EDICIONES B ha publicado la opera prima de la cartagenera Laura Higuera (1982) , toda una apasionada de la lectura.
Comenzó la carrera de Medicina para posteriormente estudiar Historia. En la actualidad, tiene un restaurante en Madrid junto con su marido, Nacho, a quien está dedicado el libro. Cuatro años de duro trabajo le ha costado a esta escritora que este libro viera la luz, cuya premisa es que para viajar lejos no hay mejor nave que un libro. Fiel a esta afirmación, la autora nos propone un viaje en el espacio y el tiempo con personajes principales y secundarios en medio de un misterio aderezado con los peligros que pueden desencadenar aquellos deseos que nos ciegan la mente.
El libro cuenta con una buena edición en papel: tapa dura y una letra grande y fácil de leer, de tal manera que sus poco más de 300 páginas volarán en vuestras manos y os lo acabaréis en tres sentadas, si no menos. Ayuda a ello no sólo cómo está escrito, sino su estructura en microcapítulos (todos encabezados por una frase célebre) que te hacen querer empezar el siguiente y otro y otro más. Avanzo, aquí y ahora, una de las virtudes de este libro: tiene la medida suficiente. Otros escritores/editores lo habrían estirado creando pasajes de transición que hubieran ralentizado la lectura y el disfrute, salvo algún maestro, que los hay. El ángel negro, sin embargo, nos ofrece lo justo y necesario para entretener y, por qué no, repasar alguno de los capítulos más interesantes de la historia de España teniendo como protagonista la obra de unos de nuestros pintores más celebrados, Francisco de Goya y Lucientes (Fuentetodos, Zaragoza 1746 – Burdeos, Francia 1828). Que nadie se asuste, no hace falta ser un erudito; los conocimientos adquiridos por todos en el colegio os permitirán reconocer las referencias que aquí aparecen e, inclusive, puede que os pique la curiosidad y queráis ahondar/repasar los hechos que se señalan. También, es cierto que te queda la duda; ¿serán reales o licencias literarias para alimentar la ficción? La propia escritora nos aclara al final alguno de los datos utilizados, pero, repito, tirad de ordenador y echad un vistazo a las estampas que Laura nos pinta. Vayamos con la historia; mejor dicho, las historias que se entrelazan.
El otro hilo temporal nos traslada a la Venecia de 1874. Alessandra Octavia Abad cuenta tan sólo con 19 años, pero ya es capaz de dejar rendidos a los que se acercan a ella. Alessandra se ha enterado que un banquero alemán, Emile d´Erlanger (otro personaje que efectivamente ha existido) ha adquirido la Quinta del Sordo, la vivienda donde residió Goya antes de exiliarse a Burdeos tras la restauración de la monarquía absolutista de Fernando VII. Goya vivió poco más de cuatro años en esta casa cercana al Manzanares, pero aprovechó para pintar en sus paredes las célebres pinturas negras que muy posiblemente pondrían los pelos de punta a los visitantes. Mediante la técnica del strappo, estos frescos van a ser pasados a lienzo por el famoso Salvador Martínez Cubells. Alessandra emprenderá un viaje de final incierto guiada por su deseo febril de la obra del pintor aragonés.
Como os decía antes, en torno a este hilo la autora pivota su novela con matemática sencillez. No hace falta más para que el ritmo no decaiga ni perdamos la atención. Yo no le he pedido más adorno ni complejidad sintáctica al libro, porque la serie de engaños, descubrimientos y misterios por descubrir me entretenían lo suficiente para acabar satisfecho finalmente. Sí es cierto que es fácil reconocer el reflejo de arquetipos, tanto en personajes como en la construcción de la historia, pero la novela de Laura consigue tener alma propia. Se intuye que la autora usa para ello los lugares que conoce y que desvirtúa en pos de la ficción. Pero, sobre todo, salpica continuamente la narración con bebidas, referencias del día a día y hasta marcas comerciales para darle el color que ella quiere al libro.
El otro punto fuerte es lo mucho que viajamos a lo largo de la narración (en ocasiones a bordo del Orient Express, en un barco privado o en un Bentley) por Venecia (la pasada de estampa típica de Tintoretto y la presente repleta de turistas a los pies de los palacios), por el París de la Exposición Universal de finales del XIX con los ecos de la invasión prusiana aún latentes, la vetusta Amberes, el Londres victoriano de los Clubs, el Madrid antiguo, crisol de la España provincia,l y el Madrid moderno, donde lo mismo estás en Casa Mingo o tomando un café en uno de los Brillante que salpican el centro, como te puedes adentrar en el Asian Gallery del Palace.
He tratado de describir todo lo que os ofrece este libro, una lectura sencilla pero recomendable si os apetece una evasión fácil con tintes detectivescos aderezados con un poco de historia. “Nunca se escapa la que se quiere dejar coger”, leemos en el interior. Pues, El ángel negro está ahí para dejarse coger. Yo, terminada la lectura, la reseña y el vídeo que os acompaño, quisiera brindar a la salud de Laura Higuera, aunque… no sé si con un Brugal con Coca-Cola o con un Bloody Mary. Leed la novela y elegid la bebida.