Una princesa en cuyo matrimonio de conveniencia recae la última posibilidad de evitar una guerra. Un dios que no cree en su propia divinidad. Un misterioso proscrito cargado de alientos que porta una espada asesina. Y una joven decidida a destruir a aquellos que le han robado la vida.
Estos son los ingredientes que Brandon Sanderson presenta en su segunda novela, “El aliento de los dioses” (Ediciones B, 2016), un libro que combina magia de lo más original, tensiones entre reinos enfrentados, conspiraciones bélicas, deidades físicas y lotes de misterio para construir un thriller político de fantasía de lo más jugoso.
Conozcamos el argumento:
Vivenna, princesa de Idris, ha pasado toda su vida preparándose para convertirse en la esposa de Susebron, rey-dios de Hallandren, y ayudar a suavizar el conflicto entre ambas naciones. Pero llegado el momento el rey de Idris envía a su hija pequeña, Siri, una joven espontánea e independiente, a ocupar su lugar a la temible ciudad de los colores.
Mientras intenta encontrar su lugar en la corte de Hallandren, Siri descubre que no todo es tan terrible como le habían contado, y que tras la apacible suntuosidad de la corte se oculta más de un secreto.
Mientras tanto Vivenna, preocupada por su hermana y por volverse útil para su reino, viaja a la capital y se introduce en la red de espionaje y sabotaje encargada de evitar la guerra.
Así a bote pronto, “El aliento de los dioses” puede recordar mucho a “Elantris”, la novela debut de Sanderson. Y son parecidas en muchos aspectos: dos facciones enfrentadas, una princesa enviada para evitar una guerra, conspiraciones y un sistema mágico tan original como bien fundamentado: mientras que en “Elantris” estaban los aones y sus combinaciones, en este nuevo título se utiliza el aliento (o el alma) y el color para “despertar” objetos que sigan las órdenes de los llamados despertadores, con todo un conjunto de reglas y límites que lo hacen mucho más complejo (y mucho más apasionante) de lo que parece. El poder que conceden los alientos y la capacidad para traspasarlos de una persona a otra han hecho que sean moneda de cambio habitual y que se conviertan en tesoros muy codiciados. Este completo sistema mágico puede despistar un poco en los primeros capítulos, pero pronto se le coge el gustillo a cada una de las astutas maneras en las que se puede utilizar este poder.
En cuanto a la trama, “El aliento de los dioses” vuelve a apartarse del clásico viaje del héroe, centrándose más en las intrigas y triquiñuelas políticas y en su sistema mágico que en la acción y la aventura, aunque de esto último también encontraréis en su justa dosis con duelos de espada, luchas entre despertadores, redadas, incursiones en prisión y toda la pesca. Todo ello bien hilado y construido en una trama sólida y muy buen conducida que atrapa desde el primer momento, en gran parte gracias a sus pilares: los personajes.
Con una habilidad digna de envidia, Sanderson nos pone en el camino de cuatro individuos muy diferentes entre sí, aunque cargados del mismo irresistible carisma. La indomable Siri que, a pesar de encontrarse perdida y sola en la corte de una ciudad extraña está decidida a no dejarse utilizar y a averiguar qué hay detrás del misterioso silencio del rey-dios; Vivenna que, tras arrebatarle el único objetivo que ha tenido en la vida, decide viajar a T’Telir para encontrarse a sí misma, aunque ella no lo sepa. Las dos princesas se encargan de representar el choque cultural entre dos naciones completamente opuestas, la modesta y gris Idris frente a la colorida y exótica Hallandren, con reacciones también muy distintas.
Por su parte, Sondeluz el Audaz es uno de esos personajes ingeniosos, mordaces y descreídos con su propia fe. Todo un problema cuando es uno de los dioses Retornados de Hallandren. Finalmente, Vasher pone rostro al personaje misterioso, cuyo conocimiento sobre el despertar lo convierten en un poderoso adversario… sea quien sea su enemigo.
Claro que todos los personajes que tienen algo que decir en la historia disponen de su propio arsenal de carisma. Desde el paciente y resignado Llarimar a la seductora Encendedora o el aparentemente simpático Denth. Pero, sobre todo, a mi entender no habrá un solo lector que no se rinda a los pies de Susebron, a quien el autor cubre de un atractivo halo de misterio, bajo el cual se oculta una criatura de lo más cautivadora.
Cada uno de los protagonistas lucha sus propias batallas en una trama cuyos gloriosos nudos tendrás ganas de besar y en donde nada es lo que parece y no se sabe quién es quién ni a qué bando pertenece hasta el desenlace.
Sanderson maneja el misterio y el suspense de forma magistral, dosificando la información de forma que cada vez que nos descubre uno de sus anhelados secretos, ya tiene tres o cuatro más agarrando al lector por el cogote. Por ello resulta muy difícil separarse de las páginas de este libro.
Por poner una pega, el final me resultó algo apresurado y eché en falta un capítulo de cierre que aclarase cómo quedó la situación entre Idris y Hallandren y, sobre todo, que me ofreciese una escena épica Siri-Susebron. Ellos sin duda la merecían.
Quejas sobre mis expectativas aparte, “El aliento de los dioses” es una de esas novelas imprescindibles para todo lector de fantasía que se precie. No entendería que pudiese llegar a desagradar a alguien, de verdad que no. Exceptuando algunos de los capítulos más sosainas de Vivenna, este libro es como una droga a la que te vuelves adicto y que, cuando se acaba, debes ir corriendo a la librería más cercana a buscar más literatura de calidad.
Está claro que Brandon Sanderson no solo es el heredero indiscutible del género fantástico y su renovador, sino también, a partir de ahora, mi nuevo camello literario favorito.
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