Dragon Quest VIII supuso un hito en la historia de la franquicia. Para empezar, fue la primera entrega de la saga en romper la barrera japonesa para llegar al público occidental. Para seguir, fue la primera entrega editada por, la entonces reciente, Square Enix —hasta el momento Dragon Quest se distribuía bajo el manto de Enix— y, para terminar, el juego fue considerado como uno de los grandes RPG de todo el catálogo de PlayStation 2.
Con ese historial de hitos a sus espaldas era de esperar que, antes o después, Square Enix decidiera rescatar el juego para ofrecérselo a una nueva generación de jugadores y, como era de esperar, ha terminado llegando al actual baluarte de los RPG: Nintendo 3DS.
Durante los más de seis años de vida de la portátil de Nintendo, esta ha recibido infinidad de títulos de una calidad más que sobresaliente: Bravely Default, Fantasy Life, Fire Emblem, Kingdom Hearts, Final Fantasy, Tales of the Abyss y, recientemente, Dragon Quest VII. Sin duda alguna, la plataforma perfecta para recuperar Dragon Quest VIII: El Periplo del Rey Maldito era esta portátil. Y ha quedado demostrado.
Dragon Quest VIII nos cuenta la historia de un héroe que, junto a su amigo Yangus y varios compañeros más, se embarcan en un viaje para encontrar al malvado Dhoulmagus, un hechicero que ha transformado al Rey en un monstruo horrible. Según parece, la única forma de devolver al Rey su antiguo aspecto es derrotando al villano, por lo que nuestros protagonistas no tardan demasiado en salir en su búsqueda para dar con él lo antes posible.
Como era de esperar, la aventura traerá nuevos compañeros de viaje. Por un lado estarán Jessica y Angelo, una ladrona y un trilero que buscan vengarse de Dhoulmagus por motivos que no revelaremos aquí y, por otro lado, esta nueva versión nos permitirá disfrutar de la compañía de Morrie y Rubí. Ambos personajes ya hicieron acto de presencia en la versión original como NPCs con los que podíamos interactuar, pero en esta ocasión podremos incorporarlos a nuestro grupo. Morrie es el líder de la Arena y, para conseguir que se una a nuestro equipo, antes tendremos que superar sus desafíos con rango S, por lo que pasarán muchas horas antes de que se una al equipo. Por su lado, Rubí es un personaje que conoceremos en la Bahía de los Piratas y, en su caso, se unirá al grupo una vez que superemos un punto determinado de la historia.
Una de las principales dudas que nos surgieron al descubrir que esta versión contaba con dos personajes extra era si el estudio desarrollador sería capaz de integrarlos correctamente en las tramas y diálogos del juego y, lo cierto, es que lo ha conseguido. En ningún momento tendremos la sensación de encontrarnos ante personajes de relleno, ya que se han modificado conversaciones y diálogos para incluirlos a ambos en ellos, lo que garantiza una coherencia argumental muy necesaria en este tipo de obras.
De hecho, no solo se han modificado diálogos y situaciones, sino que se han añadido nuevas tramas sobre ciertos personajes que nos permitirán entender mucho mejor su forma de ser, de pensar y de relacionarse entre sí. Sin duda, uno de los motivos por los que los fans deberían volver a disfrutar de esta aventura.
Pero entremos en materia de verdad. Una vez que nos ponemos en la piel del héroe, el juego nos ofrece un mundo inmenso para explorar con libertad en el que encontraremos decenas de pueblos, ciudades, mazmorras y cuevas, muchas de ellas obligatorias para avanzar en la aventura, pero otras cuantas totalmente opcionales que no solo son recomendables por las recompensas que encontramos en su interior, sino por lo divertido que es explorar hasta el último rincón del mundo que se nos presenta en este título.
Los fans del juego original recordarán que la dificultad era bastante elevada y que subir de nivel era prácticamente indispensable desde el minuto uno para evitar que cualquier jefe final diera al traste con nuestras aventuras. Pues bien, a diferencia de los rumores que habían surgido en las últimas semanas, el juego no ha reducido su dificultad. Es cierto que se han producido varios cambios en la jugabilidad, pero ninguno de ellos afecta a la dificultad.
