Resulta un poco extraño colocar una definición como «…el mejor libro de…» en el título de una reseña.
Y más cuando se trata de un autor como Joe Abercrombie (Lancaster,1974).
Y más cuando se trata de la novena entrega de una serie.
Pero, sin que sirva de precedente, «El problema de la paz» (Alianza Editorial, dentro de su sello Runas, 2021) es el mejor título de Joe Abercrombie hasta la fecha.
El libro central de su nueva trilogía sobre la Era de la locura que se cierne en el Círculo del Mundo, recoge con brillantez todos los elementos que ha ido construyendo y utilizando Abercrombie hasta la fecha para dar lugar a una lectura redonda (a expensas de lo que pueda pasar en la última entrega de la serie).
El argumento
A pesar de los reveses sufridos, no hay nada que se interponga en el camino de Savine dan Glokta, en el pasado la inversora más poderosa de Adua, cuando ha puesto su ambición en un objetivo. Para héroes como Leo dan Brock y Stour Ocaso la paz no es más que un inconveniente que debe remediarse cuanto antes. Pero primero hay que alimentar agravios y reunir aliados. Entre tanto, Rikke tiene que dominar el ojo largo… antes de que su poder acabe con ella. En todos los sectores de la sociedad anida el descontento. Los Rompedores aún acechan en la clandestinidad, tramando planes para llevar a cabo el Gran Cambio que por fin libere al pueblo, mientras los nobles descontentos tratan de aumentar su influencia y sus prebendas. Orso intenta hallar un camino seguro en el laberinto de cuchillos que es la política, pero sus deudas y sus enemigos no dejan de aumentar. Ninguna alianza, ninguna amistad, ninguna paz, dura para siempre.
Orso, Savine, Leo, Rikke y Stour vuelven a ser los pilares de la novela y los personajes encargados de esa nueva generación del Círculo del Mundo que se inició en «Un poco de odio». Un rey inexperto y que llega al cargo sin quererlo, una influente mujer de negocios, a la sombra de su padre y atormentada por lo vivido en el libro anterior, un guerrero de antaño, lleno de virtudes y defectos, la receptora de la poca magia que queda en el mundo, a caballo entre el mundo antiguo y el nuevo y el salvaje norteño obsesionado con la muerte y la guerra. Un amplio abanico de personajes, acompañados por unos riquísimos secundarios que amenazan continuamente con asaltar el puesto de personaje principal: Broad, Trébol y Vick.
Personajes aparte, el argumento de «El problema de la paz» arranca en el mismo punto en donde nos dejaba «Un poco de odio». Un débil periodo de paz recorre el Círculo del Mundo. Orso debe liderar la Unión, intentando unificar a los diferentes territorios después de los actos del libro anterior. Tarea nada fácil: los dos órganos de Gobierno, el Círculo Abierto y el Cerrado, ven la presencia de un joven rey como un momento oportuno para ampliar su influencia.
Leo sigue arrastrando las heridas de su lucha con Stour Ocaso y ahora ambos deben hacer frente a un periodo de paz obligado.
Savine ve como su influencia social y en los negocios decae mientras sufre las consecuencias de su episodio en las revueltas sociales de Valbeck y ciertas pérdidas amorosas. Rikke, por su parte, emprende una búsqueda para aliviar las terribles visiones que le trae su Ojo Largo y que comprometen su salud. Pero «El problema de la paz» no es un libro de personajes aislados: algo está cambiando en el mundo, con una revolución industrial incipiente y las revueltas sociales de los Quemadores y Rompedores. Un Gran Cambio que flota en el ambiente, un murmullo que va cobrando fuerza y que conecta todas las historias…
¿Para qué sirve la paz?
La paz es un periodo que sirve para poner el mundo en barbecho y preparar la siguiente batalla. Algo así debe de pasar por la mente de Joe Abercrombie. La cantidad de frentes abiertos, personajes y situaciones es importante. «El problema de la paz» se divide en tres partes, numeradas a continuación de las de «Un poco de odio». Una cuarta parte (primera de esta novela) que presenta las raíces del mundo en paz y refresca la situación de cada personaje en la mente del lector, sirve de puerta de entrada en el nuevo libro. La quinta parte sube de intensidad y la sexta… bueno, la sexta lo pone todo patas arriba.
Hablaba anteriormente de los personajes y «El problema de la paz» es un buen ejemplo para ver la forma en la que autores como Joe Abercrombie son capaces de ir sumando matices a cada uno de esos personajes, a pesar de los estereotipos y la cantidad de páginas. Cada personaje tiene un arco propio y muy pocos salen de él indemnes. Quizás Leo sea el más encasillado de todos, en su papel de aguerrido paladín tras lo justo y lo honrado, pero hasta él brilla cuando llegamos al final del libro. Rikke, Savine y Vicke son la parte femenina del libro y quizás sean las más beneficiadas. Tres personajes completos, con sus aciertos y errores, pero profundas y bien desarrolladas, sin caer en los recursos fáciles.
