Muchas veces compro o pido libros de manera impulsiva. Cuando vi en la página de Siruela “El frágil vuelo de los pájaros”, de Christie Watson y leí la sinopsis, me pareció fascinante que se publicase literatura africana, así que no dudé en apuntármelo. Ni que decir tiene que cuando me llegó me sentí bastante decepcionada de que la autora no fuera la nueva Chimamanda N’Gozi Adichie sino una enfermera de Reino Unido. Le cogí un poco de manía al libro pero no tenía razón, Siruela es una editorial que escoge muy bien a sus autores y creo que todo lo que he leído de Siruela siempre me ha encantado.

 

Blessing, Ezikiel y el cambio radical de vida

Blessing es una niña de doce años que vive en una situación privilegiada en Lagos, Nigeria. Su padre es un alto ejecutivo y ellos llevan una vida occidental en unos apartamentos especiales donde no les falta de nada mientras estudian y se preparan para el futuro. Sin embargo, su vida da un giro radical cuando Mama encuentra a su padre con otra mujer y tanto ella como sus dos hijos, deben abandonar las comodidades de la ciudad y refugiarse en el pueblo natal de ella, una población que sufre y vive de la petrolera occidental.

Cuando llegan al pueblo se dan cuenta de que su vida ha evolucionado de manera inesperada, convirtiéndose en una familia pobre con acceso intermitente a un generador, sin poder conservar bien los alimentos y con unas condiciones higiénicas bastante preocupantes. Allí viven Abuela y Alhaji, ella una partera rural a la que reclaman de todos los pueblos circundantes; él, un ingeniero al que no contratan por ser local, convertido al islam y con delirios de grandeza que gasta todo el dinero que entra en casa en ir al Club Ejecutivo.

Así que Mama tiene que conseguir un trabajo, Blessing se ve obligada a dejar la escuela porque es muy cara y Ezikiel, después de tener problemas por la violencia local, decide abandonar los estudios y radicalizarse en contra de la población occidental que explota los recursos de la zona.

 

El poder de las mujeres y la fragilidad de la vida

La novela es en un tanto por ciento similar, preciosa y dura. Tras el shock inicial en el que Blessing ve que su vida va a empeorar por completo, sus reuniones con Abuela van llenando su corazón de esperanza pero también de un gran desasosiego. La historia está contada en primera persona, de una Blessing adulta a su hija de doce años y tiene un ritmo coherente, con algunos episodios más movidos e intensos pero que no tienen nada que envidiar a los capítulos en los que la vida rural se desarrolla con calma y las interacciones entre Abuela y Blessing, especialmente en las que Abuela cuenta historias a la luz de la luna, son los protagonistas.

Las mujeres llevan el peso de la vida en el pueblo, puesto que Alhaji, aunque es respetado por su estatus fuera y tiene, lamentablemente poder de decisión sobre cosas importantes, es un poco un maniquí que no se mete en los asuntos de las féminas más que para tomar una segunda esposa y enfadar a Abuela o decidir que Blessing no estudiará más. Sin embargo, es una figura de bastante patetismo, porque sus quiero y no puedo llevan a la familia a vivir en circunstancias paupérrimas y poner en peligro la vida de Ezikiel negando su alergia a los frutos secos y pensando que el poder de Alá le protege.

Especialmente crudos son los capítulos en los que Abuela y Blessing van a asistir partos en la zona. Pero aunque duros, es importante leerlos con atención. En Nigeria un 27% de las mujeres han sido víctimas de la ablación genital femenina que, además de ser una práctica que atenta contra los derechos humanos básicos, pone en peligro la vida de las niñas y de las mujeres cuando tienen que dar a luz. Es por ello que Abuela debe explicar con todos los detalles más crudos a Blessing cómo actuar y cómo son los casos que va a encontrarse cuando tenga que asistir partos sin su consejo.

Respecto a Ezikiel, aunque puede que sea el personaje que más rechazo me ha causado, se trata de un joven que, al mudarse al pueblo y verse obligado a convertirse al islam por su abuelo, se va radicalizando poco a poco al entrar en contacto con los Chicos Sibeye. Así, llevará a cabo acciones que pondrán muy en peligro la vida de la familia, cuyas consecuencias serán fundamentales en la resolución de la trama del libro.

Para mí, a pesar de mis recelos iniciales, ha sido un grandísimo descubrimiento. Tiene un ritmo ágil y constante, Watson ha hecho un trabajo de documentación tanto de primera mano como de estudios muy loable y consigue crear unos personajes atractivos para todos los lectores (como son Blessing y Abuela, además de Ezikiel pero por los motivos opuestos). Trata la problemática de la ablación femenina con crudeza pero sin tapujos, poniendo a sus personajes en el brete de si realizarla cuando la solicitan es algo totalmente inmoral o se debe respetar los deseos de las madres tradicionales.

La vida y la muerte se dan cita de manera problemática en el libro pero reconfortan las interacciones sociales y el apoyo mutuo de unas personas que se necesitan, que necesitan confiar unos en otros y enseñarse de padres a hijos, de abuelos a nietos. Es una visión de Nigeria que mucha gente debería leer y comprender antes de juzgar a la ligera. Para mí, un descubrimiento muy agradable y un libro que recomendaré a mis amistades.

 

By Rebecca Reid – Received from copyright holder, CC BY-SA 4.0.

Christie Watson, de enfermera a escritora

Christie Watson es un caso excepcional. Trabajaba como enfermera en Londres cuando ganó una beca para matricularse en un Máster de Escritura Creativa de la Universidad East Anglia. Y ahí comenzó su carrera literaria con “El frágil vuelo de los pájaros” que se convirtió en la novela ganadora del Costa Book Award a primera novela.

Desde entonces, ha escrito otras seis novelas, la última, “Moral Injuries” salió publicada este mismo año y esperemos verla pronto traducida al español.

Su marido es un médico nigeriano y Watson ha viajado al país africano en muchas ocasiones, documentándose prolíficamente para sus novelas. Algunas están siendo adaptadas a la televisión.

 

 

 

Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista. Trabajo en la organización de la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

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