Cuando Besthesda e id trabajaron para traer de nuevo DOOM a nuestras consolas la celebración se produjo a nivel mundial. La nueva entrega fue sangrienta, divertida y muy respetuosa con la saga original, al mismo tiempo que se incluían nuevas mecánicas de juego, algo que ha convertido a DOOM en un buen shooter al que echarle el guante. Sin embargo, el modo multijugador no ha sido tan bien recibido; de hecho podríamos catalogarlo con un gran «no está mal»: un elemento que no resta el valor del conjunto, pero que tampoco destaca ni está en el centro de su buena valoración.
El multijugador recoge algunos grandes elementos de la campaña, tales como la cobertura o el ritmo frenético de los juegos originales. Las partidas suelen ser muy caóticas y fuera de control, solo el más rápido y habilidoso puede llegar a tener algún control sobre lo que está pasando. La mayor parte de la crítica podríamos centrarla en el diseño de los mapas, que suelen ser bastante insignificantes y poco refinados, pero es justo aquí cuando el primer DLC (Unto the Evil) del juego entra en acción. El paquete viene con tres nuevos mapas, dos nuevas armas, una nueva clase de caracterizaciones para nuestro personaje, un nuevo demonio al que controlar, nuevos módulos de hacker y nuevas burlas y bailes con los que saludar desde el podio.
Una de las cosas más interesantes de este paquete es que cada uno de los tres nuevos mapas están mucho mejor diseñados que los que venían de base. Una de las cosas que han mejorado es que los servidores no están tan vacíos y los servidores de Unto the Evil están más poblados. La espera para formar grupo sigue siendo algo lenta, pero lo bueno es que se crean vínculos automáticos que mantienen los equipos a lo largo de las partidas para acelerar los tiempos de espera.
De todos los nuevos mapas el mejor es, sin lugar a dudas, «Cataclysm». Es un mapa bastante grande, con una gran cantidad de lugares interesantes, desde una instalación técnica futurista muy bien lograda, una cubierta estilo gore y un rico sistema de cuevas. Además, existe la posibilidad de cambiar de escenarios en el mismo mapa, lo que hace de este un lugar muy potente donde liarse a tiros y pasar un buen rato en compañía.
El mapa gélido de «Ritual» ocupa el segundo lugar. Este mapa nos presenta un terreno baldío cubierto de hielo, plagado de todo tipo de oportunidades en cuestión de plataformas que permite a los jugadores utilizar una movilidad rápida y ágil para frustrar los intentos de asesinato de sus adversarios. Es un escenario perfecto para un «Deathmatch» o «Muerte por equipos» ya que promete un ritmo frenético y sin pausas.
El último de los escenarios —«Offerin»— no es demasiado reseñable, de hecho no innova mucho de los mapas originales, pero eso no quiere decir que no sea bueno, simplemente que no añade ninguna novedad.
Este DLC también incluye dos nuevos tipos de armas para el modo multijugador. La primera de ellas es una mina kinética que ataca al enemigo cuando más desprevenido está. Esta mina se puede desactivar mediante disparos, así que hay que vigilar y no ponerla en un lugar muy evidente o detectable a simple vista, la mejor estrategia es colocarla al techo de un área estrecha. Los jugadores no solemos mirar (en mitad de una acción frenética) hacia arriba, y el poco espacio hace que la potencia de la mina actúe con mayor eficacia. Aunque también es bastante divertido ponerlas detrás de los paquetes de salud y ver como estos se reducen a la nada cuando algún jugador falto de salud intenta acercarse a ellos para recuperarse.
La Pistola EMV de la UAC es la otra nueva arma, pero es bastante decepcionante. Al igual que en la campaña sus disparos son débiles y requiere apretar el gatillo cada vez que queremos disparar. La otra opción es cargar su disparo secundario para efectuar un disparo un poco más agresivo, pero es demasiado lento y no supera a las armas de base ni en utilidad ni en flexibilidad. En todas las partidas a las que he jugado, no he logrado matar a nadie con esta arma, lo que, por mi parte, podría ser una constatación empírica de su inutilidad.
El nuevo demonio jugable, conocido como Harvester, es una adhesión bastante divertida. Este engendro infernal dispara una corriente de electricidad que diezma a los enemigos mientras carga su arma alternativa, un ataque abierto de corto rango que significa la muerte instantánea para cualquier adversario que haya cerca. La criatura mantiene un buen equilibrio entre salud y potencia de ataque, acompañado de una movilidad muy rápida y ligera. Es tan buen demonio que corre el peligro de acaparar todas las partidas.
Por último, este DLC también incluye algunos nuevos módulos de hacker, pero al igual que los otros no suelen ser de gran utilidad y, de hecho, es difícil encontrarles su verdadera utilidad ya que la mayoría son bastante inocuos.
En fin, muchos DLC podrían considerarse más de lo mismo pero un poquito diferente pero, por suerte, este no es el caso de Unto the Evil. Este paquete mejora la velocidad y la sensación de combate de las partidas multijugador gracias a unos mapas mejor concebidos y un nuevo demonio realmente poderoso. Un buen DLC que, aunque no mucho, mejora el modo multijugador de uno de los shooters de referencia de la nueva generación.