Joe Abercrombie: escritura y barro.
Después de nueve libros vagando por el Círculo del Mundo, Joe Abercrombie ha conseguido que «El problema de la paz» sea uno de los mejores y más equilibrados libros de la serie. 700 páginas llenas de ritmo y giros argumentales entre brillantes líneas de diálogo. Abercrombie ha refinado su estilo haciéndolo más directo, eliminando algunas fases recargadas que abundaban en sus trabajos anteriores. A pesar de su extensión, «El problema de la paz» va al grano, directa al meollo (que hay mucho y muy variado) , exprimiendo la riqueza de cada situación de las presentadas.
Joe Abercrombie perfecciona lo planteado en «Un poco de odio» y convierte a «El problema de la paz» en su mejor obra hasta la fecha, tanto por desarrollo y ritmo como por ambición.
Si ya has probado la literatura de Joe Abercrombie y no te ha convencido, poco habrá en «El problema de la paz» que te haga cambiar de opinión, pero para los lectores asiduos al barro, se percibe una evolución. Una culminación de un estilo y una época. Cabe destacar un par de capítulos corales, con un estilo de transición rápida de personajes en la sombra, que Abercrombie aprovecha para dar voz a los sufridores ocultos, al pueblo llano, a los secundarios entre los secundarios y ayudan a poner en contraposición varias de las ideas que hay en juego. No hay verdades absolutas, ni blanco ni negro. Todo depende de la óptica.
Abercrombie aprovecha, como ya hizo en «Un poco de odio», para trasladar algunas de las inquietudes actuales al entorno de su Era de la locura. Las diferencias de clases, los abusos laborales, revueltas sociales, el papel de la mujer en la sociedad, la inmigración, Brexit, el racismo, la ultraderecha, el control a través del dinero…, un amplio abanico de ideas muy bien tejidas al tapiz de la novela.
También aportar una visión de los bajos fondos de la guerra, despojada de cualquier tipo de glamour o épica, entre barro, miembros amputados, sangre y fluidos. No es el tiempo de la primera trilogía del Círculo del Mundo y la guerra se destapa como una forma antigua y poco efectiva de resolver los conflictos, un juego al que nadie quiere jugar, ninguna parte sale victoriosa y no aporta beneficio alguno. Y aún así, resulta imposible no vibrar con la lectura de esos hechos. Tal es la fuerza del autor.
En definitiva:
Cada generación comete sus pecados, sus errores, y «El problema de la paz» está llena de esos viejos problemas para nuevos personajes. Todo es igual y, a la vez, completamente distinto y bajo esa premisa llega el lucimiento del autor inglés. Joe Abercrombie perfecciona lo planteado en «Un poco de odio» y convierte a «El problema de la paz» en su mejor obra hasta la fecha, tanto por desarrollo y ritmo como por ambición.
La novela se toma su tiempo en cuidar y dar perspectiva a cada personaje, a cada conflicto, en capítulos más rápidos y ágiles a los que Abercrombie nos tiene acostumbrado pero sin perder un ápice de interés y personalidad. «El problema de la paz» es la piedra angular de la Era de la locura y consigue que todos los elementos se integren y cada giro funcione. Al igual que sucedía con la entrega anterior, no hace falta haberse leído la trilogía de La primera ley (aunque se pierden guiños, referencias a personajes y situaciones) pero para atacar «El problema de la paz» si que es obligado haberse leído «Un poco de odio».
La sólida edición de Alianza, en su sello Runas, ayuda al conjunto y brilla la traducción de Manu Viciano que no permite que se diluya la acidez y rotundidad de la obra de Abercrombie. En la web del traductor, además, podréis encontrar el excelente resumen que el propio Abercrombie hizo de «Un poco de odio» para refrescar situaciones perfectamente traducido al castellano, claro.
«El problema de la paz» es que no existe tal cosa: las mentes belicosas usan esa pausa para urdir y el libro refleja esa situación a la perfección. Traiciones, alianzas, rebeliones, crímenes y castigos; todos ellos al borde del conflicto final, bajo un ritmo trepidante lleno de giros.
Y, ¿al final?
Bueno, ese es otro problema. «El problema de la paz» es que se acaba, después de 700 excelentes páginas y aún te quedan ganas de más.
Y queda un año (más o menos) para «The wisdom of crowds» («La sabiduría de las masas»), última entrega de la Era de la locura, y el conjunto adquiere unos tintes cercanos a «Los miserables»…
La espera va a ser larga.
Habrá que hacer del corazón, piedra.