Para empezar, al igual que ya ocurrió con Dragon Quest VII, esta entrega sustituye los combates aleatorios por enemigos visibles a los que podremos esquivar para decidir cuándo queremos combatir y cuándo no. Este era el cambio más demandado por la comunidad de jugadores, ya que explorar el mapa del mundo cuando se activa un combate aleatorio cada cuatro o cinco pasos es terriblemente frustrante y este nuevo método permite agilizar mucho los recorridos de un lugar a otro. Eso sí, puesto que las mazmorras estaban diseñadas con los combates aleatorios en mente, muchos pasillos son muy estrechos, por lo que los combates con los monstruos que ahora deambulan por ellas son inevitables.
El cambio en el sistema de encuentro para los combates se ha traducido en que ahora subir de nivel es más sencillo. Puesto que vemos a los enemigos en pantalla, encontrar a los limos plateados es mucho más sencillo y eso provoca que nuestro nivel suba sin parar durante las primeras horas de juego. Por suerte, lo que podría haber supuesto un desequilibrio total en la dificultad del juego, se ha subsanado incrementando levemente la dificultad de los enemigos en general y de los jefes en particular. Ahora hay jefes finales con muchos más puntos de vida, con puntos de magia ilimitados o con nuevos ataques especialmente potentes, por lo que tendremos que redefinir nuestras estrategias para acabar con ellos.
Los combates mantienen el sistema de turnos clásico visto en toda la saga. Durante los combates tendremos que decidir si debemos realizar un ataque físico o mágico, defendernos, usar un objeto o acumular Tensión para realizar un ataque muy potente más adelante. La variedad de habilidades y armas disponibles permite que combinemos a nuestros cuatro luchadores de cientos de formas diferentes para crear estrategias que se adapten a las debilidades de cada uno de los enemigos que nos aparezca en pantalla. Además, la incorporación de Rubí y Morrie permite ampliar aun más si cabe la variedad de estrategias y planes a seguir para superar con éxito los combates más complicados del juego. Esta edición incluye una opción que permite acelerar la velocidad de los combates, por lo que «farmear» para subir de nivel o conseguir oro será más llevadero que nunca.
En lo que respecta a la gestión y personalización de nuestros héroes, Dragon Quest VIII utiliza un sistema de mejora basado en puntos que nos permite ir mejorando «ramas» de cada personaje. Así, podemos asignar puntos a la mejora en el uso de la espada o el hacha a cambio de renunciar a asignar puntos a otras habilidades. Es muy importante tener claro cómo queremos enfocar a cada personaje, ya que eso determinará nuestras estrategias de combate en el futuro.
A nivel técnico, aunque se nota que este juego lleva al máximo a Nintendo 3DS, el resultado termina siendo superior a lo visto hace una década en PlayStation 2. El juego cuenta con un sistema de iluminación muy superior y la nitidez y calidad de los colores también es superior, pero, a cambio, la calidad de las texturas ha empeorado, sobre todo en el mapa del mundo, donde el juego vuelve a sufrir las mismas dolencias que Dragon Quest VII: un popping excesivo. Pese a todo, los jugadores que vengan de la séptima entrega comprobarán que este título es ampliamente superior en modelados, definición, fluidez y diseño de entornos. La única pega real que tenemos que destacar es que los tiempos de carga antes de un combate en la versión clásica de Nintendo 3DS son demasiado grandes, lo que termina pasando factura después de un par de decenas de horas frente a la portátil.
En lo que respecta al apartado sonoro, esta versión ha perdido por el camino los temas orquestados que disfrutaron los jugadores americanos y europeos en PlayStation 2 y recupera la banda sonora original vista en Japón. Aunque sigue siendo una banda sonora muy sólida, se echan en falta los sublimes temas orquestados de la versión occidental. Una lástima.
Por otro lado, los efectos de sonido durante los combates o al explorar pueblos y mazmorras se han mantenido intactos, al igual que ha ocurrido con el doblaje al inglés de los diálogos. Por supuesto, todo el texto ha sido totalmente traducido al castellano.
Conclusión
Dragon Quest VIII: El Periplo del Rey Maldito sigue siendo un gran RPG. Esta adaptación no hace sino mejorar todo lo visto en la entrega original, por lo que los fans del género tienen aquí la oportunidad perfecta para revivir o probar por primera vez un indispensable que consigue atrapar gracias a su historia, su dificultad y lo variado y rico de su mundo.
Si te gustan los RPG clásicos no lo dejes pasar.