El incienso de los espíritus concluye las aventuras de Helena Lennox en la Trilogía que comenzó con La ciudad de las sombras y que continuó en El príncipe de los prodigios. Ediciones Nocturna ha vuelto a ofrecernos una de sus cuidadas ediciones, contando para la ocasión con las ilustraciones de Lehanan Aida. Un volumen con nada más y nada menos que 652 páginas, abiertas por un Prólogo y concluidas por un Epílogo tras 42 capítulos. En la sección de Agradecimientos encontraremos toda una lista de títulos y fuentes utilizados por la autora para documentarse. Victoria, una escritora que declara utilizar el método de mapa cuando escribe, ha invertido los tres años anteriores en ahondar en la rica cultura japonesa. El resultado es un bello, detallado y delicado lienzo que gustará a su legión de seguidores y seguidoras.
Una polifacética e incansable escritora.
Victoria Álvarez (Salamanca, 1985) es historiadora del arte, trabaja como profesora en Universidad de Salamanca y está especializada en literatura artística del siglo XIX. Tras la publicación de sus primeras novelas: Hojas de dedalera (Versátil, 2011) y Las eternas (Versátil, 2012), en 2014 inició la trilogía Dreaming Spires con Tu nombre después de la lluvia (Lumen) que continuó en Contra la fuerza del viento (Lumen, 2015) y El sabor de tus heridas (Lumen, 2016). En 2017 publicó La ciudad de las sombras (Nocturna, 2017), el comienzo de la trilogía Elena Lennox, cuya historia continúa en El príncipe de los prodigios (Nocturna, 2018) y El incienso de los espíritus (Nocturna, 2019). En 2018 publicó otras dos novelas independientes: Silverville (Nocturna) y La costa de alabastro (Alianza, Runas), y en 2019 vio la luz La voz de Amunet (Nocturna), una historia ambientada en el Egipto de los faraones.
Una aventura en el Extremo Oriente.
La historia, narrada en primera persona por la protagonista, arranca con una madura Helena que sobrevuela las pirámides de Egipto pilotando un Defiant. Lleva consigo a Ruth, su joven biógrafa. En unos pocos párrafos, daremos un repaso a la historia que los lectores ya conocemos de las dos entregas previas, de tal manera que quien no las haya leído tendrá en frente unos cuantos spoilers. Pero, por otro lado, estas páginas hacen adivinar cómo han sido los años posteriores de Helena. Sea como fuere, llega el punto en el que arranca la narración de cómo fue aquel viaje que la arqueóloga realizó a Extremo Oriente, al Japón de 1924.
Tras la desaparición de la madre de Helena, esta última junto a su novio, Asghar, y su padre viajarán a Nueva York, lugar donde se habían instalado Chloë, hija de tío Oliver, y su novio, Cedric. La familia de Cedric está emparentada con los Astor, de tal manera que estos viven en una mansión de Coney Island. Sin embargo, Helena y su padre prefieren instalarse en un apartamento del Hotel Plaza. Los primeros capítulos nos trasladarán de manera vívida a ese Nueva York de los años 20, en plena ley seca y con los ecos de la Primera Guerra Mundial todavía resonando.
Una llamada de teléfono con el Museo Británico en Londres activa que una nueva misión en Japón les sea encomendada a los Lennox: Intentar avanzar en las conversaciones para que una importante muestra de arte japonés se exhiba en Londres. Esos días viajaremos hasta el barrio de Harlem, a la zona de Cotton Club, y descubriremos los garitos escondidos por la ley de la prohibición del alcohol. Habrá una redada y viviremos cómo era la vida en esos tiempos convulsos.
La citada misión consiste en colaborar en el traslado de unos valiosos kimonos para que sean expuestos en el Museo Británico. Habrá, pues, que viajar hasta la Costa Oeste de EE.UU. para, desde allí, coger un yate, el lujoso Swaraj, que los lleve a todos hasta Japón. Antes, sabremos que Chloë y Cedric van a contraer matrimonio. Los Lennox recibirán amenazas para que no lleven a cabo la misión. Estamos en marcha.
Durante el viaje, Helena se pone el día con la cultura de Japón- Por ejemplo, lee que en 1869, una vez concluidas las guerras Boshin, la antigua élite militar de los samuráis sufrió un duro revés al serles arrebatados sus principales privilegios que venían desde el siglo X. No solo se les prohibió vestirse con la indumentaria tradicional, como peinarse con su característico moño, o seguir portando espadas en la vía pública, sino que dejaron de ser la fuerza militar por excelencia al ser creada la Armada Imperial Japonesa. Los antepasados de Matsudaira Keisuke, que iba a ser su anfitrión, habían sido samuráis, de ahí la importancia de este dato en la historia.
