El libro que os presentamos comienza de forma muy inusual: asumiendo la inminente caducidad de su contenido. Esto es algo inherente a un libro de ciencia, lo sabemos, pero no por ello resulta menos excepcional el leerlo de forma tan franca y directa. Con ello, Katie Mack (USA, 1981) no solo nos muestra un reflejo de su estilo al hacer divulgación científica, desinhibido y honestamente clarificador, sino también su forma de entender la ciencia, abierta al cambio y a la transformación de lo conocido a través del nuevo conocimiento proveniente de lo desconocido.
Si algo nos ha fascinado conocer, como seres humanos, es, como dice la canción de Siniestro Total, “quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos”. Mack, astrofísicamente hablando (como dice su subtítulo), nos lleva a reflexionar sobre “el fin de todo”, el fin de nuestro universo conocido. Una incógnita que viene creciendo con el paso del tiempo, de la que se han ocupado áreas tan distintas como la metafísica o la teología, que ha explotado como campo de estudio científico desde que hemos confirmado la hipótesis del Big Bang y que, posiblemente, como nos advierte Mack al inicio, estemos cerca de confirmar en su forma definitiva.
Hasta entonces, este libro nos hará reflexionar y disfrutar, por poco que la incógnita dure, de la emoción del camino hacia el descubrimiento. De la mano de Katie Mack, cuan Doctores Strange, abriremos los ojos a todos los distintos fines posibles de nuestro universo, veremos sus distintas formas y características, así como sus distintos problemas teóricos y prácticos. Viendo cómo, independientemente de cual de las distintas posibilidades acabemos confirmando al final, nuestro final es definitivo y no tiene vuelta atrás.
No obstante, como todo camino, antes de llegar al final debemos comenzar por el principio: el Big Bang. De hecho, Mack hace un repaso muy didáctico a un modelo tan popularmente simplificado que poco se parece lo que se piensa que es a lo que fue: ni la “singularidad” es un concepto tan simple como parece, ni la explosión fue un único e inmediato proceso, ni tuvo lugar desde un centro concreto en todas direcciones. Si tal es tu idea del Big Bang, este libro te hará substituir, con una sonrisa y de forma sencilla, tu creencia por conocimiento.
A partir de aquí, Mack analiza cinco modelos del fin del universo, con sus distintos grados de probabilidad: (1) la gran implosión (Big Crunch), dónde nuestro universo volvería sobre sus pasos hacia una nueva “singularidad”; (2) la muerte térmica, dónde el espacio se estira sin fin hasta llegar a un contexto en el cual todas las cosas son, simultáneamente, imposibles y probables; (3) un gran desgarro (Big Rip), por el que nos desparramaríamos dolorosamente hacia un lento y angustioso final; (4) la desintegración del vacío, posible ahora mismo aunque muy poco probable hasta dentro de billones de años, con una desaparición casi instantánea de todas las cosas; o (5) el rebote (modelo ecpirótico), un modelo basado en la hipótesis de un universo-membrana-3D, el nuestro, que habría chocado, y volvería a hacerlo, con otros universos-membrana-xD dentro de un hiperespacio multidimensional.
Los cinco modelos anclan sus cimientos teóricos en una teoría de la relatividad que se sabe insuficiente para explicar las bases de todo lo que es/somos, pero a la que superar se está convirtiendo en una carrera de largo recorrido que se encuentra, además, con una dificultad inesperada: la de obtener datos relevantes.
Este es otro aspecto muy interesante del discurso de Mack. A lo largo de todo el libro, son numerosas las referencias a los modelos teóricos más actuales y a las barreras técnicas para poder confirmarlos. Si la cosmología parece tener claro que la observación de Big Bang o, mejor dicho, del “universo primigenio”, es la mejor forma para confirmar/refutar estos modelos. También tiene claro que, si bien es posible acercarnos a sus primeros instantes, no lo es el acercarnos lo suficiente como para reproducir sus exactas condiciones iniciales. Una imposibilidad que podría dar al traste con el intento por confirmar, definitivamente, un modelo para el fin de nuestro universo. ¿Estamos preparados para vivir con esta incertidumbre? Y la ciencia, ¿puede convivir con el hecho de deber moverse, por necesidad, en las fronteras difusas de la probabilidad?
Otro elemento interesante de este libro es su referencia a la tensión innovación/prudencia y a cómo la ciencia, especialmente cuando se manejan altísimas energías, se ha movido a través del fino filo de esta navaja. Porque alguno de sus instrumentos, como el mismísimo Gran Colisionador de Hadrones (LHC, en sus siglas en inglés) o el LIGO, realizan experimentos cuyas circunstancias podrían, con una bajísima probabilidad, pero sí podrían, acabar con el universo entero. ¿Qué pensaría nuestra sociedad contemporánea, tan adversa al riesgo, si fuese consciente de esto? Mejor no pensarlo.
‘El fin de todo’ (Crítica, 2021) educa, entretiene y divierte. Katie Mack no solo repasa los últimos modelos del fin del universo, en sus versiones más actualizadas, con un lenguaje accesible a todos. Si no que, además, reflexiona sin agobios sobre las barreras que la realidad física puede imponer para que, algún día, podamos llegar a confirmar/refutar alguno de ellos. Sin perder la esperanza, claro, porque consigamos abrir los ojos a una nueva interpretación sobre la información ya disponible. Eso sí, insiste en que tengamos claro que vivimos una carrera contra el reloj en la que nuestro final es inevitable. Ahora solo queda resolver la incógnita sobre si será en billones de años o bien ahora mismo. Ya.