En la mayoría de familias hay secretos. Hechos poco conocidos, a veces ocultos, que quedan sumergidos por el paso del tiempo y las generaciones. Si eso ocurre con familias más o menos corrientes, imaginaos cuando eres descendiente directa de la Duquesa de Osuna. Los secretos familiares se convierten casi en secretos de estado, hechos históricos e incluso maldiciones que atormentan el paso de las distintas generaciones. Clara Tahoces forma parte de ese linaje y la maldición familiar siempre ha estado flotando sobre su familia. Si a ese marco sumamos que la Duquesa fue la impulsora de un lugar tan excepcional como El Capricho en Madrid, hace inevitable que «El jardín de las brujas», publicada por Ediciones B, se convierta en una lectura muy atractiva. La novela mezcla realidad y ficción… ¿o no?
El argumento
UNA MALDICIÓN CENTENARIA.
En la familia de Clara existe una leyenda: una maldición acecha la vida de todos sus miembros. Cuando decide indagar sobre el origen desconocido de esta oscura herencia, se embarca en una búsqueda que le llevará hasta el siglo XVIII y la historia de su antepasada, la IX Duquesa de Osuna.
UN JARDÍN REPLETO DE SÍMBOLOS OCULTOS, UNA SERIE DE CUADROS CON UN PODER MÁGICO.
Ensombrecida por la muerte de varios de sus hijos, la duquesa se refugia en el diseño de su jardín a las afueras de la capital: El Capricho. Además, encargará a Goya seis de sus cuadros más oscuros, que expondrá en sus dependencias privadas. Clara empieza a investigar sobre la relación de su antepasada con la magia y el misterio, descubriendo que solo en su jardín privado pueden esconderse las claves para conocer su mundo y su historia.
Una advertencia antes de comenzar con la reseña: quizás las ideas que maneja la sinopsis oficial no sean el mejor acercamiento a «El jardín de las brujas». O quizás sea cosa mía, quién sabe. Lo que nos encontramos en «El jardín de las brujas» es una novela divida en dos partes muy diferenciadas con algunos fragmentos de transición.
La primera parte, que ocupa gran parte de la narración, es un estudio, a medio camino entre la investigación cultural e histórica, muy periodística, acerca de la IX Duquesa de Osuna y sus complejas relaciones familiares. La segunda parte de la novela, el último tercio del libro, es una aparente ficción, que permite dar un cierre la investigación. Ambos elementos, realidad y ficción, se encuentran en un equilibrio a lo largo de las más de 300 páginas del relato.
La narración de la historia corre a cuenta de la voz de la propia Clara Tahoces. Ese rasgo permite conseguir una cercanía con los lectores, una especie de confidencia velada, que funciona muy bien con el tono general de la novela. La primera parte centra la atención en la genealogía de la IX Duquesa de Osuna, sus relaciones históricas y la génesis de la supuesta maldición familiar. Algunos capítulos nos llevan a finales del siglo XVIII para leer hechos destacados, cambiando la voz narrativa a tercera persona, pero la gran parte de la narración transcurre en tiempo presente.
«El jardín de las brujas» es el resumen de una historia familiar con rasgos de leyenda, una investigación periodística y unas pinceladas de ficción, bajo el paraguas de las obras de Goya y con vistas a los jardines de El Capricho. Una historia que no merecía perderse en un cajón, pese a los altibajos que presenta.
El inicio de la novela es intrigante y muy atractivo para el lector, pero con el paso de las páginas hay que enfrentarse al hecho de que «El jardín de las brujas» es, en origen, una investigación personal, histórica y periodística, con temas en común con las ramas familiares de la autora y el arte. Lo que se traduce en que hay que tener paciencia y cambiar el punto de vista: no puede tratarse como una novela al uso, los datos familiares e históricos se suceden rápidamente (lo que se echa de menos un buen árbol genealógico…) perdiendo (o sacrificando), a veces, el enfoque más novelesco que hacía presencia en el arranque.
«El jardín de las brujas» sufre una transformación en su parte media, donde comienza a dejar atrás la acumulación de datos para centrar su atención en El Capricho, la figura de la Duquesa y las obras de Goya. Poco más se puede contar para no desvelar elementos de la trama pero la manera y forma en la que que se trata la parte de la investigación referida a Goya es una de las mejores partes de la novela, plagada de interés y adquiriendo un sentido de novela iniciática, repleta de simbolismo. Uno de los referentes más claros quizás sea la obra de Javier Sierra (también presente en el libro), en concreto su «El maestro del Prado».
La segunda parte en las que se divide «El jardín de las brujas» supone un cierre a la investigación que, por su naturaleza, ya había nacido inconclusa. Clara Tahoces tira de muestrario de ficción y buen hacer narrativo para terminar la novela al estilo Dan Brown. Ese giro cierra una historia, a medio camino entre las vivencias personales y los hechos históricos y que sin esa parte final, parte del trabajo quedaría deslucido. Quizás haya lectores que no comulguen con esta imaginativa parte final pero es un cierre correcto aunque requiere de un poco de esfuerzo.
En definitiva:
«El jardín de las brujas» es el resumen de una historia familiar con rasgos de leyenda, una investigación periodística y unas pinceladas de ficción, bajo el paraguas de las obras de Goya y con vistas a los jardines de El Capricho. Una historia que no merecía perderse en un cajón, pese a la exposición personal que Clara Tahoces hace de algunos aspectos personales y familiares.
No es una obra de lectura fluida: hay altibajos, sobre todo en su primera mitad, demasiada acumulación de fechas, nombres y relaciones familiares, además de algunas fases descriptivas demasiado complejas que hacen que se pierda el enfoque. Si se supera esa cima el resto del recorrido merece la pena, entre Goya, rituales y una segunda parte, de lleno en el campo de la ficción, que cierra la novela. Y merece la pena por asomarse a los jardines de El Capricho, uno de los mejores secretos de la capital.