Pedro Santamaría firma esta excelente biografía de Alcibíades, el Alcmeónida, que ha publicado Ediciones Pàmies en su colección Histórica. Una novela tremendamente ambiciosa que, tras un laborioso estudio, nos proyecta la imagen de uno de los personajes más cautivadores de la Grecia clásica del s. V a.C. El formato elegido consiste en recorrer la vida de este hombre en 75 capítulos, cada uno dedicado a un nombre propio que se cruzó en la gloria de este griego. Una singular manera, por tanto, de asistir a un magnífico desfile de filósofos, dramaturgos, militares, políticos, nobles y demás ciudadanos. Todo ello mientras visitamos localidades de un espectacular Mediterráneo que bullía batalla tras batalla en sus costas.
La ilustración y el diseño de la cubierta son obra de Calderón Studio.
El programa La Nave de esta semana muestra las próximas novedades de la editorial, se detiene en la obra del autor y detalla los puntos más significativos que tiene la novela para que os sirvan de guía. De esta manera podréis decidir si os sumergís en la semblanza de este singular protagonista de la historia.
Pedro Santamaría (Santander, 1975)
La novela. La biografía.
La sinopsis que nos propone el editor presenta a uno de los personajes más controvertidos de la antigüedad. Quizá, tras la lectura, alguien pueda quedarse con la sensación de haber estado ante un egoísta, caprichoso y prepotente peligroso, a pesar de otras virtudes que lo encumbraron entre los suyos. Claroscuros que aquí se desgranan en las escenas de su vida retratada de una manera ágil, no exenta de una adecuada descripción de lugares, costumbres y datos históricos que satisfarán al lector que exige algo más allá de una biografía novelada. Fidelidad a las crónicas, sí, pero no exenta de unas licencias que a buen seguro se habrá tomado el autor para pegar las piezas de este puzle.
La virtud de este libro es que no solo ofrece el perfil del protagonista, sino que nos muestra cómo era la Grecia de la época y cómo se podía sobresalir/sobrevivir en una época plagada de retórica. Porque eso, retórica, va a abundar en esta novela: el uso de la palabra que en ocasiones puede hacer ganar más que la espada.
Permitidme que utilice las propias palabras que utiliza el autor en su Nota al final del libro. En ella nos recuerda que los textos describen a Alcibíades como un político ejemplar, pero también como un demagogo; como un hombre perfecto, rico y extremadamente agraciado, generoso, valiente, ambicioso, promiscuo, sacrílego, pero celoso de su legado como ateniense. Embaucador, camaleónico, encantador, cínico, inteligente, orgulloso, violento, culto… admirado y despreciado, deseado y temido a partes iguales por sus conciudadanos.
Esta complejidad es la que Pedro Santamaría consigue pintarnos acertadamente en su libro, que quizá en algún momento puede agotar, pero que gira de nuevo al alza en la Campaña de Sicilia. Un antes y un después que nos abocará al inevitable final.
Lienzo de la gloriosa Atenas de Pericles
Arrancamos con un carretero que se topa con un mocoso de siete años en pleno Pireo que le reta verbalmente ante la expectación de los transeúntes. Asistimos a la muerte del padre de Alcibíades en una batalla y la elección de un tutor para él y su hermano pequeño. Ya desde el primer momento, somos conscientes de las extraordinarias cualidades y dotes de este niño, que no pasan ajenas para los adultos que le rodean. Estamos en la Atenas de Pericles, la ciudad donde impera la democracia como modelo de gobierno, único y singular en la zona. Estamos en un periodo convulso en el cual están enfrentados los atenienses y los espartanos por el control de la Hélade, pero por otro lado, también, tenemos la amenaza de Oriente.
El protagonista es educado de manera excepcinal gracias a su fortuna, lo cual no quita para mostrar un carácter muy inteligente, pero caprichoso y dominante. Los años pasan y es elevado a la categoría de héroe en Potidea, una batalla larga y cruenta que había durado dos años . Él y su inseparable amigo Sócrates habían sido la punta de lanza que había dado la vuelta al final de manera inesperada.
