He aquí otro caso de estúpido cambio de nombre en un producto audiovisual foráneo. Por arte de los idiotas de turno, ‘Kastanjemanden’, literalmente “El hombre de las castañas”, acaba transformado en ‘El caso Hartung’ (Netflix, 2021). Nuevamente, un prometedor título, inspirando además en un libro de homónimo título que hasta los anglosajones respetaron en su traducción (‘The chesnut man’), acaba completamente deturpado y reducido a producto de media tarde. Y lo peor: el cambio no tiene sentido alguno porque el maldito “hombre de las castañas” es una clave que sale en todos los episodios, incluso, de forma obsesiva en alguno de ellos.
En serio, gente, quienes seáis, parad ya. Dejad de hacer el imbécil.
La serie utiliza a esta figurita tradicional del invierno danés para caracterizar a un misterioso asesino que, progresivamente, va atemorizado a distintas mujeres. De entre ellas destaca la popular ministra de asuntos sociales Rose Hartung (interpretada por Iben Dorner) quién, impactada por el secuestro de su hija, desaparece de la escena política. La serie comienza justo cuando ella parece volver a la primera línea del servicio público, y justo cuando el asesino vuelve a actuar.
‘El caso Hartung’ (Netflix) es uno de esos noir nórdicos canónicos que al acabar te deja buen sabor de boca
A este reto criminal deberá enfrentarse una atípica pareja policial: la agente Naia Thulin (Danica Curcic), quién afronta éste como su último caso antes de cambiar de división para dedicar más tiempo a su maltrecha vida familiar; y el solitario agente de la Haya expulsado de allí por problemas de distinto tipo, Mark Hess (Mikkel Følsgaard). Y digo atípica porque ninguno quiere estar dónde está ni coger el caso que le han asignado. Una crisis personal doble que pronto transformarán en una creciente obsesión con este esquivo asesino.
A los obligatorios clichés criminales se les suman notas ligeras de crítica social y al sensacionalismo de los medios de comunicación, de despecho político ante la intriga palaciega “entre bambalinas” y a la falta de medios de la policía; en un conjunto de trama, argumentos y subtemas que ya hemos visto en otras muchas partes de otras tantas maneras distintas.
Con todo, ‘El caso Hartung’ tiene el mérito de jugar con estas mismas cartas y entregar un producto solvente: la historia es interesante, las atmósferas opresivas están bien conseguidas, los personajes principales tiene un desarrollo coherente y creíble, las actuaciones están a la altura… Y, aunque la trama criminal sea un poco “chusta” (últimamente, esto es tendencia), sí consigue mantenernos pegados a la pantalla por otros motivos: el personaje del marido de la ministra, Steen Hartung (Esben Dalgaard) es de lo más interesante, así como la inversión inicial de los papeles tradicionales marido-mujer. También es súper interesante el papel de hombre torturado del agente Hess, muy bien actuado y caracterizado, además.
Entretiene sin estridencias más que la media
‘El caso Hartung’ (Netflix) es uno de esos noir nórdicos canónicos, que responden a lo esperado por cualquier persona espectadora, y que al acabar te dejan un buen sabor de boca. Te has entretenido, has aprendido algo de cultura nórdica y has visto personajes originales que consiguen tocarte la fibra. Tanto es así que su final sienta las bases para, quizás, una segunda temporada -no confirmada desde la plataforma a día de hoy-.
Simplemente, habiendo cuidado un poco más la trama criminal (que, insistimos, es bastante “meh”) y obsesionándose bastante menos en el “hombre de castañas” como leitmotiv, habría habido más espacio a otras subtramas y subtemas menos cuidados de lo que merecerían; con lo que la serie habría subido mucho su nivel. Al no hacerlo, queda en un noir de sello original, resultón, con puntos de calidad bien conseguidos y que entretiene (sin estridencias) más que la media.
Con esto nos quedamos.
