El asesinato del señor Wickham puede resumirse en un juego intenso entre el ingenio y el misterio. No hay locas persecuciones rumbo a Escocia ni duelos al alba para disparar la adrenalina. En su lugar, tenemos un viaje galopante entre confesiones murmuradas y una batalla entre los aspirantes a detectives y la persona causante del delito. La novela de romance e intriga es el homenaje de Claudia Gray a la bibliografía de Jane Austen y Agatha Christie. Ha sido publicada por Umbriel.
¿A quién no le apetece jugar una partida de Cluedo con los personajes de Jane Austen? Con Juliet, la avispada hija de Catherine y Henry Tilney; y Jonathan, el decoroso y estricto hijo mayor de Elizabeth y Fitzwilliam Darcy, Donwell Abbey se convertirá en un tablero particular de suspense y misterio cuando el señor Wickham aparece muerto en extrañas circunstancias. Con tantos enemigos y deudas a sus espaldas, todo el mundo es sospechoso.
Claudia Gray ha tenido lo que podría considerarse una carrera esperpéntica. Ha escrito Medianoche (MONTENA, 2008), una saga sobrenatural con fantasmas y vampiros; cómics de Star Wars; y ahora llega con un crossover entre Jane Austen y Agatha Christie. Es ese caleidoscópico viaje entre géneros lo que transforma la idea tras esta novela y otorga matices tan propios a personajes míticos.
A efectos prácticos, El asesinato del señor Wickham es una ronda de Cluedo con la aparición especial de los personajes de Austen. Aunque también encajaría estupendamente como una aventura gráfica, si me paro a pensarlo. Mientras que la ambientación se sustenta en el mundo de la autora de la Regencia, el tablero de juego se inspira en el modus operandi de Christie. Los movimientos de las piezas, en cambio, son todos de Gray.
La novela tiene diferentes encantos. La perspectiva de ese futuro desconocido de los protagonistas de Orgullo y Prejuicio (1813), Emma (1815), Sentido y Sensibilidad (1811), Mansfield Park (1814) y La abadía de Northanger (1818): meses, años o incluso décadas después de la conclusión de sus historias. El efecto puzzle creado por la investigación del asesinato, que esconde piezas por todas partes. La chispeante dupla protagonista formada por los personajes originales de Gray: Juliet Tinley y Jonathan Darcy.
Heroínas cabezotas de la Regencia nos hemos cruzado alguna que otra vez, como es el caso de Elizabeth Bennet o Emma Woodhouse, pero, ¿un joven caballero autista? La forma en que Jonathan se comprende a sí mismo y a su familia, cómo interactúa y admira el mundo, otorga una perspectiva muy distinta de un mundo que se nos podría hacer conocido de habernos empapado en el trabajo de Austen. Gray muestra una visión diferente de cómo las normas y el decoro de la sociedad inglesa podían impulsar y acorralar a las personas según se acomodaran o no a lo que se esperaba de ellos.
Al igual que para Elizabeth las convenciones sociales intentaron delimitarla y fueron uno de los puntos que la enfrentaron con Fitzwilliam Darcy, le pasa a su hijo. Aunque la caja que los contiene sea distinta, sigue siendo una caja que delimita y restringe.
Es a Juliet a la que acompañamos sobre todo, pero el personaje más cercano al lector es Jonathan. Esto se debe a que Juliet, aunque encuentra incómodas e injustas las pautas que le impiden actuar libremente, las comprende. Jonathan, en cambio, las aplica por obligación, pero no les encuentra ningún sentido. Él se siente tan conocedor y, al mismo tiempo, ajeno a las estrictas normas sociales como puede sentirse el lector.
El mayor límite de la novela se encuentra en que no hace falta ser un gran conocedor del recorrido de Christie entre letras, asesinatos y balnearios para acceder a ella, pero no ocurre lo mismo con Austen. Tener una base sobre la autora del siglo XIX se convierte en un requisito. Por mucho que Gray trata de dar un contexto a la procedencia de cada uno de los personajes, es fácil perderse si no se tiene conocimiento previo al respecto. Por no hablar de que te pierdes casi todas las referencias y la gran mayoría de los chistes.
La novela supone un reencuentro inesperado con los personajes más icónicos de Austen. Gracias a la lupa detectivesca que Gray nos entrega, los podemos estudiar minuciosamente a la par que tratamos de resolver el gran acertijo: ¿quién ha asesinado al señor Wickham?