Descubriréis pasajes como el de la peste y las escaramuzas contra los espartanos. Así como una anécdota donde el protagonista consigue que le pinte su casa un pintor famoso. Pasearemos por los teatros de manera vívida junto a Sófocles, y su Edipo, así como con Eurípides, y su Medea.
Conviviremos con personajes muy famosos de la época de Pericles, no solo filósofos, sino también dramaturgos o incluso productores de obras teatrales. Aprovecho para decir que el capítulo 26 es muy gracioso (fiel reflejo de la época) y cómo el capítulo 27 arranca precisamente con una reflexión a propósito del cambio que se estaba generando en el arte de hacer la guerra. El honor, el valor y la dignidad ya no parecían valer nada en este mundo cada vez más dominados por el vulgo.
Teatro y guerra
Me quedo con lo acertado de la exposición del teatro en una época en la que no existía ni la televisión, la radio, los periódicos o Internet. Los escenarios eran el caldo de cultivo perfecto para hacer crítica y, a través bien sea de la risa o del drama, trasladar a los espectadores una realidad perfecta. El acertado uso de la palabra es vital en esta época: primero en el estrado de la asamblea, cuando se habla al resto de personas que pueden hacer que alguien caiga o se elija en líder en cuestión de minutos. Lo mismo ocurre con el teatro, obras brillantes que caricaturizan perfectamente la sociedad del momento, una Atenas moderna, civilizada, que empieza a poner en duda todo lo que antes era un dogma de fe y que se enfrenta a adversarios tan temibles de la época como pudieran ser los espartanos o los persas.
Asistiremos a la más ambiciosa expedición de todos los tiempos a Sicilia. Hoplitas venidos de Argos, de Mileto, de Samos; peltastas, tracios, rodios y cretenses, arqueros escitas. Todos ellos en el ágora, en los mercados, en los templos, no hablaban de otra cosa sino de las riquezas que les esperaban al otro lado del mar, de la flota invencible que se disponía a zarpar. Quienes no se conozcan la historia asistirán a partir de aquí a un desenlace que si no fuera real lo pondrías en duda. El discurso del capítulo 53 ante el pueblo espartano riza el rizo, precisamente lo que mejor define el pico de oro de este Alcibíades.
Alcibíades el camaleón. ¿Había algo de lo que no fuera capaz el ateniense?
Pasearemos por la Atenas que por entonces alumbraba el Partenón y se emborrachaba en fiestas que duraban días. Las referencias a lugares como Mileto, Esparta, Sicilia, el Peloponeso,… son fantásticas. Era más difícil de lo que parece sobrevivir en aquella sociedad democrática y judicializada que tan peculiar reflejo vemos hoy en día. Al final, la novela destila una corrosiva crítica a la pésima gestión actual que sufre nuestra sociedad moderna por parte de sus dirigentes. Líderes que no son tal y que solo cacarean para arrastrar a la masa ignorante y ellos/as asegurarse su poltrona. Los antes nobles y mercaderes se llenaban las bolsas mientras los ciudadanos aplauden y ríen en las gradas de los teatros. La novela proclama la desgracia que es que quien esté arriba manejando los hilos reconozca que le interesa fomentar el conflicto para su interés. Sin este, su puesto carecería de sentido.
En medio de este caldo de cultivo aparece un personaje que ama el conflicto, la guerra y enmaraña excelentemente con palabras a sus adversarios. Un protagonista que fue hijo, hermano, esposo, padre, amigo, soldado, estratego y traidor. Amado y odiado a partes iguales. Un temido ciudadano que cambiaba de discurso a su antojo y que tuvo al final que recorrer el orbe conocido huyendo de sus enemigos. Enemigos de los que presumía al calificar la valía de una persona por la calidad de estos.
Una novela atractiva por lo intenso de su protagonista. El relato está excelentemente construido, la historia está narrada de manera adictiva y pinta un perfecto cuadro de una época cuyas décadas gloriosas han pervivido hasta hoy en día. Pedro Santamaría vuelve a satisfacer a sus seguidores y nos invita a recordar pasajes de la historia que no son tan lejanos como pudiera parecer.
Puedes empezar a leer el libro aquí.