El pasado mes de febrero llegaba a librerías “Disfraz de héroe”, de Josan Hatero. Un libro de la colección infantil y juvenil Periscopio de la editorial Edebé. Un pequeño cuento de 168 páginas que en su sinopsis promete ofrecer algo distinto a la típica historia de héroes y princesas.
Y lo que más me disgusta de una sinopsis es que me estafe: porque la princesa guerrera, el cazador de dragones sensible y el príncipe cruel puede que resultasen novedosos hace veinte años, pero ahora están muy vistos y ya no sorprenden a nadie. Si de entrada se vende una trama novedosa y luego el lector se encuentra con personajes trillados… empezamos mal.
Dejando la sinopsis aparte, “Disfraz de héroe” narra la historia de la princesa Gentiana, cuya extraordinaria belleza vuelve loca a la gente, por lo que su padre decide encerrarla en el castillo para que no la vea nadie. Pero ella quiere salir al mundo y practicar su afición, la esgrima, así que traza un plan para escaparse del castillo por las noches e irse a entrenar con un experto maestro.
Pero también es la historia de Tristán, un joven descendiente de una familia de cazadores de dragones, cuyo sino es convertirse en uno de ellos. No obstante, sus aptitudes físicas son más bien nulas y lo único que quiere él es tocar el oboe.
Y por último, el libro también sigue a Cendric, un príncipe consentido, cruel y no demasiado inteligente que cree poder conseguir todo lo que quiere, incluida la princesa más bella que jamás ha existido. Su llegada al reino de Gentiana coincidirá con la aparición de un dragón, al que Tristán es enviado a cazar.
Así es como estos tres personajes se encuentran bajo sus disfraces: el de princesa, el de héroe y el de príncipe azul. Mas sus máscaras no tardarán en caer para mostrar lo que se oculta debajo, y entre ellos florecerán el odio, la venganza y el amor.
Pero tampoco mucho, pues como personajes de cuento infantil son bastante típicos, planos, sin matices ni grises: los buenos son muy buenos y los malos muy malos, y así se mantienen, con una evolución escasa.
Por su parte, la trama es sencilla y predecible (el bien triunfa y el mal es castigado), sin apenas sorpresas y con un clímax algo soso.
Sin embargo, debo decir a su favor que la narrativa es ágil, directa y sencilla, accesible para los más pequeños: las continuas referencias y conceptos actuales ayudan a entender el contexto medieval de forma amena.
Lo que no resulta tan divertido es explicar el desenlace de una acción antes de narrarla, error en el que Hatero cae varias veces a lo largo del libro. Por ejemplo, “para tranquilizar” al lector adelanta que la princesa va a ganar un duelo, mismo que luego describe a lo largo de varias páginas. ¿Para qué si ya se sabe lo que va a pasar? El lector no necesita que lo tranquilicen: al contrario, quiere estar ansioso y preocupado por lo que les sucederá a los personajes.
A pesar de todo, «Disfraz de héroe» no es un mal título. Como cuento infantil funciona y puede resultar entretenido para los más pequeños de la casa: inculca valores positivos y correctos como el honor, la bondad, la sensibilidad, la amistad y el amor, y su mensaje anima a los niños a mostrarse tal y como son.
Pero para los lectores más crecidos y con mayor bagaje lector, simplemente se queda muy corto. Y os aseguro que hay historias infantiles, como “El principito” de Antoine de Saint-Exupéry o “Las brujas” de Roald Dahl, que me he leído decenas de veces y aún siguen sorprendiéndome en la adultez, pues cada relectura es un nuevo descubrimiento. Ocurre que “Disfraz de héroe” no es uno de esos libros. Tampoco todos pueden serlo.
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