El autor y su trabajo.
El conjunto de sus trabajos es un fiel reflejo de su personalidad y filosofía vital. Como profesional es un arqueólogo e historiador de la Universidad de Bristol, especialista en el Imperio Romano y, desde hace unos años, intensamente involucrado en la investigación de la campaña de Lawrence de Arabia en tierras jordanas. Como activista, fue desde joven un marxista revolucionario y militante anticapitalista cuyo trabajo en el Socialist Workers Party no pasó desapercibido, aunque, de unos años a esta parte, forma parte del Labour y es uno de los asesores más vinculados a su líder Jeremy Corbyn. Ambas dimensiones encuentran acomodo en las televisiones y productoras audiovisuales, donde participa en proyectos documentales y programas de análisis como especialista académico y comentarista político.
Sobre estas dos facetas vitales se asienta una obra plural y heterogénea, repartida en más de una decena de libros, más de un centenar de artículos, así como horas de metraje audiovisual de lo más variadas.
De entre todo este basto material resale ‘De los neandertales a los neoliberales’ (P&P, 2013) por su capacidad para reunir, en un mismo trabajo, lo mejor del Faulkner investigador académico y lo más apasionado del Faulkner activista.
Otro tipo de análisis marxista.
En esta obra repasa la historia de la humanidad analizando, fundamentalmente, las causas y las consecuencias en los distintos cambios de modelos productivos, y como estos cambios han ido afectando a las relaciones humanas desde las primeras comunidades primitivas hasta el modelo individualista neoliberal. El enfoque desde el cual se realiza este análisis viene concretado en el subtítulo del libro, “una historia marxista del mundo”, pero a este respecto conviene, para ser justos en el análisis del libro, realizar algunas anotaciones relevantes pocas veces hechas cuando se habla de él.
En primer lugar, la perspectiva de este ensayo huye del marxismo determinista, del camino evolutivo de la historia por el cual las cosas están previstas en su origen y, simplemente, deben suceder y punto. Muy al contrario. Si así fuese, además, se introduciría una mirada prospectiva al futuro que en absoluto aparece aquí. Con sumo rigor, sigue una línea temporal, argumentativa y explicativa únicamente centrada en lo sucedido, y en cómo estos sucesos están relacionados en el curso de la historia a partir de los cambios sucedidos en los modos de producción.
En segundo lugar, siendo este su enfoque respecto a la Historia, la perspectiva de análisis marxista la concreta Faulkner de otras maneras.
Por un lado, lo hace al establecer una asociación indistinta entre la economía y la sociedad: rompiendo con el discurso liberal según el cual la sociedad y la economía son dos mundos distintos. El ensayo une los puntos de interés existentes entre los poseedores del poder coercitivo (política) y los poseedores del poder productivo (economía), demostrando como es esta relación entre ambos grupos la que ha producido los principales cambios experimentados por la humanidad. Tal relación dista mucho de haber sido pacífica, y en la arena internacional los desencuentros entre los distintos grupos de élites político-económicas han sido causa de procesos bélicos y revolucionarios, a su vez también motor del surgimiento de otras importantes transformaciones.
Por otro lado, Faulker pone también el acento en la importancia de estos conflictos como consecuencia de un proceso de crisis en las élites, de cambios profundos en ellas, como muestra de que ningún grupo antaño dominante haya sobrevivido al paso del tiempo. La elite social medieval firmaba una alianza con el poder religioso como alternativa a un clima social conflictivo y efervescente desde la caída del Imperio Romano. Las revoluciones burguesas fueron consecuencia de un nuevo poder productivo que llamaba a la puerta de una élite social asentada entonces en el reconocimiento político y la pureza de sangre. Y en nuestro presente, la crisis del actual sistema está creando las condiciones para la posibilidad de nuevos grupos de desposeídos y de excluidos que puedan, a su vez, ser el motor de nuevos cambios profundos.
El enfoque marxista le sirve así al autor para explicar el cambio en las sociedades a nivel general, poniendo el foco en las relaciones socioeconómicas y en las acciones de los distintos actores excluidos de esas relaciones socioeconómicas.
Historia vs. Liberalismo.
Otro aspecto interesante del libro, menos visible pero igualmente significativo, es la potencia destructiva que la Historia introduce en algunos de los más importantes axiomas contemporáneos del liberalismo; en forma de carga de profundidad.
El discurso liberal del capitalismo como sistema productivo definitivo, por su maleabilidad y resiliencia ante el cambio y la crisis, se pone en duda por una Historia que nos muestra como hasta los más aparentemente resilientes han acabado sucumbiendo. Con vista contemporánea, el Imperio Romano se ha venido resaltando como una fórmula flexible en lo político y en lo económico, preparada para lidiar tanto con su heterogeneidad interior como con sus enemigos interiores. Sin embargo, los cambios y la crisis del imperio acabaron por derrumbarlo. Lo mismo ha sucedido con otros sistemas productivos y otros modelos sociales, antes (la economía de subsistencia, por ejemplo) y después del Imperio Romano (el modelo feudal, por ejemplo). ¿Porqué habría de ser distinto, en base a qué podríamos pensar que no sucederá lo mismo, con el modelo capitalista y/o el modelo liberal?
El discurso burgués del orden social contemporáneo como el fin de la disputa de clases, como un orden definitivo basado en criterios presuntamente objetivos de mérito y capacidad, sufre igual varapalo. Pues el tiempo nos muestra cómo, antes de los burgueses, los demás grupos dominadores en las relaciones sociales humanas han acudido también a criterios presuntamente objetivos, como forma de legitimarse a sí mismos, aludiendo también a su dominación como punto final de las disputas sociales de su tiempo. Pero las disputas no han cesado, el cambio no se ha detenido, y las alternativas a su dominio se han ido sucediendo. ¿Porqué habría de ser distinto, en base a qué podríamos pensar que no sucederá lo mismo, también con la burguesía y su dominio basado en las rentas y la acumulación de capital?
Una conclusión.
El hilo del ‘De los neandertales a los neoliberales’ (Pasado & Presente, 2013) acaba con un capítulo (“El nuevo desorden mundial”) y una conclusión (“Preparando el futuro”) que es una síntesis de la idea de que el cambio es inherente a la vida, inevitable, pero también moldeable. Faulkner nos muestra como las cosas suceden porque hay poderes alternativos, ideas distintas y nuevas fuerzas sociales que lo impulsan. Y a ello nos llama con claridad: a creer que es posible, a mandar al cuerno los eslóganes ideológicos sobre “el fin de la historia” o sobre que “no hay alternativa”, y actuar porque nuestros deseos se hagan realidad. Poniendo el foco sobre las voluntades, los intereses y las acciones, Faulkner llama a organizar nuestros deseos en base a estas claves para promover nuevas transformaciones hacia un mundo mejor.
“El mundo es nuestro si así lo decidimos” (p.10). Un llamamiento con el que nosotros estamos también muy de acuerdo.
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