DOOM empieza su primer par de misiones exactamente como esperaríamos de esta serie en la actualidad. Son rápidas, feroces, con un movimiento incesante, combate a corta distancia, corriendo entre plataformas a diferentes niveles… saltando, disparando, entrelazando múltiples caminos que se ramifican o en grandes espacios donde la muerte solo depende de nuestras habilidades a los mandos del traje Petror. Una pistola. Una escopeta. Un traje de batalla. Una buena cantidad de demonios de todos los tamaños esperando a partirnos por la mitad y teñir el escenario de rojo con nuestra sangre. Es divertido, es rápido, es fácil, violento y muy gratificante.
Pero esto solo es el prólogo, y es que DOOM aún no ha mostrado todo su potencial. Dispararemos, detonaremos explosivos y aplastaremos cráneos con nuestras propias manos, pero eso es solo la primera misión. A medida que avance la campaña el juego explotará en todas direcciones al mismo tiempo, ofreciéndonos una jugabilidad sencilla pero resultona, una banda sonora bien trabajada, una narrativa propia de los mejores shooters y un diseño repleto de matices que nos transportará al mismísimo infierno.
En esta cuarta entrega de la serie también se introduce un nuevo elemento que la refresca sin llegar a cambiar su espíritu original: la exploración. A lo largo y ancho de los diferentes mapas de campaña podremos ir recolectando nuevas armas, informaciones adicionales sobre el juego y sus elementos, y otros coleccionables como otros diseños para el traje Petror o incluso el acceso a los mapas del DOOM original. Aunque este elemento de exploración nos llevará a rebuscar por las esquinas más escondidas del mapa, en ningún momento la acción se detiene, y es que en todo momento se mantiene la filosofía subyacente del juego: la acción en primera persona como parte fundamental de su estructura. Camina, explora, salta, observa… pero la acción nunca se detiene.
Quizás uno de sus puntos débiles en este sentido es que, justamente si no somos muy certeros como exploradores y tenemos que dar varias vueltas para conseguir todos los coleccionables, los demonios pararán de salir, pues ya los habremos aniquilado a todos. Cada mapa tiene un número limitado de enemigos por sus diferentes plataformas, lo que hace que si tenemos que dar varias vueltas por el mismo mapa acabaremos encontrándonos completamente solos. Esto puedo hacer que la acción decaiga, aunque no suele ser algo que dure mucho tiempo.
El sistema de combate es el núcleo del juego y sin duda aquí reside toda su grandeza. En las peleas de DOOM no se trata de alinear objetivos y presionar botones para hacer que desaparezcan, sino que requeriremos de la manipulación de nuestro entorno para servirnos de barriles explosivos, depósitos de munición y diferentes niveles de ataque y defensa que nos ayudarán a no morir a manos de cualquier criatura del infierno. Cada batalla en DOOM es una masa orgánica, que cambia y se reestructura con cada nueva partida. Es como si el juego supiera dónde estás en cada momento y calculase cómo podría aniquilarte, pues ese es su único objetivo.
Cada enemigo es peligroso a su manera. En DOOM la diferencia entre la vida y la muerte se resume en nuestra propia capacidad de concentrar todos nuestros sentidos en el mando. Se trata de ser rápido y certero, pero sin renunciar al caos y a la destrucción. La dominación del campo de batalla se resume en saber a cada momento la distancia del disparo, el camino de huida de las ráfagas de disparos, saber si matar desde lejos o acercarse y arrancar mandíbulas cara a cara con la muerte. La acción irá aumentando exponencialmente con cada misión y, por supuesto, la dificultad de la batalla se incrementará con nuevos enemigos que nos harán corretear por el mapa en una mezcla de gallina sin cabeza y león protegiendo su territorio desesperadamente. No hay enemigo imposible de derrotar, pero si te paras estás muerto. ¿Una estrategia? Haz que el escenario explote.
Algo muy positivo de DOOM es que renuncia al dichoso vicio de la regeneración automática de salud. Una barra de salud en la esquina inferior izquierda de nuestra pantalla nos hará responsables de gestionar nuestra propia supervivencia y nos hará ser más cautos en nuestros enfrentamientos o ir al descubierto en un temerario cara a cara. Los paquetes de salud y armadura están repartidos por todo el mapa, pero lo que realmente nos mantendrá con vida son los pequeños paquetes de salud que les quitaremos a los demonios después de ejecutarlos a corta distancia. Por cada demonio brutalmente desmembrado conseguiremos recuperar nuestra salud para seguir luchando, asegurando así una maratón de muertes sangrientas en primera persona. Pero esto también nos pondrá en situación estratégica, ya que en numerosas ocasiones tendremos que considerar si dejamos a los demonios más débiles para el final de la batalla, aprovechando que estos son más fáciles de aniquilar cuerpo a cuerpo, para que nos restauren la salud; cada demonio puede hacer que recuperemos vida, así que hay que vigilar cuándo los matamos y cómo los matamos.
Del mismo modo, la sierra mecánica ya no es solo una simple arma cuerpo a cuerpo, sino que también es una herramienta que nos permitirá conseguir más munición. Por cada demonio cortado por la mitad, un montón de municiones para todas nuestras armas saltarán por los aires, aumentando así nuestras reservas de balas; pero cuidado, la gasolina para la sierra no es fácil de encontrar. Además, cada demonio nos consumirá una determinada cantidad de gasolina: para matar a los más enclenques solo necesitaremos una barra de gasolina, pero cuanto más grande sea el bicho más gasolina gastaremos. Hay que vigilar bien para qué la utilizamos y cuándo, pues es una cuchilla afilada llena de oportunidades para nuestra supervivencia.
