Una obra pionera del surrealismo literario español, originalísima y libérrima, entre lo criminal y lo poético.
Confieso que no había oído hablar nunca de esta obra. Más aún, que incluso desconocía la existencia de una escena cultural surrealista en las Islas Canarias de los años treinta del siglo pasado.
Pero ha bastado que el escritor canario Alexis Ravelo haya puesto todo su empeño en reivindicar la obra Crimen y a su autor, Agustín Espinosa, para moverme a leerla.
Ha sido él quien ha impulsado esta nueva edición, en la que ejerce como editor y prologuista. Lo acompaña en la aventura el buen hacer habitual de Ediciones Siruela.
En realidad, este breve volumen se divide en dos partes de una extensión casi idéntica.
«Estaba casado con una mujer lo arbitrariamente hermosa para que, a pesar de su juventud insultante, fuera superior a su juventud su hermosura. Ella se masturbaba cotidianamente sobre él, mientras besaba el retrato de un muchacho de suave bigote oscuro. (…)
Ese hombre no era otro que yo mismo»
En la primera parte nos encontramos con un extenso prólogo en el que Ravelo recorre la biografía de Agustín Espinosa y explica su obra.
Nacido en 1897 en el Puerto de la Cruz, Tenerife, tras sus estudios universitarios en Granada y Madrid regresó a las islas como profesor de literatura, convirtiéndose pronto en catedrático de instituto de esa materia.
Paralelamente, desarrolló una notable carrera como escritor vinculado a las corrientes vanguardistas.
Viajero, recorrió toda España, visitó Bucarest, pasó una temporada en Inglaterra y conoció bien Paris.
Colaboró con diversas publicaciones periódicas y escribió obras innovadoras y originalísimas, de gran calidad literaria.
Crimen, novela —o colección de relatos, o libro de poemas en prosa…no hay unanimidad entre los críticos acerca del género literario al que adscribirla— fue publicada en 1934.
Inmediatamente fue contestada, por irreverente y pornográfica, por los poderes eclesiásticos y los sectores más conservadores de la sociedad.
Al estallar la Guerra Civil, a pesar de los esfuerzos del autor por desmarcarse de su obra —llegando a hacerse falangista para escapar a un destino terrible— fue depurado políticamente, expulsado de su cátedra y privado su dignidad docente.
Haber escrito Crimen, una obra maldita y una provocación escandalosa para los vencedores de la contienda civil, le costó su posición social y le llevó a la ruina económica. Arruinado y enfermo, falleció poco después, en 1939.
Su obra permanecería silenciada y sepultada en el olvido durante toda la dictadura.
«Pero una noche la arrojé por el balcón de nuestra alcoba al paso de un tren, y me pasé hasta el alba llorando entre el cortejo elemental de los vecinos, aquel suicidio inexplicable e inexplicado.
No fue posible que la autopsia dijera nada útil ante el informe montón de carne roja»
Tras el prólogo, Ravelo ha elegido otro texto de Espinosa, Oda a María Ana, primer premio de las axilas sin depilar de 1930, como preámbulo a Crimen.
Y así el lector se adentra en la segunda parte del libro. Ahí encuentra el texto que, de ser considerado una novela, constituye la primera novela surrealista de la literatura española.
Un Prólogo verdaderamente impactante es seguido de cuatro capítulos —que corresponden cada uno a una estación: Primavera, Verano, Otoño e Invierno— y un Epílogo, conformando un texto que no se parece a nada que recuerde haber leído anteriormente.
Un protagonista delirante que narra en primera persona el crimen que supuestamente cometió abre la puerta al relato de nuevos crímenes, a cual más imaginativo y sorprendente. Pero el lector no puede aferrarse con certeza un hilo narrativo coherente. Se ve inmerso en un aparentemente caótico despliegue de muertes y divagaciones. Lo criminal y lo oscuro se revisten de una originalidad desbordante.
Una feraz imaginación crea lugares donde lo onírico es bello y cruel al mismo tiempo. En los que se confunde lo aparentemente real con lo irreal. Donde lo escabroso y hasta lo escatológico conviven en rara armonía con lo bellamente poético.
«Al amanecer del día siguiente era encontrado en una alameda de las afueras el cadáver de una niña de seis años. Llevaba puesto un sombrero de hombre, sujeto por un gruesto alfiler, que, perforándole ambos parietales, le atravesaba la masa encefálica»
La sensación que me ha dejado la lectura de Crimen, que se lee de un tirón, es la de una sorprendente mezcla de belleza y repulsión.
Y la certeza de que hay mucho más, tras ese caos aparente, de lo que he logrado aprehender.
También la sospecha de que ochenta y cinco años no han hecho mella en la capacidad provocadora de la obra, aunque quizá por otros motivos y ante otros biempensantes.
Bien editado en cartoné por Siruela, la ilustración de cubierta es un retrato de Agustín Espinosa salido de los pinceles de César Manrique. Un artista importantísimo para las Islas Canarias y figura central en la última novela de Alexis Ravelo. Gloria Gauger emplea para el título una tipografía propia de los años treinta del siglo pasado. El resultado es evocador y moderno al mismo tiempo.
Agustín Espinosa (Puerto de la Cruz, 1897-Los Realejos, 1939) fue colaborador de las más importantes publicaciones de la España de la República. Fue también organizador de la II Exposición Internacional del Surrealismo, cuyo manifiesto firmó junto a André Breton y Benjamin Péret. Su temprano fallecimiento, tras un largo expediente de depuración, contribuyó a su exclusión del canon de la generación del 27.
Obtuvo el Premio Hammett a la mejor novela negra por La estrategia del pequinés, que acaba de ser llevada a la gran pantalla.
En Siruela ha publicado La otra vida de Ned Blackbird (2016), Los milagros prohibidos (2017) y La ceguera del cangrejo (2019).
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