kowalchuk demuestran una gran versatilidad narrativa pues si bien sus personajes pecan mucho de ser muy “aniñados” realmente componiendo acción y creando monstruos y demonios de los más inverosímiles son únicos.
Tynion aquí juega una de sus bazas favoritas que es la de la libertad sexual y es gracias a él que por fin vamos a leer a un Constantine abiertamente bisexual, si antes conocíamos a Verónica, ahora es el turno de Oliver, un apuesto cocinero de la Gran Manzana, al que parece que el destino empuja a volver a los brazos de John.
Pero hay un alquiler que pagar y para ello nada mejor que ocuparse de la infinitud de casos que asolan la ciudad: La posesión de un pequeño que lleva a que Constantine se reencuentre con el bueno del demonio Gordred y se vayan de copas, una sustitución de dobles, un dragón fantasma en un karaoke y hasta un mapache furioso. En general Doyle y Tynion logran la sonrisa fácil con una Nueva York plagada de demonios graciosos y situaciones cómicas. Rossmo y Kowalchuk logran un acercamiento casi mignoleniano para sus monstruos y la composición de páginas en paralelo a los correos de John son geniales. Ya se va desgranando que la trama nos va a llevar al alzamiento de un gran mal en Nueva York. Oliver bienvenido de nuevo al mundo de John ten cuidado con las cosas debajo de la cama.
En esta aventura en Central Park se sigue la tónica de casos autoconclusivos muy propio de las series de televisión. Aqui unas dríades están causando estragos entre los jóvenes amantes de un más que reconocible Central Park y es que lo dibujantes de nuevo saben sus puntos fuertes. Personajes cartoon, monstruos de diseños surrealistas, pero precisión en la recreación de las localizaciones. De nuevo el humor de los guionistas se hará patente en el momento “sembrar” a la Cosa del Pantano o en los ingeniosos diálogos entre ellos.
Acaba el número recordándole a John y sobretodo a Oliver que no hay mucha gente a la que le caiga bien y que esa gente suele tener métodos muy malos de conseguir lo que quieren. Uno de ellos es Papa Midnight, una de las grandes creaciones de Delano que sufrió todo un cambio durante New 52 volviendo a un seboso y desagradable hechicero vudú en un modelo nubio de lencería. Pues ninguna de las dos versiones se mantienen, ahora el bueno de Papa tiene aspecto de ser un villano de Disney hasta con sus bigotes retorcidos.
Nada mejor que volvernos a encontrar con otras creaciones de Delano como el gran demonio Nerón, que mucho mal hizo en el Underworld de los 90 en DC, volver al Midnights o seguir descubriendo en clave de humor como John hace lo que hace. Es una serie que no se toma en serio a sí misma o si no para ejemplo las serpientes con cabeza de gallo teniendo una conversación con el bueno de Oliver.
El problema de la decisión de ECC de sus tomos de cuatro números americanos es que justo el 8 acaba con un enorme cliffhanger en el que el bueno de John va a tener que buscarse más ases en la manga que un hechizo de ilusión para burlar la ira de los demonios del Midnight. De nuevo un gran ejercicio de divertimento visual y exceso el que nos dan los artistas de este cómic al inventarse las versiones demoniacas de John y Papa Midnight.
Lo dicho en la reseña anterior si eres un lector del Hellblazer de Vértigo éste NO es tu cómic, ahora bien si decides tomarte esto como lo que es, una nueva obra con un nuevo Constantine, éste cómic es mil veces mejor que su afortunadamente cerrado predecesor en los New 52, se acabó el John superhéroe a medias tintas, aquí tienes un John borracho, fumador, vividor, carismático pero lamentablemente adaptado para el gran público, así que tómatelo como el fresco divertimento que es. Estamos a un tomo de que estas nuevas aventuras juveniles de Constantine acaben pero tranquilos, John también ha conseguido un Rebirth así que nos queda Constantine para rato, nos vemos en el siguiente truco.