Administrar bien nuestros recursos resultará esencial, porque todos los demonios de DOOM tienen algún propósito dentro del caos de la aniquilación. No hay ningún monstruo sin motivo. En primer lugar nos encontraremos con simples zombis fáciles de matar, pero la cosa irá aumentando de dificultad con nuevos demonios listos para dispararnos a larga distancia, otros que lo harán desde el aire controlando así un ángulo que sus compañeros no podrían y otros que, simplemente, irán en plan berserker a por ti sin importarles lo más mínimo lo que lleves en las manos.
Afortunadamente, nuestro amplio abanico armamentístico nos permitirá mantener a raya a todos estos demonios, ya sea a corta o larga distancia. Entre ellas podremos elegir a las clásicas escopetas, ametralladoras (incluido una Gatling) y otras armas experimentales propias de la saga. Todas ellas con sus mortíferos disparos secundarios que, pese hacernos gastar más munición, aumentarán la tasa de destrucción y caos a nuestro alrededor.
Tanto las armas como nuestra armadura la podremos ir mejorando a medida que consigamos puntos de combate y piezas de mejora. Estas últimas tendremos que buscarlas por el mapa, pero los puntos de combate… bueno… hay que aniquilar para conseguirlos. Además, una serie de runas, que podremos conseguir tras unos desafíos de combate repartidos por toda la campaña, nos permitirán asignar a nuestro guerrero una serie de habilidades pasivas que nos ayudarán en nuestro camino, abriendo así un elemento rolero súper sencillo, pero con muy buen resultado a la hora de personalizar nuestro propio estilo de combate.
La narración es sencilla, pero fiel al estilo de la serie. Sin grandes pretensiones (tan solo una excusa para matar) nos ponemos en la piel de un guerrero de DOOM que tiene que salvar a la humanidad de una científica pirada que ha creado una secta alrededor de los demonios y pretende abrir un portal entre su mundo y el nuestro. De forma muy superficial el juego tratará temas como la responsabilidad ante el desarrollo y el descubrimiento científico y los límites de la ética profesional.
Pero la campaña solo es una parte. La opción multijugador (ya sea competitiva o cooperativa) de DOOM combina la ferocidad de la campaña con un elemento on-line muy rápido, de gran calidad, que hace la batalla más accesible y compulsiva que nunca. Cuanta con un sistema de nivelación para que los jugadores más novatos no tengan que vérselas directamente con los veteranos, además de un sistema de desbloqueo de armas a medida que vayamos jugando y sobreviviendo a las carnicerías en línea. En general nos encontramos ante un modo multijugador muy equilibrado, que permite a cada jugador potenciar su propio estilo de combate, pero que mantiene distancias entre expertos y novatos para que este modo siga siendo igualmente frenético sin dejar entrar la sensación de frustración ante la impotencia de mantenerse con vida más de tres segundos.
Por si no fuese suficiente toda la sangre que podemos derramar en estos dos modos de juego, un tercero aparece para hacernos protagonistas totales del mapa: Snapmap. Este editor de mapas repleto de tutoriales y extremadamente intuitivo nos permite crear nuestros propios niveles, que no solamente nos servirán para abrir una batalla como en los modos anteriores, sino que nos permitirán crear una suerte de minijuegos propios que nos harán pasar grandes ratos aniquilando demonios a diestro y siniestro. Aunque este editor tiene muchas posibilidades, es bastante sencillo y, sin duda, el punto más flojo del juego, ya que se reduce a la estructura de mapas tipo tuberías conectadas, algo bastante mecánico y cuadriculado que no permite al jugador desarrollar su propia visión del juego en su totalidad.
La calidad gráfica no se queda atrás. Con 1080p y 60 frames bastante, bastante estables en todo momento, y unas texturas y sombras bastante conseguidas, nos presentan un entrono muy sólido y creíble; incluso en algún que otro momento nos podríamos detener a admirar el entorno como algo digno de aplauso por el trabajo bien hecho.
La banda sonora es, sin lugar a dudas, otro de los elementos estrella del juego. Rápida, épica y metálica, consigue en todo momento transportarnos a la frenética batalla y al rápido movimiento de la acción. Un in cresendo de heavy metal que mejora con cada nuevo escenario.
En temas de sonido lo menos destacable es por un lado el doblaje y por otro algunos efectos de sonido. Aunque nos encontramos ante un título completamente en castellano, las voces son bastante mecánicas y, por lo general, poco expresivas. Y por el lado de los efectos de sonido hay que decir que, aunque algunos están realmente conseguidos, como los disparos de escopeta y ametralladora, algunos disparos y explosiones de otras armas se ven ensombrecidos por los anteriores, aunque viendo el tamaño de las armas y su potencia claramente tendría que ser al contrario.
En conclusión, DOOM ha logrado una campaña que cada vez es más complicada de ver en los shooters actuales, llena de ritmo y velocidad. Sin duda esta es su punto fuerte, y, aunque el modo multijugador y Snapmap no son de lo mejorcito, también pueden ofrecernos buenos momentos en compañía. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un shooter como lo he hecho con DOOM; es difícil ver juegos como este, no os lo podéis perder.