“El linaje de la Luna Negra” es una obra que nos cuenta varias historias: Por un lado, un médico y un conocido periodista de lo paranormal tratan de obtener información sobre ciertos fenómenos extraños, hasta que acaban por hallar a Emilio Anglesola, quien les cuenta la historia de los sucesos ocurridos en el palacio de la familia Desvalls en Barcelona en 1936. Abel Barros, es el médico, nos muestra una conexión con una obra anterior del autor, “Noches de Sal” (2011); y Juan José Tena, el famoso periodista. Ninguno de ellos es el verdadero protagonista. Sus pesquisas los conducirán hasta Eli, de Elisabeth, una joven que permanece secuestrada por un psicópata desde que era una niña. Por otro lado, tenemos a Dafne, una huérfana que es estudiante de Bellas Artes en Barcelona que padece de un cáncer bastante agresivo. En el comienzo de la novela le encargan un proyecto muy interesante para su carrera.
La obra está formada por dos tramas principales que van desarrollándose y avanzando por separado, con ligeros puntos de unión hasta que se reúnen en la resolución final. Se trata de un thriller con elementos sobrenaturales y de terror con base en la mitología judeo-cristiana. También está muy presente durante la narración la luna negra, con su simbolismo y significado como portal de entrada del mal a nuestro mundo. Además otros aspectos importantes en la obra, en mayor o menor medida, son los espejos, los grimorios y los ritos arcanos, laberintos, mitos clásicos como el de Eco y el de Narciso, corporaciones internacionales con oscuros intereses… A toda esta atmósfera tan opresiva contribuye el entorno fantástico del parque laberinto de Horta y el palacio de la familia Desvalls en Barcelona, que casi constituyen un personaje más de la narración porque los hechos más trascendentales de la novela se desarrollan allí.
“El linaje de la Luna Negra” cuenta con personajes interesantes. Abel y Juanjo no son los protagonistas, a pesar de lo que pudiera parecer al principio. La referencia o el guiño del autor a sus lectores con el personaje de Abel de “Noches de Sal”, hace que ya conozcas sus motivaciones y sus reacciones que le hacen tropezar dos veces con la misma piedra, por eso se brinda tan rápido a ayudar a Eli, para escapar o redimirse de su pasado en Valencia. Los personajes femeninos Eli y Dafne demuestran una gran resistencia. La lucha a la que se ven obligadas, a pesar de su juventud, teniendo que sacar la fuerza para lograr imponerse al terror y a la enfermedad para salir adelante. Ambas demuestran una progresiva evolución a medida que va transcurriendo la historia hasta conseguir superar sus dificultades y miedos.
La novela está contada a un ritmo trepidante que convierte en tarea complicada soltar el libro, con unas tramas ágiles y bien equilibradas entre ellas con un peso similar en el balance final.
Una lectura muy adictiva y entretenida con un comienzo muy intenso y que engancha desde el principio. En cada capítulo están sucediendo cosas que resultan importantes para la trama. El elemento fantástico se encuentra presente durante toda la historia, asomándose de una forma muy sutil, aunque impactante, por lo que esa presencia proporciona una sensación de agobio e inquietud que va intensificándose hasta el clímax del final.
También se nos habla sobre la culpa y sobre si el destino puede evitarse cuando tu familia ha sido marcada por una maldición, ¿o no? ¿Se puede escapar de la maldición de la luna negra? ¿Es posible huir de los pecados cometidos en el pasado?
David Mateo ahonda mucho más y con mayor detalle en la mitología que ya nos había presentado en “Noches de Sal”, aunque “El linaje de la Luna Negra” puede disfrutarse de forma autónoma, porque no se trata de una secuela directa.
En definitiva: una buena novela, bien construida, con personajes creíbles, un ritmo muy dinámico y una ambientación muy conseguida que hacen de esta obra una lectura perfecta para la Víspera de Todos los Santos.
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