¿Y cómo? Bueno, pues una simple bañista se topa con un cuerpo decapitado mientras toma un baño en la costa griega, y la inspectora Elora Petrajos se hace cargo de la investigación en una Atenas consumida por la crisis social y política. Junto al cuerpo del decapitado se encuentra el de uno delos secuaces que “pescaron” a Poseidón, que resulta ser un elemento de una organización parapolicial ligada al partido “Amanecer dorado”. Elora toma conciencia de que el cuerpo decapitado (el de Poseidón, obviamente), no sólo permanece prácticamente incorrupto, sino que sus heridas están curando post mortem y que su ADN no es reconocible ni decodificable. Su investigación llega a un punto bastante interesante… Y molesto para algunos elementos.
De allí saltamos a Newark, New Jersey: una especie de “iluminado” se automutila metiendo la mano en un triturador de madera. No hace más que hablar de una especie de extraño veneno que controla a la gente y, con su propia sangre, hace un extraño dibujo con una leyenda en griego antiguo en una de las paredes de su habitación en el hospital.
Curiosamente es ese insolito veneno el que puede poner en contacto a la inspectora griega y al detective estadounidense, pues en los cuerpos encontrados por la bañista se encuentran trazas de esa toxina no identificada.
Pero no son los únicos implicados en la guerra entre los dioses: Vendel Chaz es un hacker que entra en la base de datos internacional de ADN, y ve lo que la policía griega ha encontrado. Este joven pirata informático es contactado por las moiras, que buscan su ayuda ya que ninguna de ellas selló el destino de Poseidón. Vendel Chaz no tiene más remedio que cooperar, bajo la amenaza de ser desenmascarado. Y después de que las moiras pusiesen a prueba toda su pericia forzándolo a desactivar una amenaza mundial. Obviamente, el hacker acepta ayudarlas a localizar al “rey pez”.
Mientras tanto, los dioses siguen su vida… En el sentido más amplio de la palabra: Zeus siempre ha sido un dios muy promiscuo, y la cabra tira al monte… ¡Y más aún si se apoya en la viagra! Ahí lo tenemos, seduciendo a una joven rubia y satisfaciendo sus bajos instintos para después, merced a sus poderes de transformación, desaparecer como si nada. Pero el que sepa algo de mitología clásica estará al tanto del celoso carácter de Hera, que intercepta a esa muchacha para encerrarla en una especie de mazmorra junto a lo que parecen ser el resto de conquistas del dios del rayo. En ese momento descubriremos también el origen de la enorme fortuna que los dioses olímpicos manejan y la tremenda nostalgia que siente Zeus por la gloria perdida.
Pero… ¿Qué ocurrirá entonces? Bueno, Solsticio es puesto bajo vigilancia, y… Ocurrirá algo que a las autoridades policiales no les va a gustar nada. La pelota en esta guerra soterrada entre antiguas divinidades está en este momento en el tejado de los humanos. ¿Qué papel jugarán en ella? Nos toca esperar para saberlo.
Poco a poco van cayendo las piezas del rompecabezas que supone esta novedosa trama, y el cambio de juego que ha supuesto la inclusión de los humano supone un soplo de aire fresco dentro de una dura guerra soterrada que no puede dejarlos al margen, y mucho menos en una sociedad en la que la información está tan globalizada como es ésta. Comienza de manera que los hechos no parecen interrelacionados, pero poco a poco vamos viendo cómo se desarrolla la trama y el planteamiento empieza a encajar. El guión sigue siendo sólido, atrayente y, en algunos momentos, desconcertante. Un gran trabajo de Henscher y Herzet, que mantienen el listón muy alto.
Por otra parte, el dibujo de Rafa Sandoval mantiene un curioso equilibrio entre sobriedad y espectacularidad con un dibujo muy bien definido y delineado en escenas llenas de fuerza y dinamismo, así como trabaja con un apropiado lenguaje gestual. Sin duda un trabajo que se ve reforzado por el estupendo trabajo del resto del equipo, como son las detalladas y minuciosas tintas de Jordi Tarragona o el preciso color de David García Cruz.
Los únicos puntos flacos que he podido encontrar en el cómic son dos pequeños errores de raccord: por una parte, habría estado bien el poder leer el texto en griego antiguo que dibuja el personaje hospitalizado en las paredes de su habitación. Creo que se puede leer “αφψολ” (afpsol). Pensé que era algún tipo de alusión a Apolo, pero en griego antiguo creo recordar que se lo denominaba como “Ἀπόλλων” (Apólon). Pensé que podría ser alguna acepción relacionada con la serpiente, pero en griego antiguo serpiente se dice “ὄφις” (ófís), que tampoco encajaría. Un misterio que queda pendiente para otras entregas.
Hablando de explicaciones accesorias, este impecable volumen de 48 páginas a todo color encuadernadas en cartoné, incluye un pequeño árbol genealógico en las portadas interiores, pensado para aquellos que no estén lo suficientemente familiarizados con la mitología griega como para tener presente el parentesco que une a los dioses olímpicos restantes.
Una historia novedosa, ágil, con pequeñas perlas de humor (en ocasiones bastante negro) y guiños al carácter de los propios dioses (personificado en los celos de Hera). Una puesta en escena salvaje y sorprendente a través de una planificación enérgica y llena de acción. Una suerte de epopeya crepuscular de los dioses griegos que nos ofrece un escenario agradable y atractivo.
Desde luego, queridos lectores, el suspense final de este volumen (que os invito a descubrir) me ha dejado con unas enormes ganas de saber cómo continúa esta saga. ¿Habrá un nuevo dios que engrose la estantería de trofeos de Thymos? ¿Se aliarán olímpicos y humanos para poner freno a esta cacería? Es tu turno para poder averiguarlo, querido lector. Pero una cosa es segura: el transcurso de esta aventura no dejará a nadie indiferente.