Desde Fantasymundo hemos realizado una sucinta indagación sobre El Libro de los Cuentos Perdidos, tratando de aportar un somero detalle de su ordenación editorial y de la cronología creativa que le afecta. El estudio, realizado por capítulos sucesivos de forma concisa y de acuerdo con su presentación, no pretende ser un resumen de contenidos ni tampoco un cronograma al uso, aunque aborda y destaca en algunos casos, siempre desde el ámbito de lo subjetivo, elementos de interés y relevancia.
El Libro de los Cuentos Perdidos es una fuente casi inagotable de conocimiento sobre la primera poesía de J.R.R. Tolkien y su lectura. Produce una sensación de auténtico deleite, aunque en parte también destila cierta amargura.
La concepción cosmogónica primigenia, el desarrollo cosmológico de la creación y la fuerte presencia del elemento feérico, afloran con enorme fuerza desde el comienzo, y eso es algo digno de significar… Cabe destacar, igualmente, las implicaciones teológicas de la asentada convicción cristiano-católica del autor, y la fuerte intencionalidad de sus motivos al escribirlo:
“… desde mis días tempranos me afligió la pobreza de mi propio amado país: no tenía historias propias vinculadas con su lengua y su suelo, no de la cualidad que yo buscaba y encontraba (como ingredientes) en las leyendas de otras tierras” (Carta nº 131, Cartas).
El recurso narrativo que enlaza la trama estructural, adquiere una dimensión eminentemente personal a través del marinero Eriol/Ælfwine (un “hijo de Eärendel” —un hombre errante—, según se detalla en el esbozo original titulado Historia de la vida de Eriol, que no se reproduce en la edición). Es este un personaje de profunda raíz historiográfica (Tolkien desarrolló ciertas teorías en conexión con el Beowulf) y onírica, que mantuvo su presencia como vínculo de conexión en la voluntad de documentar una “historia de viaje temporal” hasta 1945, año en el que Tolkien escribió Los Papeles del Notion Club.
En otro orden, el formato utilizado facilita una escueta percepción de la organización social de las Hadas (nombre con el que el escritor se refería a los Elfos), a través de una sucesión de personajes que actúan como narradores. Entre ellos se destacan Meril-i-Turinqi, la Señora de Tol Eressea (de los Inwir o clan real), el Gnomo Ilfiniol que “navegó en Wingilot con Eärendel durante este último viaje en el que buscaron a Kôr”, Custodio del Gong e hijo de Bronweg/Voronwë (Voronwë, el compañero de Tuor en la búsqueda de Gondolin, también en El Silmarillion publicado); y por su singularidad los niños Elfos, Vëannë y Ausir.
Los Apéndices lingüísticos que se integran en los Volúmenes 1 y 2 de la composición editorial, están basados en dos cuadernos que contienen los primeros glosarios de las lenguas élficas. En este contexto tenemos el primero, relacionado con el Quenya (Qenya original) que al parecer fue comenzado antes de 1915 (Carta nº 4, Cartas). El segundo, que tiene por título i-Lam na-Ngoldathon —‘la lengua de los Gnomos’: Goldogrin—, está fechado en 1917.
Volumen 1
1.- La Cabaña del Juego Perdido
El primer cuento de la ordenación editorial fue escrito a lápiz, en un manuscrito borroso y en hojas sueltas, con toda probabilidad durante el invierno de 1916-1917. Eso sí, existe una copia en limpio (en un cuaderno de ejercicios escolares) escrita con la letra de la esposa de Tolkien, fechada el 12 de febrero de 1917, y que sigue con precisión al original. En la tapa de ese cuaderno, Tolkien escribió el título del cuento y un comentario determinante: La Cabaña del Juego Perdido, que inicia [el] libro de los Cuentos Perdidos.
La presentación contiene el poema Tú y yo y la Cabaña del Juego Perdido, compuesto en abril de 1915, y la versión final titulada La Casita del Juego Perdido: Mar VanwaTyaliéva. Esta, posiblemente revisada durante la preparación de la colección de poemas conocidos como Las Aventuras de Tom Bombadil, publicada en 1962.
