El hombre que j#$ió el tiempo es una divertida historia de viajes temporales editada bajo el sello Aftershock y que trae a España la Editorial Planeta. Al frente de esta historia se encuentran John Layman como guionista, Karl Mostert a los lápices y Dee Cunniffe al color.
Este tomo autoconclusivo consta de 136 páginas recopiladas en un solo volumen en formato cartoné, acompañado de algunos extras muy interesantes.
Para quienes sean fans del Universo Cinematográfico Marvel (UCM) esta historia les recordará en mayor o menor medida a la serie de Disney + Loki.
El protagonista de esta historia es Sean Bennett, un simple auxiliar de laboratorio de Un mañana mejor. Allí se está desarrollando un prototipo de máquina del tiempo. Tras un primer ensayo, la máquina del tiempo funciona correctamente. Y de aquí surgen las tipicas tentaciones que todos tendriamos: viajar al pasado para cambiar las cosas malas de nuestra vida. Sean Bennet es un pobre fracasado, un simple auxiliar de laboratorio al que nadie tiene en cuenta. Su ex-novia ahora está con uno de los científicos del laboratorio, quien era su mejor amigo. Y tuvo que abandonar los estudios por no poder hacer frente a los gastos. Todo va mal en la vida de Bennet.
Tras una discusión con su antiguo mejor amigo, Bennet se marcha a un bar a ahogar sus penas. Pero allí se encuentra con una versión suya que viene del futuro. Este futuro Bennet, le anima a que utilice la propia máquina para cambiar algunos detalles del pasado para que su vida actual mejore. Y claro, si alguien del futuro te hace una recomendación así, la cosa tiene que salir bien, ¿no?
Tras viajar al pasado para arreglar su presente, vuelve a su época actual solo para descubrir que ha j#$ido el tiempo. Y la cosa se pone aún más difícil cuando la policía futura le atrapa. Tiene 48horas para solucionar la desviación temporal, o matarán a Bennet bebé para evitar que Bennet adulto j#$a el presente. ¿Difícil de seguir? pues la historia es aun más complicada. Pero contar más entraría en el spoiler
John Layman: ¿J#$ió el tiempo?
John Layman es el encargado de hacer comprensible esta loca historia de viajes temporales. La pregunta es: ¿lo consigue? La respuesta es difícil de dar. Para algunos, quizás sí. Para otros, tal vez no. Pero como él mismo cuenta en la introducción: «el libro quedaría tan bonito que no tendría que tener sentido del todo». Y esto no es una crítica a la historia. Más bien todo lo contrario. Layman ha conseguido crear una historia tan divertida y entretenida, que no hace falta que las cosas encajen a la perfección. Y esto no significa que el cómic tenga problemas para dar sentido a la historia. Pero quizás aquellas personas más entendidas de como funcionan los viajes en el tiempo puedan sacarle algunos «peros» a El hombre que j#$ió el tiempo.
Hay que reconocer que cuanto más se juega con el tiempo, más difícil es mantener una coherencia y un sentido en la historia. Por no hablar de las paradojas temporales. Pero la sensación que da al leer este cómic es que el guionista ha creado está trama como lo que es: una historia que engancha, entretiene y divierte al lector.
Layman sabe jugar muy bien con los puntos de interés a lo largo de la trama. Por ello, cuando parece que algo se va a solucionar, no hace sino empeorar todavía más. Así, el guionista conduce a Bennet al centro de una conspiración que tiene que conseguir solucionar para que la policía futura no ponga fin a su existencia.
La parte artística de los viajes temporales
Karl Mostert es la persona encargada de dibujar esta loca historia. Y el dibujante ha tenido que dibujar con ella. Cada viaje al pasado alteraba el futuro hasta límites insospechados. Esto ha permitido al artista dibujar una mezcolanza de criaturas y ambientaciones pocas veces mostradas juntas. ¿O acaso habéis visto alguna vez un policía samurái montado sobre un dinosaurio persiguiendo a alguien? No temáis por el spoiler, pues esto ocurre en la primera página de El hombre que j#$ió el tiempo. Creo que con esta viñeta tipo splashpage el equipo creativo quería dejar una cosa muy clara: esto puede ocurrir si se te ocurre j#$der el tiempo.
Las viñetas de Mostert son muy divertidas. El artista tiene un estilo claro y detallado que encaja muy bien con el tipo de historia. No embellece nada, sino que utiliza una especie de realismo algo cartoonesco para contar esta historia. Destaca en las grandes viñetas, donde el artista parece disfrutar más de componer y reflejar alocadas ideas productos de las alteraciones temporales de Bennet. Y eso añadido a que algunas de las escenas que se ven no son nada fáciles de dibujar.
Mostert ha realizado un gran trabajo en esta historia. A título personal, su increíble trabajo solo lo empaña el tipo de dibujo y expresión que le otorga a los rostros de los personajes. No es un mal dibujo ni mucho menos. Simplemente no encaja con mi gusto.
El color a través de las épocas
Dee Cunniffe se encarga de la paleta cromática de El hombre que j#$ió el tiempo. Y la verdad es que su labor no pasa desapercibida. Con tonalidades algo saturadas y jugando muy bien con al contraposición entre los colores cálidos y fríos, el artista consigue un estilo de color que podría encajar con cualquier historia.
Fin del viaje
El hombre que j#$ió el tiempo es un cómic sin demasiadas pretensiones. Simplemente una buena idea llevada a cabo. Cumple a la perfección con lo que pretende: es divertido, es entretenido, y te mantiene enganchado a sus páginas. ¿Qué más se le puede pedir a un cómic?
El guion es muy interesante. No sólo se trata de viajar al pasado para mejorar tu presente. Lo divertido es: ¿por qué tu yo futuro te diría que es una buena idea si el presente se vuelve extremadamente loco? creo que esa es la genialidad de esta obra.
La resolución de todos los misterios planteados a lo largo de la historia puede flojear en comparación con el resto de la obra, pero no quiere decir que enturbie al conjunto en sí. Y es que es muy difícil contentar a todo el mundo cuando juegas con el tiempo. Este final es el que Layman quería contar. Y eso es lo importante.
En cuanto el apartado gráfico, el estilo de dibujo y el color casan perfectamente con la obra y entre sí. Ambos artistas realizan un excelente trabajo, tan sólo perjudicado (a título subjetivo) por el estilo de Mostert a la hora de dibujar los rostros de los personajes, algo desforme que recuerda a algunos de los dibujos de la infancia (quizás a Aventuras en pañales). Pero en general un excelente trabajo, especialmente en las grandes viñetas y Splashpage, donde el lector tiene la sensación de saber que ambos artistas han disfrutado durante su elaboración.
Finalmente, a nivel de cómic creo que es una historia que puede disfrutar todo el mundo, siempre que les interesen y tengan algo de bagaje en los viajes temporales. Sino, la historia puede resultar un poco loca (más loca, quiero decir). Pero, en general, no puedo sino recomendarla.