Científicos han detectado fosfina (o fosfano), un gas inestable e inesperado en la atmósfera de Venus que, en la Tierra, es comúnmente producido por algunos microbios. El hallazgo podría ser un signo de vida en las nubes de nuestro vecino planetario más cercano, o podría ser simplemente una evidencia de algunos procesos químicos extraños y aún desconocidos que tienen lugar allí.
El gas «está presente en niveles mucho más altos de lo que se puede explicar mediante métodos de producción conocidos«, comenta Lewis Dartnell, astrobiólogo de la Universidad de Westminster, sin relación con este nuevo estudio.
Los investigadores detectaron una firma distintiva del gas, fosfina, en la atmósfera de Venus en junio de 2017 utilizando un telescopio terrestre. La observación se confirmó más tarde en marzo de 2019 con otro telescopio de este tipo y ahora se publica. Los instrumentos mostraron una leve reducción en la luz en una longitud de onda que se sabe que sólo es absorbida por el gas, según informan Jane Greaves, astrónoma de la Universidad de Cardiff, y sus compañeros, en la revista Nature Astronomy. Los niveles de absorción sugieren que la fosfina está presente en concentraciones de hasta 20 partes por mil millones en altitudes superiores a 53 kilómetros, según Greaves.
Aunque 20 partes por mil millones suena como una cantidad insignificante, ni siquiera debería haber tanto. La fosfina es relativamente inestable y en las duras condiciones superacídicas que se encuentran en lo alto de la atmósfera venusiana, la vida media de una molécula es de unos 16 minutos aproximadamente. Para contrarrestar la destrucción en curso del gas, debe haber una fuente constante y que lo produzca en grandes cantidades.
La presencia de fosfina en Venus no es una señal segura de vida
Greaves y su equipo intentaron averiguar de dónde proviene toda esa fosfina. Es poco probable que los minerales que contienen fósforo, un posible ingrediente crudo de la fosfina, se eleven a gran altura desde la superficie del planeta. Las reacciones químicas impulsadas por los rayos y la luz solar tampoco producirían suficiente gas. Los volcanes de la Tierra arrojan cantidades muy pequeñas de fosfina, pero se necesitaría aproximadamente 200 veces más actividad volcánica en Venus para explicar los niveles que se ven allí.
En la Tierra, una variedad de microbios que prosperan en ambientes con poco oxígeno producen fosfina. Y esos organismos sólo necesitarían bombear el 10% de la fosfina que fabrican aquí para explicar los niveles observados en Venus, señala el equipo. En altitudes entre 53 y 61 kilómetros sobre la superficie de Venus, las temperaturas son de unos suaves 30°C. Eso es ciertamente más amigable con los microbios que las infernales temperaturas de fusión del plomo de aproximadamente 900°C al nivel del suelo. Sin embargo, la vida tal como la conocemos tendría dificultades en las condiciones hiperacídicas y deshidratantes de la atmósfera de Venus, independientemente de la temperatura.
La presencia de fosfina en Venus no es una señal segura de vida, afirma el coautor del estudio Sukrit Ranjan, científico planetario del Instituto de Tecnología de Massachusetts. La química de la fosfina no se conoce bien, y es posible que el gas pueda persistir más fácilmente en las capas templadas más bajas de la atmósfera venusiana, que podrían estar protegidas de la luz solar que impulsa las reacciones fotoquímicas que destruyen la fosfina.
Las observaciones del equipo son «curiosas e inexplicables«, según Dartnell. Incluso si unos hipotéticos diminutos venusinos no son responsables de la fosfina, señala, «al menos han descubierto una nueva química atmosférica interesante«.
Fuente: Nature Astronomy.