boba fett

La primera temporada (¿y única?) de “El libro de Boba Fett” ya está disponible al completo en Disney+. Consta de siete episodios, entre los cuales hay un par muy buenos, algunos aceptables y otros que me habrían venido bien para echar la siesta. Es una amalgama de argumentos dispares llena de altibajos. Más que una serie con trama principal y subtramas, parece confeccionada a partir de retales de otras historias que Jon Favreau y Dave Filoni no sabían dónde meter. Eso, o es que Disney+ necesitaba más contenido de Star Wars y el nombre de Boba Fett sonaba a señuelo efectivo, así que algo había que inventar. Quizás sea una mezcla de ambas cosas.

Viendo la serie completa y del tirón (semana a semana es muy probable que me hubiese dado pereza acabarla), mi impresión es que los creadores sabían dónde empezaba la historia y cuál era el (previsible) desenlace, pero muy poco de su nudo. “¿Y si Boba ocupase el lugar de Jabba el Hutt?” no es mal punto de partida, pero eso es todo lo que ha sido.

De hecho, los flashbacks explicando cómo sobrevivió y qué estuvo haciendo hasta reaparecer en “The Mandalorian” son, de lejos, la trama mejor planteada y más interesante… de las que incluyen al personaje. No nos engañemos, eso tampoco es decir mucho, aunque al menos es evidente que había algo que de verdad querían contar: un relato de resistencia, de reivindicación del derecho de los nativos a su tierra (dada la ascendencia maorí de Temuera Morrison es comprensible que algo así fuese muy de su agrado), de familia y venganza. Pero no es suficiente como para construir una serie a su alrededor. No cuando el presente es tan lento y aburrido, un politiqueo soso para rellenar minutos hasta llegar a lo bueno.

Lo bueno son unos capítulos que bien podrían formar parte de la temporada 3 de “The Mandalorian”. No, no podrían: deberían. “El libro de Boba Fett” gana enormemente en calidad en este tramo, pero con ello su título deja de tener sentido. Nunca he sido fan del cazarrecompensas y encuentro la fascinación con el personaje exagerada. No obstante, puedo imaginar la decepción de sus admiradores al verle eclipsado de tal manera en el que debía de ser su momento. Habría sido preferible incluirle de nuevo como secundario en la serie de Din Djarin (Pedro Pascal), a convertirle en un cameo en la suya propia.

El diseño de producción, la banda sonora, así como los guiños, referencias y conexiones con el resto del universo, hacen que el visionado sea más llevadero cuando el guion no acompaña. Sin embargo, todo ello no deja de ser guarnición para un plato principal que no da la talla. Ni siquiera al final, cuando hasta la acción se vuelve monótona, extendiéndose demasiado en busca de una épica que simplemente no está ahí.

Espero con ansias las nuevas aventuras del mandaloriano. En cuanto a Boba, lo siento, pero su libro no merece un segundo volumen. Y el personaje seguramente merece algo mejor que ser protagonista a título honorífico. Hasta que tenga algo significativo que aportar, por mi puede quedarse en Tatooine.

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