Recoge igualmente los tres textos del poema Kortirion entre los Árboles [dedicado a Warwick, lugar en el que Edith M. Tolkien (entonces Bratt, su apellido de soltera) vivía en esa época, (Carta nº 3, Cartas)], en el siguiente orden cronológico: el primer borrador, que data de noviembre de 1915 y que fue escrito durante la instrucción de Tolkien como fusilero de Lancashire (campamento de Rugeley, Sttatfordshire); la primera revisión importante, realizada en 1937, titulada de igual manera; y la versión final, compuesta según parece casi medio siglo después de la composición original, que se titula Los Árboles de Kortirion.
A decir verdad, en palabras de Christopher Tolkien, “… el hecho fundamental de esta concepción [Los Cuentos Perdidos] es que… Tol Eressëa se convertiría en Inglaterra”; y la existencia de un poema no reproducido en la edición, titulado La Isla Solitaria / Para Inglaterra, escrito en junio de 1916 en Étaples, Pas de Calais, que finalmente fue publicado en Leeds en 1924, parece corroborarlo.
Es interesante el inciso que, al final de su comentario, hace Christopher Tolkien sobre el uso de la palabra Gnomos, refiriéndose a la aproximación al concepto de ‘conocimiento’ —gnosis: del griego “γνώσις”, conocimiento— que el propio autor realizó implícitamente en el Apéndice F de El Señor de los Anillos y en la Carta nº 239; pero no comparto en absoluto lo que el hijo del autor define como “perversión de sentido” al final del mismo.
2.- La Música de los Ainur
Escrito en tinta entre 1918-1920, también en un cuaderno escolar, durante el tiempo en el que Tolkien trabajó en el Oxford Dictionary, está precedido de un texto denominado Eslabón entre la Cabaña del Juego Perdido y (Cuento 2) la Música de los Ainur, del que se conserva una versión en tinta sobre un borrador escrito a lápiz totalmente borrado. Este pasaje es de notable importancia por cuanto plantea la primera clasificación de los clanes élficos (en el comentario se explica su relación con la concepción de El Silmarillion publicado) y las primeras disquisiciones lingüísticas, destacando en este contexto (también dentro del comentario) la subsiguiente y categórica afirmación de Christopher Tolkien:
“…, el gnómico es sindarin, la lengua concreta que terminó por convertirse…, en la de los Elfos Grises de Beleriand”.
La Música de los Ainur es, desde el inicio, un texto firme y perfeccionado que se constituye como el primer mito cosmogónico identificable como tal en el proceso creador del autor.
3.- La Llegada de los Valar y la Construcción de Valinor
Este cuento, enlazado sin interrupciones con el anterior, probablemente fue escrito durante el mismo periodo (1918-1920). Está contenido en tres cuadernos separados escritos a tinta, sobre un texto original escrito a lápiz y borrado. En la cubierta del cuaderno que continúa la narración del cuento anterior, Tolkien escribió: “contiene también la Llegada de los Valar y empieza la Construcción de Valinor”.
Se lo considera el origen del Valaquenta y despliega la única descripción extensa del elemento feérico de la población del mundo y del que existen pocas referencias posteriores. En él se establecen las bases de la concepción cosmológica desarrollada más tarde en el Ambarkanta —la Forma del Mundo—.
La edición incluye el primer mapa o “mapa primitivo”, que pertenece originalmente al cuento titulado El Robo de Melkor y el Oscurecimiento de Valinor, y también el Mapa del Barco del Mundo, elaborado tempranamente pero sin fechar y que representa al Mundo (en sección) con la forma de un gran barco vikingo. Contiene, igualmente, el poema “Hablanan bajo las Estrellas” (Hablanan > Emman > Araman), de diciembre de 1915 o junio de 1916, en el que las ideas de trascendencia extraídas de la teología cristiana —Infierno, Purgatorio y Paraíso— están presentes explícitamente.
Al margen de la narración, Tolkien escribió al final del texto una lista de nombres entre los que sorprende la presencia de un hijo de Melkor —Kosomot— (Gothmog, en idioma goldogrin), si bien a estas alturas, ya se ha podido observar que en esta primera concepción se contempla con naturalidad la capacidad reproductora de los Valar.
4.- El Encadenamiento de Melkor
La existencia de un largo interludio no interrumpe, sin embargo, la continuidad narrativa pero adquiere entidad independiente. Esta circunstancia evidencia que originalmente fue escrito (también en tinta sobre lápiz) en la misma época que los anteriores; pero cobra especial importancia por la irrupción en la narrativa de Timpinen o Tinfang, personaje de efímera relevancia, inspirador de los poemas Tinfang Trino (Oxford, 1914) y Sobre Viejas Colinas y a lo Lejos (Staffordshire, 1915-1916). Ambos textos se encuentran reproducidos en sus versiones definitivas, fechadas en 1927.
