La idea de este especial es volver a los tiempos en los que Batman aún no se había retirado y proseguía su cruzada contra el crimen y contra su némesis el Joker, intentando entrenar a un airado joven llamado Jason Tood para que algún día lo sustituya.
Lo primero a resaltar de este cómic es que se acerca mucho más que DKIII al tono de las dos anteriores entregas de la saga. Romita imita tanto en composición como en estilo a Miller, acercándose a sus vibrantes y rotos trazos de Kick Ass. Mucha composición de muchas viñetas, mucho texto y crudeza en la violencia, vamos DK en toda su gloria.
Otro ejemplo del tono es la fuerte presencia de los medios de comunicación y los interminables debates contrapuestos de que estaban llenos las páginas de DK I. El motivo de la disputa no podría ser más lógico, la figura de Robín, a todas luces un niño y la idoneidad y modelo que Batman enseña al llevar a la lucha a un joven así, o el duro castigo que infringe a los criminales.
Los mejores momentos de este cómic para mí ocurren con Bruce y una cama. Aquí nuestro héroe es un dolorido y cansado luchador en una lucha que sabe que no tendrá fin pero que no quiere dejar, que se apoya en su fiel Alfred como bastón para seguir andando un día más y que tiene en Selina Kyle una confidente ante la que poder romper su armadura y ver los blandos cimientos que hay tras el murciélago, un hombre asustado de un futuro que no conoce, de seguir en una lucha que acabará con él y de un legado que no ha logrado terminar de forjar.
A continuación tenemos una secuencia de acción y persecución donde lo que toca es puro lucimiento de Romita, un torpe Batman ve como se complica una situación por su desgaste y por el excesivo entusiasmo de Jason, que ya demuestra ser mucho más violento y sanguinario incluso que la versión del universo DC tradicional, la escena del techo y el ladrón trasmite dolor sólo de contemplarla.
Mientras el Joker vuelve al hogar, Romita homenajea a Miller con una página de 12 viñetas en estructura de 3×4 tan sólo para intensificar como la locura del Joker puede derivar en el caos tan solo con hablar. Una secuencia de tres páginas con una media splash reforzando la figura de este pálido rey loco que demuestran que con tiempo y ganas Romita sigue siendo uno de los grandes.
A partir de aquí el cómic pasa a ser un caso de Batman en el que intervienen Hiedra Venenosa y Killer Croc. De nuevo se vuelve a incidir de dolorosa manera que Batman ya no es el que era, atentos a la cara de perplejidad de Waylon Jones diciendo “eso es todo” tras recibir un puñetazo de Batman. A la misma par Jason se ve como la gran alternativa violenta que le salva la capa a Bruce en hasta dos ocasiones dejando una estela de heridos a su camino.
El cómic cada vez se acelera más en su lectura, al mismo tiempo que parece en todo momento que la lucha contra Croc y Hiedra va a ser la última del duo dinámico, Joker tiene la mano ganadora y consigue un full para salir por la puerta grande de Arkham en medio del caos y las llamas de un incendio de locura que era inevitable desde el primer momento que volvió a poner un pie dentro.
Lo mejor es que cuando creemos que Bruce está acabado resurge esa cabezonería propia de la saga DK, puede que sea un saco de huesos y heridas pero si Batman por si solo no logra derribar a un villano encontrará al instrumento que lo haga por él. No va a pelear bonito ni se va a cuidar de lo que le pase a su rival sólo querrá hacerle daño y rápido, sea un enfermo con un problema cuataneo o una adoradora de las plantas. De nuevo Romita hace un trabajo formidable, su Croc da autentico pavor, con unas geniales proporciones, es uno de los mejores equilibrios que he visto entre hombre y reptil para con el personaje. Por su parte Hiedra es absolutamente arrebatadora y venenosa, está plasmada para ser la perdición de los incautos que se acerquen a esta sirena de Gotham, en una más que deudora actitud comportamiento propia de la Hiedra de Bruce Timm en la serie animada.
En definitiva lo que podría y es en muchos aspectos una gran obra de dos genios del cómic, termina con un final abrupto que no logra en absoluto su objetivo de sorprender y ser especialmente cruento o violento, con tan sólo unas páginas más, un buen cierre o epilogo este cómic habría sido magistral pero al final se queda como una macabra broma del Joker que se ríe de nuestras esperanzas.
El petirrojo ha muerto y las calles de esta Gotham ya no volverán a ser las mismas. Sólo espero que lo aprendido aquí haga que Romita al fin despegue en DC y brille en su nueva All Star Batman.