Corazón Negro Holly Black Noticia Crítica Reseña
Portada de "Corazón negro" de Holly Black. | Fuente: Ediciones Urano.
Corazón Negro Holly Black Noticia Crítica Reseña
Portada de «Corazón negro» de Holly Black. | Fuente: Ediciones Urano.

Quizás la esperanza no es lo último que se pierde, pero el sentido común es de las primeras cosas con las que ya no cuento en esta trilogía. Y eso es lo que hace que una historia sumamente loca como esta, que parece sacada de una aventura gráfica, funcione tan bien. Holly Black cierra la trilogía de fantasía urbana Los Obradores de Maleficios con Corazón negro, publicada por Umbriel Ediciones.

Tras los acontecimientos de Gata Blanca y Guante Rojo, Cassel se ve orillado a los vórtices más peligrosos del amor. Y parece que el mundo está empecinado en no dejarle ser un buen chico. Le han colgado más muertos a la espalda de los que puede cargar, tiene una familia de estafadores con la que lidiar y cuyas malas manías le han retorcido hasta el más puro pensamiento, tiene el corazón partido por una chica que sabe que solo le traerá problemas y no sabe que más hacer con su existencia.

Al ser el último libro de la trilogía, Holly Black podría haberse limitado a desanudar todos los líos que tenía pendientes, que eran unos cuantos, pero decidió ir un paso más allá y realizar un par de florituras retorcidas y tramposas para cerrar todo con un lazo. Algunas de esas decisiones quedan un poco desprendidas de la trama central, ya sea porque tienen una presencia en escena demasiado efímera o porque son sucesos que han sido pegados para llenar algún hueco.

El elemento que mejor impresión me ha causado, no solo en este libro sino en la trilogía entera, es el desarrollo de personajes. Concretamente, sí, de Cassel. Tenemos a un adolescente que no se siente parte de nada, que no comprende nada, cuyo mundo funciona a pesar de él y en el que solo puede moverse a través de un estricto juego de blanco y negro y sobre cuyos pasos no tienen elección. Tras muchas mentiras, enfrentamientos, embustes, traiciones, redención, más mentiras, lágrimas y planes urgidos por los pelos, nos encontramos con un adulto que comprende el mundo como un amalgama de grises, un mundo que ya no funciona desligado de él, sino en el que se integra aunque no sea de la manera que él habría esperado al principio. Un mundo en el que no existe un único camino ni una sola decisión correcta, en el que no puedes esperar que los demás tomen elecciones por ti si quieres tener la consciencia en sintonía con la vida que llevas.

En su búsqueda de aceptación, Cassel siempre acababa asumiendo visiones del mundo que tienen otros y saliendo del paso de milagro. Ha tenido que sobrevivir a más desastres que el protagonista promedio de Pendulo Studios y no le ha quedado otra que aprender a ver el mundo desde su propio punto de vista en lugar de solo apañarse con los retazos de lo que ven los demás y deciden darle.

Los tres libros están llenos de decisiones comprometidas, de planes de botarate y cristales rotos llenos de sangre y podredumbre, pero en Corazón negro es la primera vez que tengo la impresión de que Cassel toma las decisiones dominando él las circunstancias en lugar de dejarse arrastrar por los desencuentros adversos. Pueden gustarme más o menos sus planes y sus motivos, pero por primera vez lo veo tomar la carrera por iniciativa propia en lugar de siendo arrastrado a remolque.

No todos los personajes evolucionan como lo hace Cassel, pero lo que sí cambia en este libro es la manera en que él los ve y los comprende, la perspectiva y las preguntas que se hace acerca de ellos, y eso puede resultar más esclarecedor que si todo el mundo hubiera reaccionado a los acontecimientos en la misma escala que Cassel.

Corazón negro es un cierre lleno de sentimientos agridulces para la trilogía Los obradores de maleficios. Un vistazo a los colores parpadeantes de una gran ciudad y sus millones de secretos, un juramento de que «si la vida va a seguir siendo un desastre, que menos que vivirla siendo tú mismo«.

Carolina de León
Periodista, camarógrafa y escritora. Con muchas historias que ver, relatos que escribir y memorias que vivir.

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