El leitmotiv de toda la novela que es ‘El Museo de la Rendición Incondicional’ (Impedimenta, 2022) se puede resumir en una frase de uno de sus personajes, una amistad de la voz narradora, cuando afirma:
“La vida no es sino un álbum de fotografías. (…) Lo que no está en el álbum nunca ha existido -dice mi amigo.” (pág. 49).
La vida de cualquier persona comienza, en cuanto persona, con la memoria. Antes de la capacidad de recordar poco más somos que seres orgánicos sintientes, autómatas bioquímicos esclavos del instinto.
Dubravka Ugrešić (Kutina, Croacia; 1947) lo sabe bien. No en vano, el grueso de su obra gira, precisamente, alrededor de este tema. Y lo hace desde una experiencia personal, la suya, marcada a fuego por el desmembramiento de la antigua Yugoslavia y las consecuencias, especialmente humanas, derivadas de aquel hecho. Consecuencias que podemos sintetizar, nos atrevemos a ello, en una sola palabra: exilio.
‘El Museo de la Rendición Incondicional’ es un camino psicológico entrañable, a veces duro, pero gratificante, que muestra bien a las claras la extraordinaria calidad literaria de Dubravka Ugrešić
Ugrešić nació en la antigua Yugoslavia y, con ello, nació dentro de un estado dedicado, con denodados esfuerzos, a vender una forma de vida como vida buena. Cuando el estado cayó, con él se derrumbó mucho más que una forma de gobierno, también lo hizo una forma de vivir… y puede que también una forma de pensar. A partir de aquí, lo que quedó fueron territorios segregados, canibalizados y construidos alrededor de la violencia y la fuerza. Una situación que desembocaría, poco tiempo después, en la conocida como Guerra de los Balcanes.
Este conflicto acabó por transformar las incertezas de la desaparición del estado yugoslavo, en nuevas certezas construidas, desgraciadamente, sobre fronteras políticas, culturales y sociales. Los vecinos de antaño se despertaron segregados en “buenos” y “malos”, en lados, en bandos… y todo esto marcó a fuego las nuevas relaciones sociales. Ugrešić vivió ese proceso y fue, en no pocas ocasiones, víctima de nuevos odios y desprecios.
Tono claramente melancólico
Esta experiencia se encuentra toda presente aquí, con un tono claramente melancólico porque, además del recuerdo de ese pasado positivo, está el sentido actual de la pérdida, además del aislamiento, de la alienación y el enajenamiento, de no sentirse parte de ningún sitio y de ser ajeno a cualquier otro lado que no sea ese “hogar” pasado que, además, nunca podrá volver.
El exilio es un sentimiento universal y personal, por eso no es único de Ugrešić. La novela se abre, claro, a otros exiliados y exiliadas que, como ella, comparten sus emociones y sentimientos, cada uno con su experiencia particular. De ahí el “museo” del título.
No hay vuelta atrás
Se trata no solo de una colección de recuerdos de la voz narradora, que también, sino de otras tantas personas que, como ella, viven lejos, tanto en un sentido espacial como en uno temporal, de sus hogares, de sus sitios felices, de esa “pertenencia” que a todos nos identifica y reconforta.
La imposibilidad de recuperar esos tiempos y lugares felices hacen que estas personas se signifiquen, metafóricamente, como en una situación de “rendición incondicional”, de impotencia, de imposibilidad. La pérdida se siente, y se sabe, definitiva y absoluta. No hay vuelta atrás. Tampoco oportunidad de volver a retomar en el futuro un statu quo remotamente similar al que fue alguna vez.
La estructura juega con lo fragmentario de la memoria
La estructura de la novela intenta jugar, justamente, con esta fragmentariedad de la memoria: de las imágenes, las escenas, las personas… a las que el tiempo ha ido modificando hasta el punto de que los recuerdos pueden disociarse notablemente respecto de lo que fue. La realidad del exiliado reconstruye borrando, pegando, modificando aquello que se vivió entonces.
Y, como uno nunca sabe cómo la memoria reconstruirá todo, evidentemente, el azar, o mejor dicho la casualidad, da forma psicológica a esta novela que, aparentemente caótica, alberga un orden emocional que se va definiendo a medida que se avanza.
Juego sentimental de reconstrucción
‘El Museo de la Rendición Incondicional’ (Impedimenta, 2022) es una novela que, mimetizando el texto al objetivo narrativo que alberga, nos propone un juego sentimental de reconstrucción de la memoria a partir de fragmentos. Como un álbum de fotografías desordenado, tanto la voz narradora como nosotros mismos tendremos que hacer un esfuerzo por encajar las piezas para dar voz emocional al exilio, a los exiliados.
Un camino psicológico entrañable, a veces duro, pero gratificante, que muestra bien a las claras la extraordinaria calidad literaria de Dubravka Ugrešić.