El cuento, inicialmente más largo, debe su actual estructura publicada a una decisión editorial de Christopher Tolkien quien, en una nota inopinada, acredita la existencia de dos esquemas sobre el plan de la obra: el primero es un resumen de los cuentos tal y como fueron escritos, mientras que el segundo, nada más que un proyecto de revisión no desarrollado, convierte a Eriol en Ælfwine.
5.- La Llegada de los Elfos y la Construcción de Kôr
Desdoblado editorialmente del que antecede, debe su encabezamiento a la cubierta de la libreta que contiene el texto, en la que Tolkien también añadió la siguiente frase: Cómo los Elfos hicieron las Gemas. Es interesante la auténtica digresión que supone el interrogatorio de Manwë sobre la llegada de los Elfos (que, por supuesto, carecen de cualquier recuerdo previo al despertar), ya que es el único lugar de todo el conjunto de la obra en el que se aborda deliberadamente y de manera narrada esta argumentación.
Relacionado con la descripción de la ciudad de los Elfos en Valinor, la edición presenta el poema Kôr / En una Ciudad Perdida y Muerta. Originalmente escrito el 30 de abril de 1915, dos días después del ya mencionado Tú y yo… y de otro desconocido (Pies de Diablillo, también citado en el comentario del primer cuento) que fue deplorado prontamente por el autor (en 1917). Este poema —Kôr—, finalmente fue publicado en Leeds en 1923 con el título La Ciudad de los Dioses, con una ligerísima modificación.
Otro poema titulado Canto de Aryador, escrito en septiembre de 1915, explica el temor de los Hombres hacia el Pueblo de la Sombra —los Elfos Perdidos de Hisilomë— y tiene la singularidad de ser el instrumento en el que, por primera vez, se expone corregida la feminidad genérica del Sol en la mitología de Tolkien.
6.- El Robo de Melkor y el Oscurecimiento de Valinor
La ausencia de interrupción en la narración y el hecho de que también el encabezamiento haya sido tomado de la cubierta de la libreta que lo contiene, parece precisar que, al igual que los dos anteriores, fue escrito en el periodo comprendido entre 1918-1920. La narrativa despliega cierto aire fatalista y premonitorio, en el que se mezclan inadvertidamente las dos cuestiones que perturban el devenir trascendente de los Elfos: por un lado su pertenencia al Mundo (entendido como las Grandes Tierras) y por otro, esa misma significación dentro del contexto del “Gran Final”.
No pasa desapercibida la genealogía de Fëanor, ni el cambio de parecer del que, en cuanto a destino, es objeto el personaje. Complementariamente, es destacable la armonización que representa la referencia al Canto de la Luz, compuesto por Lirillo (el Vala Salman-Noldorin), del que lamentablemente no hay rastro a pesar de que se le cita nuevamente más adelante (en El Cuento de Gilfanon), y el anuncio de la entrada en el Mundo de los Hombres.
También es significativo el hecho de que, poco a poco, se vaya completando el “pantheon” necesario, primero con la aparición de los servidores de Melkor, que aquí son espíritus de Mandos, después con el atisbo de la adecuación de la misión de Sorontur y, principalmente, con la imponente presencia del espíritu primordial Moru —Ungweliant o Ungoliont (sic) la Araña—, y del daño que a este ser abominable y temible inflige una hoja producida en la forja de Aulë, bañada en miruvor (miruvórë ‘néctar, bebida de los Valar’).
7.- La Huída de los Noldoli
Nos encontramos de nuevo ante una construcción editorial. La narración no sólo continúa sin interrupción, sino que además finaliza de forma precisa con la frase “Y con estas palabras de Rúmil terminaba la historia del oscurecimiento de Valinor”, lo que nos sitúa en el cuento anterior. Esta oración cobrará importancia en la disposición de los cuentos.
Como aportación fundamental y a modo de añadido, el cuerpo narrativo incorpora el primer texto sobre La Matanza de Parientes (La Batalla de Kópas Alqalunten), escrito con posterioridad pero imposible de datar con exactitud.