El padre de Helena, mientras tanto, ahoga sus penas en el alcohol por la pérdida de su mujer. Esto provocará un profundo dolor a Helena y complicará la relación de los tres. Por fin, arriban en la bahía de Tokio y ven los estragos en la ciudad de un terremoto pocos años atrás.
Una vez en Japón.
Ya instalados los Lennox, nos sumergiremos en la vida de esta atractiva y singular civilización con escenas, por ejemplo, de entrenamiento samurái con la espada y sin el uso de escudo. Iremos conociendo a la familia de los Matsudaira y descubriremos una faceta muy interesante de la matriarca de la casa. El teatro kabuki es una de las principales artes del país para los antiguos samuráis, algo tan noble como la ceremonia del té, los arreglos florales o el arte de la caligrafía. La narración cuida todos los detalles que nos rodean.
La anfitriona les desvela que es una de las pocas que pueden interpretar papeles femeninos en ese teatro tan ancestral y durante una representación en un cementerio se creará una situación comprometida para nuestra Helena Lennox.
Siento decirlo, pero ustedes no son una familia: son un imán para las desgracias.
Espíritus y leyendas.
Por fin, conoceremos que el incienso convocador de espíritus, llamado hangon-kõ, tiene una gran importancia en nuestra historia. Esta receta solo la posee la familia Daikoji, la cual precisamente desea la empresa de Matsudaira. La exposición de bellos Kimonos estará en peligro y las amenazas de muerte de esta familia, que ya eres fueron anticipadas en Nueva York, se van a ver cumplidas en Japón.
Los personajes empiezan a desfilar ante nosotros, pero quedaos con nombres tales como los de Tsuyu, la mujer de Keisuke, y su hijo, Kõitsu. Shintarõ es el subdirector de la compañía y acompañará a los Lennox desde su llegada. Otros muchos entrarán y saldrán (no puedo decir algunos nombres por no incurrir en spoilers) en una trama que crece y se enrevesa.
-Levanté la barbilla sin dejar de mirarle, consciente de que se me habían empeñado los ojos de ira-. Si a uno de esos malnacidos se le ocurre tocar otra vez a mí hombre, Shintarõ, le juro por Dios que le enseñaré lo que es el arrepentimiento.
Aventuras, emociones, pasión, peligros y romanticismo con alma de mujer
Sabréis quién es Aiko, navegaremos y dormiremos en el yate Swaraj, seremos atendidos por el doctor Kaneda, viajaremos en rickshaw por los barrios de Tokio, escucharemos la música del shamisen, temeremos a la Yakuza, dormiremos en un futón, nos alojaremos en el hotel Amaterasu. Habrá espías y subtramas que escupirán peligros en cada esquina. Gozaremos con la ansiada página 501 (no digo mas), alcanzareis el escondite del Clan del Acónito, perseguiremos un Mitsubishi a los mandos de un Alfa Romeo, tendremos a un embajador contra las cuerdas y no faltarán unos cuantos giros inesperados.
Conclusiones.
Una historia de despedidas, pero también de reencuentros y esperanza. La novela nos ofrece de manera bien construida una historia de recuerdos, aventura, viajes, pérdidas y muertes, sueños premonitorios, tensión, todo narrado en un tono sencillo, pero repleto de color y detalle, casi podemos oler las flores y el incienso. Como digo, todo un precioso lienzo de sorpresas, apariciones inesperadas, noticias lejanas. La vívida narración nos llevará a una representación teatral que está maldita y veremos si aquí se cumple esa maldición.
La última novela de la trilogía muestra una evolución en los dos protagonistas; Helena focaliza nuestra atención, sobre todo en su manera de actuar y resolver los problemas. Su madurez, sus reflexiones y la relación para con su pareja y sus padres. Respecto a la ambientación, se nota el trabajo de investigación de la autora. El resultado se traduce en un libro quizá demasiado extenso, pero que mantiene viva la esencia de la trilogía en cada página. El incienso de los espíritus es un excelente broche para los personajes. Una estupenda manera de viajar con todo lujo de detalles a esos paisajes que solo Victoria Álvarez sabe pintar de manera tan personal.
Antes de despedirme
Victoria Álvarez te esperamos en tu siguiente aventura. Sayõnara amig@s!