Vamos a entrar de nuevo en el mundo de la historieta, de los cómics o de los tebeos, como queráis llamarlo. Todos nosotros, o al menos los lectores habituales de esta página, sabemos que no es necesaria la animación a la lectura de cómics, y por eso nos centraremos en dos aspectos que considero importantes: por una parte, el aprovechamiento didáctico del interés que su lectura despierta en los niños y, por otra, la manera de educar la mirada y el gusto estético.
Lamentablemente, en España no hay una tradición cultural que valore positivamente este medio expresivo, ni existe una industria tan desarrollada como en otros países europeos… a pesar de la calidad tanto de los dibujantes como de los guionistas españoles, que ha sido reconocida en todo el mundo (recordemos los recientes premios Eisner que han conseguido Juanjo Guarnido, Juan Díaz Canales y David Aja). En Angulema (Francia) existe un museo del cómic en el que se puede ver el desarrollo del mismo en ese país y también, aunque en menor medida, en los Estados Unidos. Este museo incluye un taller y otra serie de dependencias entre las que se encuentra una atractiva y completísima biblioteca en la que sorprende la cantidad de historietas publicadas en el país vecino y su tremenda calidad.
Sin embargo, aquí, somos testigos de una colonización cultural americana en este campo, que podemos comprobar deteniéndonos ante los expositores de cualquier tienda especializada y observando la ingente cantidad de superhéroes que protagonizan las portadas. Este es uno de los motivos por los que es tan necesaria la orientación por parte del lector veterano sensible e informado para guiar al joven lector, ofreciéndole las creaciones más interesantes, que no siempre están tan a la vista.
No obstante, en los últimos años van apareciendo experiencias que demuestran la utilidad didáctica de la historieta, bien para el estudio de la lengua a través del análisis de un lenguaje que es familiar para el niño, bien para el conocimiento de épocas y procesos históricos… Incluso a través de su uso en campañas informativas o publicitarias.
Sería un trabajo ímprobo el proponer un guión de diseño de actividades completas, debido a que cada álbum de cómics sugiere una actividad distinta, pero podemos proponer alguna a modo de ejemplo, veamos:
– Los más pequeños hojean los tebeos atraídos por sus ilustraciones y tratan de interpretar su contenido, actividad mucho más compleja de lo que pensamos debido a las elipsis que se producen entre las viñetas y los convencionalismos del género. Usando historietas mudas como las de “El zoo de Antón”, de Juan Berrio, lo más indicado sería hablar sobre las mismas para comprobar el grado de comprensión del niño. O, también, desordenar las viñetas para que el crío las reorganice y cuente él mismo la historia; o eliminar la última viñeta para que ellos mismos terminen la historieta… El límite es la imaginación del pedagogo.
– Con alumnos de primaria podemos ya estudiar el lenguaje del cómic, sus recursos, y animar a los chavales a crear sus propios personajes e historietas; los resultados son sorprendentes… La respuesta siempre es positiva y la labor del maestro consistiría en señalar los sin duda frecuentes errores en la colocación de los bocadillos, facilitar el empleo del mayor número de recursos aplicables a la imagen, onomatopeyas, líneas cinéticas, planificación de la historieta… Para más información al respecto, podéis apoyaros en el artículo sobre “Introducción a la semiótica del cómic” disponible en esta página.
– Para los alumnos de la E.S.O. podemos propones un análisis lo más completo posible de un álbum determinado o de alguna historieta autoconclusiva. Imaginemos que queramos hablar sobre los horrores de la guerra, por ejemplo, pues si tomamos la historieta “Una misión de rutina”, del álbum “As de Pique” de Juan Giménez –uno de mis dibujantes favoritos, por cierto-, se nos presenta, mudo y con un estilo impecable, el bombardeo de una ciudad alemana (Dresde). La protagonista es una niña que desayuna con sus padres, va al colegio, comienzan a sonar las sirenas, todos se refugian… Y ella queda cautivada por la visión de los bombarderos que sueltan su mortal carga abrasando la ciudad y a la pequeña testigo inmóvil.
Presentar a los enemigos “malos” como seres humanos y víctimas es un buen pretexto para la reflexión. Pero no acaba ahí… Si queréis profundizar en aspectos de la Historia de España, por ejemplo, podéis echar mano de la obra del tristemente fallecido Antonio Hernández Palacios (“El Cid”, “Felipe II”, “Carlos V”, “Río Manzanares”, “Roncesvalles”…) o, incluso, echar mano de las adaptaciones de clásicos de la literatura de Marvel que distribuye Panini (“La Iliada”, “La Odisea”, “La Isla del Tesoro”…) para hacer comparativas en clase de Lengua y Literatura. O tirar de la adaptación del capitán Alatriste dibujada por Joan Mundet (disponibles “El capitán Alatriste” y “Limpieza de sangre”) para aproximarnos tanto a la Historia del Siglo de Oro español como a algunos de sus protagonistas.
Pero no hemos de quedarnos en la interpretación de las imágenes y en su composición gráfica, sino que podemos estudiar también las formas expresivas lingüísticas y la historia en general: podríamos, por ejemplo, encontrar términos poco utilizados y típicos de la historia que estamos narrando… Tomando como ejemplo el “Alatriste” de Joan Mundet ya mencionado antes, se podrían buscar los significados de palabras en desuso tales como “jaque”, “herreruelo”, “herreruza”, “ropera”, “talabarte”…
Y no nos olvidemos de la importancia de las diapositivas para comentar una portada o una determinada viñeta. Sí… Las diapositivas. ¿Que por qué? Simple: tal y como describe Eisner el cómic, se trata de un arte secuencial y hay obras cuyas portadas e, incluso, sus viñetas son pequeñas obras de arte en sí mismas que merecen y requieren un análisis completo equivalente al que haríamos de un cuadro. El análisis de la postura del personaje, lo que nos sugiere el gesto, el escenario en el que se enmarca, la importancia de las líneas cinéticas o de las onomatopeyas…
En fin, como decíamos al principio, lo importante con los cómics no es que los niños los lean –esto se supone-, sino la forma en la que los leen y la calidad de la lectura, así que ya “tebeo” releyendo y buscando (qué juego de palabras más malo, por Dios) buenos cómics porque tus alumnos, tus hijos o tú mismo os merecéis el disfrute estético que os pueden proporcionar.
Si queréis una bibliografía especializada con respecto a este tema, te remito a la segunda parte del artículo “Introducción a la semiótica del cómic”, pero la complementaré con dos pequeñas joyas que, aunque tienen ya algunos años, no pierden vigencia:
“El discurso del cómic”. Luis Gasca. Cátedra 1988
“Imágenes en acción”. M. Alonso. Akal 1990