Casi al final del cuento está recogida la que a mi juicio es, posiblemente, la frase más sombría y enigmática de todo el “legendarium” de Tolkien: —“Grande es la Caída de Gondolin”; en el contexto de las Profecías de Amnos (Morniento>Emnon>Amnos; más tarde, en la sucesión de los textos Amnon; en este caso como personaje en el cuento de La Caída de Gondolin).
8.- El Cuento del Sol y de la Luna
Se trata de un cuento de larga extensión, recortado editorialmente de acuerdo a una observación del autor. Escrito a tinta sobre un manuscrito a lápiz borrado (excepto casi al final, en donde la escritura original es a tinta), existe otro borrador también a lápiz en otro cuaderno. Introduce a un nuevo personaje, Gilfanon de Tavrobel, al que algunos han asimilado con el posterior sabio de Gondolin (Pengolodh surgió por primera vez en Los Primeros Anales de Valinor, obra escrita entre 1930 y 1935), y su aparición está íntimamente ligada a la cuestión del ordenamiento.
La inversión que presume el cambio en la idea de unos dioses egoístas, preocupados sólo por ellos mismos, hacia una toma de conciencia basada en el interés de todos los seres vivos, es el elemento fundamental en la concepción de los dos Astros. La fase de creación cosmológica se va así completando con los últimos mitos.
Paralelamente, se manifiesta la condicionante vinculación teológica de los Valar con el Mundo, cuestión inalterada en el desarrollo posterior de las leyendas. El cuento establece, una vez más, la enorme importancia mitológica de Ungweliant, cuya sola presencia en el sur determina el rumbo este-oeste del Sol y de la Luna.
Es interesante la aparición del viejo Elfo, Uolë Kúvion —el Hombre de la Luna—, protagonista del poema Por qué el Hombre de la Luna bajó demasiado pronto: una fantasía anglo-oriental, escrito en marzo de 1915. La versión reproducida se corresponde (casi sin modificaciones) con la publicada en Leeds en 1923, si bien en el Prefacio del Volumen 2 se aclara que contiene varios cambios posteriores. Resulta curioso como este poema, muy alterado, fue recogido mucho más tarde en la ya citada colección de Las Aventuras de Tom Bombadil (de 1962) con el título El Hombre de la Luna bajó demasiado pronto, asignándose su origen a la tradición de Gondor y sustituyéndose sus elementos geográficos ánglicos originales (Almain, Norfolk,…) por otros propios del Reino del Sur (Belfalas, Tirith Aear,…).
El problema sobre la organización de las narraciones antes apuntado, que tiene su origen en la redacción original de El Cuento de Tinúviel en 1917 y cuya conexión estaba prevista a continuación de La Huída de los Noldoli, fue resuelto por Tolkien con la reescritura del Interludio de Gilfanon al final de este último, articulándose con El Cuento del Sol y de la Luna. De esta manera se mantiene en la presentación editorial.
9.- El Ocultamiento de Valinor
Su evidente vinculación con el cuento anterior, determina con exactitud que procede del mismo periodo productivo, entre 1918 y 1920.
La acción de los dioses, además de importantes transformaciones geográficas, propicia el completo aislamiento del Reino Bendecido, hecho que se produce a pesar de la presciencia de Ulmo. Los Valar pierden la posibilidad de atacar a Melkor y con ello la “gloria” que la victoria les hubiera comportado. El desánimo que en Manwë provoca este suceso, se ve atemperado con la hechura de los caminos de Lórien y Oromë: el primero es Olórë Mallë —la Senda de los Sueños—, que “además de los Valar y los Elfos, ningún Hombre… ha visto nunca, salvo en los sueños del corazón en tiempos de juventud”, y el segundo es el Arco Iris —el Puente del Cielo—, “por el que cualquiera de los Valar de buen corazón puede ir al sitio que le place en las Grandes Tierras”.
El tránsito a Valinor se completa con Qalvanda —la Ruta de la Muerte—, que conduce a las estancias de Mandos a través de dos carriles: uno para los Elfos y otro para los Hombres. Esta curiosa concepción, que atribuye el paso por las estancias de Mandos de los Hombres tras la muerte, fue matizada posteriormente en El Silmarillion publicado (“Algunos dicen que también los Hombres van a las estancias de Mandos,…”), si bien, como se verá, permanece presente como parte necesaria en la narrativa de Los Cuentos Perdidos.
