Con estas palabras de Antón Chejov comienza “El más bello amor”, una antología en la que el romanticismo decimonónico exhibe sus cálidos colores. Publicada en febrero de 2017 por la editorial Siruela, en esta compilación diez reconocidos autores exponen su particular visión de ese misterioso sentimiento que aún hoy nadie ha conseguido comprender ni dominar.
Nombres como Émile Zola, Guy de Maupassant, Charles Baudelaire o Edgar Allan Poe destacan en este recopilatorio editado y prologado por Mauro Armiño.
Así, en sus páginas nos encontramos con la inflamada e hiriente pasión de “La muchacha de los ojos de oro” (Honoré de Balzac); con el amor más allá de la muerte en “Ligeia” (Poe), “La muerta enamorada” (Théophile Gautier) y “Vera” (Auguste Villiers de l’Isle-Adam); con la conquista más divertida e irónica de Don Juan en “El más bello amor de Don Juan”; así como con el deseo culpable y criminal en “Por una noche de amor” (Émile Zola), entre otros.
Si bien la calidad de todos los autores que componen la antología es indiscutible, exploran el romanticismo de formas muy dispares. La oscuridad, la presencia de la muerte y un ambiente opresivo que trata de jugar con la mente tanto de los protagonistas como de los lectores son las claves comunes de los tres relatos que a nivel personal más me gustaron: “Ligeia” (Poe), “La muerta enamorada” (Gautier) y “Vera” (Auguste Villiers de l’Isle-Adam). La genialidad de Edgar Allan Poe me es de sobra familiar, si bien no había tenido el placer de conocer a una de sus damas más arrebatadoras, lady Ligeia. Por su parte, Gautier me sorprendió gratamente con un relato vampírico a la más vieja usanza, mientras que l’Isle-Adam, aun utilizando el mismo tema que Poe, consigue hacerte creer en la continua presencia de la fallecida Vera.
Émile Zola explora, en “Por una noche de amor”, los límites que el ser humano es capaz de cruzar por una pasión obsesiva, y cómo la culpa es capaz de ensombrecer la promesa de poseer al ser amado.
También destaca “El más bello amor de Don Juan”, una irónica aproximación a la atracción más inocente, cuyo tono divertido se aparta de la tónica general de la antología, aportándole una distensión y ritmo necesarios.
Las páginas dedicadas a Baudelaire, Maupassant y Chéjov pasan sin llamar la atención, aunque sus relatos son correctos y entretenidos.
No podía dejar de mencionar, además, “La muchacha de los ojos de oro”, el único texto que me desagradó. Balzac no solo se dedica a describir la sociedad parisina de la época y sus clases sociales durante las primeras quince páginas ―lo que a modo de ensayo puede resultar de más o menos interés, pero a mi entender poco aporta al relato del enamoramiento de dos jóvenes de la misma clase―; si no que introduce elementos sin sentido, terminando la trama con un deus ex machina demasiado evidente. Por no hablar del odioso protagonista machista y del pesado estilo del autor. Mala elección por parte del editor, puesto que el primer relato casi me hace abandonar el libro.
También interesante resulta el valor divulgativo de la antología, cuyas páginas ilustran la interpretación que del amor se daba en la sociedad decimonónica, pudiendo compararlo con la literatura romántica actual. Así, nos encontramos con un gran número de flechazos, en el que el hombre queda prendado de una dama de gran belleza y delicadeza, y casi siempre de cuna noble; mientras que ellos pueden ser de variada procedencia y más o menos atractivos.
Un apunte curioso es el gran número de infidelidades y experiencias sexuales prematrimoniales que aparecen en “El más bello amor”, dando rienda suelta los autores al libertinaje tanto masculino como femenino sin excesivas culpas.
Por otra parte, la simbolización de las féminas con el pecado y su cosificación (mostrando a la mujer como tonta y enamoradiza, sin más aspiración que la de ser amada), también está presente en la recopilación.
Una recopilación que habla sobre el amor, pero que en ningún momento es capaz de crearlo, de hacérselo sentir al lector. Los autores juegan con el enamoramiento a primera vista o con un matrimonio de larga duración, contando en lugar de mostrar: sin conversaciones cómplices entre las parejas, coqueteos previos o hechos importantes que justifiquen el sentimiento de que une a los protagonistas. Un obstáculo que casi salvan Chéjov, Poe y l’Isle-Adam. Casi.
Lo que me lleva a reflexionar sobre el hecho de que todos los seleccionados sean hombres (¿acaso las escritoras son un invento del siglo XX, señor editor?). Intentar hacer una antología romántica sin contar con presencia femenina es buscar, consciente o inconscientemente, una visión sesgada de la literatura de este hermoso género. Me pregunto si algunas de las reconocidísimas autoras decimonónicas habrían podido evocar el verdadero amor en el lector. De lo que sí estoy segura es de que el resultado habría sido muy diferente.
En cuanto a los aspectos más técnicos, “El más bello amor” es, en general, de una prosa bastante pausada, para paladear poco a poco. Los autores se recrean en descripciones minuciosas, tanto de personajes como de lugares, a nivel psicológico y social. Recurso que logra una buena ambientación, aunque en ocasiones tanto detalle se haga pesado.
En definitiva, estamos ante una antología más que interesante, con relatos de gran calidad y en un formato muy cuidado por parte de Siruela. Sí, puede que no te haga sentir mariposas en el estómago, pero no deja de ser disfrutable, tierna e intensa en ocasiones, irónica y divertida en otras. Recomendada para los que disfruten de la literatura clásica y del romanticismo, para los que gusten de leer sin prisa, saboreando cada palabra, cada frase, arrellanados en el sofá con una taza de café al lado.
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