Sin duda, uno de los campos más apasionantes de la ciencia contemporánea es la neurociencia, centrada en el sistema nervioso, y en cómo el soporte biológico da lugar a la cognición y la conducta. El cerebro es un órgano clave para comprender qué somos, con todos nuestros matices, cómo nos comportamos, tanto a nivel individual como social, pero también cómo somos capaces de llegar a aprender, perfeccionar e innovar, tanto en tareas motoras simples como en complejas obras artísticas que enriquecen el mundo en el que vivimos y nos llevan a influir en otros de formas insospechadas.
¿Cómo almacenan las células de nuestro sistema nervioso la memoria? ¿Cómo logran aprender de las experiencias? ¿Cómo se generan las emociones y la conciencia? ¿Cómo soñamos? ¿Cómo percibimos que algo es “artístico”? De todas las manifestaciones de nuestra capacidad sintiente, tal vez la creatividad sea una de las más enigmáticas, influyentes y complejas. En el ensayo “El cerebro del artista” (Shackleton Books), la doctora en Neurobiología Mara Dierssen Sotos intenta sentar unas bases fisiológicas que ayudan a entender a un nivel básico la génesis del impulso creativo, desde los inicios del pensamiento abstracto humano hasta la explosividad artística que vivimos en nuestros días.
Con frecuentes referencias a especialistas internacionales en neurociencia, arte y fisiología evolutiva, Mara Dierssen se centra especialmente en las artes visuales y la música, utilizando también material directo de varias conferencias divulgativas de cosecha propia. Estamos ante un ensayo relativamente breve, que no llega a las doscientas páginas, jalonado por ilustraciones y diagramas, que no busca impartir una clase magistral sobre neurobiología, sino ayudar que el lector comprenda la experiencia creativa desde el punto de vista de la actividad del cerebro, sin duda el órgano más complejo y versátil del ser humano.
La autora de «El cerebro del artista» nos ofrece un viaje fascinante y accesible a través del origen y la transmisión del mismo pensamiento humano a nivel físico y químico, y de los cambios por los que atraviesa la percepción y la conciencia a nivel básico para generar obras de arte. Dierssen completa un somero recorrido a través de distintas corrientes artísticas, y las analiza desde una perspectiva científica y técnica, tanto a nivel perceptivo como de reproducción de patrones. A partir de una definición sobre lo artístico, la autora disecciona a nivel físico los principales órganos sensoriales para dilucidar las bases de nuestro sentido de la creatividad.
Como no puede ser de otra forma, en “El cerebro del artista” también tienen cabida los diferentes transtornos de la percepción y el procesamiento mental, claves en ocasiones del “genio” de algunos celebrados artistas, y causa de desdicha en otros enfermos.
Estamos ante un ensayo breve y accesible, que no sorprenderá o interesará a lectores ya iniciados en neurociencia, pero disfrutable por otros que buscan descubrir por primera vez los rudimentos de la percepción y el comportamiento humanos. Dierssen nos ofrece un pequeño manual con vocación divulgativa al que le falta contenido por lo inabarcable del tema que trata -de hecho en el texto la autora parece deslizar que podría haber un segundo volumen- pero que contentará sin duda a lectores primerizos.
Mara Dierssen (Santander, 1961) es doctora en Neurobiología por la Universidad de Cantabria y directora de investigación en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona. Su ámbito de investigación principal es el estudio de los procesos de memoria y aprendizaje. En concreto, se ha especializado en el síndrome de Down, con una investigación de vanguardia a escala mundial sobre las bases genéticas de la discapacidad intelectual. Sus investigaciones en el ámbito terapéutico también han permitido mejorar el rendimiento cognitivo de las personas con síndrome de Down.
Dierssen ha recibido numerosos reconocimientos a su trayectoria investigadora, entre los que destacan el Premio Nacional de Pensamiento y Cultura Científica, otorgado por la Generalitat de Cataluña en 2008, y los premios Jaime Blanco, Ramón Trias Fargas, Sisley Lejeune, Hillie Mahoney, y otros muchos por su investigación sobre el síndrome de Down. Ha sido presidenta de la Sociedad Española de Neurociencia (2013-2015), y de la International Behavioral and Neural Genetics Society, y actualmente es presidenta (y fundadora en 2014) de la Trisomy 21 Research Society. Es miembro de la Academia Europea, que agrupa a los principales científicos y catedráticos de toda Europa, colegiada de honor del Colegio de Médicos de Santander y alumna distinguida de la Universidad de Cantabria.