10.- El Cuento de Gilfanon: las Penurias de los Noldoli y la Llegada de la Humanidad
Este es un relato complicado y no terminado al que, a la dificultad que supone la irrupción de Gilfanon (que sustituye a un tal Ailios) en el cambio de marco para la narración de los cuentos de El Sol y la Luna y El Ocultamiento de Valinor antes comentada, se añade la brusca interrupción que supone “de facto” el abandono de la escritura de Los Cuentos Perdidos. Dicho esto, para comprender adecuadamente la composición editorial de la obra, hay que tener en cuenta que los principales cuentos publicados en el Volumen 2, esto es Tinúviel, Turambar, Gondolin y el Collar de los Enanos, habían sido escritos previamente, siendo revisados y reescritos (exceptuando el último) durante el mismo periodo (1918-1920).
Resulta interesante observar como en el cuento de La Llegada de los Elfos todos los que despertaron en Koivië-néni partieron tras Oromë y llegaron a Valinor, salvo los que se perdieron y erraron por Hisilomë, mientras que aquí se pone de manifiesto que “eran una mayoría los que no habían abandonado Palisor”, refiriéndose el texto reproducido a los Elfos Oscuros de Palisor —Hisildi o gente del anochecer (más tarde los Avari)—. En cualquier caso, se introduce como concepto el término Ilkorins para designar a los Elfos que nunca vieron la Luz de Kôr. Especialmente bella es la descripción de Murmenalda —el Valle de Sueño—, donde los Hombres esperaban su despertar, en la que se advierten inequívocamente las influencias de la mitología nórdica (Völuspá —La Profecía de la Vidente—).
A partir de la súbita suspensión de la redacción, Christopher Tolkien presenta, mediante un extenso ensayo basado en cuatro esbozos sucesivos a los que designa A, B, C y D (donde B y D son los planes esbozados de la obra antes comentados en El Encadenamiento de Melkor), la continuación de la narración, dividida en dos partes: el Despertar de los Hombres y la Historia de los Gnomos Exiliados. Lamentablemente, salvo algunas frases entrecomilladas, el editor no ofrece la transcripción de dichos escritos, limitándose a comentarlos.
En lo que respecta a la primera, cabe destacar la capacidad de Melkor para la cría de “monstruos, gigantes y ogros” —los Úvanimor—; la aparición de un sirviente de Melkor llamado Fúkil o Fangli (nombrado en C “hijo de Melkor”) capaz de pervertir a los Hombres (lo que implica que la corrupción de la Humanidad, sólo sugerida en El Silmarillion publicado, es un rasgo de la primera concepción de la mitología); y por último la Batalla de Palisor, librada por los Elfos Oscuros y por los Hombres (en alguna de las versiones también por Enanos), de la que no queda ningún rastro en escritos posteriores.
En cuanto a la segunda parte, es de relevancia el hecho de que, aunque con diferencias esenciales, queden subrayados todos los aspectos fundamentales de la estructura narrativa posterior de El Silmarillion publicado, como por ejemplo el encuentro con los Elfos Ilkorins (después Úmanyar), la muerte de Fëanor, la captura de Maidros (Maedros), la traición de los Hombres corrompidos por Melkor, la lealtad del pueblo de Úrin (Húrin)…
Es importante especificar que en estos esbozos se produce la primera aparición de los siete hijos de Fëanor y del Juramento, aunque curiosamente éste se realiza tras la partida de Valinor y después de la muerte del padre. También se observa, por primera vez en la edición, la presencia de un ejército de Balrogs en persecución de Turgon, que huía de la Batalla de las Lágrimas Innumerables (cronológicamente y a los efectos de la elaboración, como se verá más tarde, los Balrogs habrían desarrollado un relevante protagonismo en el primero de los cuentos escrito por J.R.R. Tolkien: La Caída de Gondolin). Igualmente, es de destacar el hecho de que la fundación de Gondolin, en esta concepción, se realizara después de la Batalla mencionada.
Conviene subrayar que, según opinión de Christopher Tolkien, “… los efectos de esta interrupción (refiriéndose al abandono de Los Cuentos Perdidos) no dejaron nunca de hacerse sentir a lo largo de toda la historia de El Silmarillion”.
Y aquí concluye nuestro repaso de la creación del Libro de los Cuentos Perdidos y de cómo se fue aunando hasta convertirse en otro ejemplar más (indispensable) del legendarium de J.R.R. Tolkien.