Hay títulos que han logrado tan notorio éxito que en ocasiones visitan múltiples plataformas para poder llegar a más público del que ya han conseguido. Lo vemos a diario en videojuegos como The Elder Scrolls: Skyrim o The Binding of Isaac. Son solo unos ejemplos y además sendos títulos son bastante reconocidos por los jugadores, pero hay otros, como este Elliot Quest, que quizás no tenga la misma fama que los anteriormente mencionados y que han hecho la jugada de aterrizar en más dispositivos de ocio electrónico, en este caso, Nintendo 3DS.
Tras su paso por PC y Wii U, el título ha desembarcado con un nuevo port a la consola tridimensional de Nintendo y en PlayStation 4. Nosotros vamos a hablar de la entrega más portátil, que es a la que hemos jugado para poder ofreceros este texto.
Si hay algo que está de moda en esta generación y que comenzó en la anterior, es traer de vuelta ese feeling retro traído virtualmente gracias al estilo pixelart. No solo eso, la dificultad en los juegos de este corte (y de algunos triple A) viene cogida de la mano junto con la estética anteriormente mencionada. Es decir, ahora tenemos juegos que ofrecen sensaciones antiguas tanto en el apartado visual como en el sonoro y que además emulan la dificultad que había antaño en propuestas similares. También es cierto que en su día los videojuegos nos parecían más difíciles por cosas tan nimias como el no poder guardar la partida, pero el caso de Elliot Quest no es ese, es difícil sin más.
Elliot Quest es un videojuego de acción y rol con una jugabilidad bastante metroidvania. Nuestro personaje se embarca en una peligrosa aventura con el único deseo de encontrar a su mujer, víctima de una maldición. Pero Elliot tampoco se ha quedado en tierra firme de rositas, no, él también fue maldecido con un hechizo que le va convirtiendo poco a poco en un ser demoníaco e inmune a la muerte. A partir de aquí comienza una carrera contrarreloj para evitar que a nuestro pixelado amigo le salgan cuernos, colmillos afilados y un tono de piel rojizo más propio de un guiri veraneando en Benidorm que de estar sentado en el sofá todo el día.
Nada más comenzar el juego puede impactar por dos razones. La primera es porque no hay tutorial alguno, ni tan siquiera explicación de los botones. La segunda, porque no hay un mísero texto ni ayuda que diga cuál es nuestra labor en el juego. Vamos a ciegas, sin conocer qué nos depara la aventura y ni tan siquiera saber qué cambia en las diferentes configuraciones de botones que nos dan a elegir en el menú principal. Como Daredevil en sus peores momentos.
Ataviados con una triste túnica blanca al más puro estilo Kid Icarus y con un arco más fino que un mondadientes de los chinos, se presenta ante nosotros el primer reto, intentar golpear al primer enemigo que tenemos delante nuestra, una rana saltarina y esquiva a la que que tardaremos en darle de lleno, a menos que consigamos dominar la parábola de nuestras flechas. Más o menos así es como os sentiréis durante toda la aventura. Es un juego difícil y lo queremos recalcar de nuevo. Una vez que le vas pillando el gusto al videojuego y a su sistema de fases, comprenderéis por qué Elliot Quest ha gustado tanto al público. Su mecánica metroidvania (de hecho, la presentación en pantalla del mapeado recuerda mucho a ambos también), sus saltos imposibles y su combate son puntos a favor para que repitamos, una y otra vez; «una pantalla más y lo dejo mamá».
Otra de sus bondades es la libre elección de a dónde deseamos ir. Una vez que llegamos al mapamundi, tenemos ante nosotros una vasta región totalmente explorable sin muro alguno. En ocasiones sabremos a dónde ir, en otras… ya sabéis. Existen templos, mazmorras, enemigos de final de pantalla, multitud de enemigos y trampas mortales, secretos a tutiplén. Además, el juego, muy amigo él, no hace mención alguna cuando necesitamos cierto tipo de habilidad para superar la fase o lograr un tesoro. Cuando ocurre esto, merece la pena explorar otras vías y zonas, subir de nivel, conseguir nuevas habilidades o rellenar la rama de talentos de Elliot gracias a la experiencia acumulada.
Si a su excesiva dificultad (sobre todo en el tramo final) le añadimos que el juego sigue contando con múltiples bugs, que también ocurrían en PC y Wii U, Elliot Quest tenía uno especialmente molesto y ya subsanado mediante actualización que hacía que la falta de memoria en Nintendo 3DS obligara a nuestro personaje a congelarse en el juego, echando por tierra cualquier estrategia que estuviéramos ejecutando en ese momento. O lo que es lo mismo, cuando os hagáis con el juego tener en cuenta de que es muy recomendable que lo actualicéis si no queréis sufrir este molesto error.
En la parte técnica vemos que Elliot Quest aprovecha muy bien la estética pixelart y que le queda como un guante. De hecho, su jugabilidad 2D con scroll lateral no podríamos visionarla de otra manera que apuntando a lo retro. No es una técnica que ofrezca muchos detalles a menos que el desarrollador así lo intente conseguir (por ejemplo, como The Last Night para PC y Xbox One) y en Elliot Quest pasa lo mismo. Son los píxeles justos para que nuestra imaginación haga el resto. Sin embargo los escenarios son bastante sorprendentes y llamativos, bastante bonitos por decirlo en un lenguaje coloquial más entendible.
La música es una maravilla, una banda sonora que consigue que las melodías se queden grabadas a fuego en nuestro cerebro y que las estemos tarareando día sí día también. Estas van desde las más tranquilas o melancólicas hasta otras con un tono más rockero. Todas ellas, como no, realizadas al más puro estilo 8-16 bits.
Conclusiones
Elliot Quest para Nintendo 3DS es un gran juego. Su ahora faceta portátil es genial para poder superar sus retos en cualquier momento. Lo tenemos a un tiro de bolsillo. ¿Nunca habéis estado en el trabajo o con los amigos ideando tácticas para superar una fase que os da siempre la tabarra y deseando llegar a casa para ponerla en práctica? Pues este es otro de los puntos a favor del título de Ansimuz Games, que esta pregunta os la haréis cada dos por tres, pero ahora, siendo tan portátil, es todo mucho más cómodo. En su contra tenemos una excesiva dificultad que puede no ser amiga de todo el mundo, incluso para los jugadores más expertos. No tiene una duración muy alta, pero lo compensa lo anteriormente citado. Tampoco es un videojuego que ofrezca muchas pistas al jugador, ni tan siquiera descripción de habilidades u objetos que vayamos recogiendo a lo largo de la aventura. Si os sirve de consuelo, existe un manual digital dentro del software de Elliot Quest accesible desde el menú principal de la consola, pero ya os decimos que no esperéis que os aclare muchas cosas.