Los titulares sobre la victoria de ‘The crown’ (Netflix), en la categotía de “drama”, y ‘Ted Lasso’ (Apple tv+), en la de “comedia”, ocultan varias realidades dignas de comentario.
La primera: estos titulares son (relativamente) falsos desde el momento en que la existencia de la categoría “miniseries” permite dejar fuera a productos de extraordinaria calidad, como ‘Mare of Easttown’ (HBO) o ‘Gambito de dama’ (Netflix). Ambos son dramas y ambos de calidad. ¿Porqué no compiten todos en esta categoría?, ¿es el número de capítulos un criterio suficiente para su exclusión?, ¿no debería ser coherente la categoría y, siendo un género (“drama”), considerar a todos los competidores en igualdad de condiciones?, ¿hasta cuando parece razonable considerar a una serie como “mini”, porqué doce y no diez u ocho o seis o tres?
La dudosa respuesta de la organización de los Emmy a todas estas preguntas ha permitido opacar la extraordinaria calidad y competitividad de ‘Gambito de dama’ y, especialmente, de ‘Mare of Easttown’, con respecto a la todopoderosa producción tras ‘The crown’.
¿Van los Emmys a sancionar negativamente a los productos derivados de otros que ya han triunfado en otros canales audiovisuales (el cine)?
El efecto secundario es que las grandes producciones, las inversiones de dinero y las apuestas por las superproducciones o las colaboraciones televisivas, pueden acabar opacando a los proyectos más modestos o, incluso, “de autor”. Si el número de capítulos es la clave, y si acceder a esa clave depende exclusivamente de cuánto dinero, ¿cuál es el sentido “artístico” y, por tanto, la justicia de los Emmys?
La segunda: como podéis ver, tanto las series que ocuparon los principales titulares como aquellas que debieran haberlos ocupado y no lo hicieron, son producciones de plataformas digitales y, especialmente, de tres: Netflix, HBO y Apple tv+. ¿Cuál es el futuro de la televisión generalista si esto continúa así? En España, además, es un modelo que cada vez parece más extendido y se acelera más rápido que en otros países: las grandes plataformas son los lugares de “estreno” de cada vez más producciones de ficción. ¿Nos queda poco para hablar de una muerte, de facto, de la televisión tal como la conocíamos?
Este superpoder de las grandes plataformas ha supuesto un especial toque de atención para las dos grandes naufragadas de la noche: Amazon Prime Video y Disney +. Ambas plataformas apuestan por un entretenimiento más masivo, orientado a grandes públicos y construido sobre productos o franquicias de éxito popular. Pero los Emmys no han querido apostar por sucedáneos, de forma que, todavía hoy, resuena el morrocotudo fracaso de ‘Wandavisión‘ (una de las mayores nominadas (23), pero que solo se llevó 2 premios).
El poder creciente de las plataformas digitales
¿Es esto un aviso a navegantes?, ¿van los Emmy a sancionar negativamente a los productos derivados de otros que ya han triunfado en otros canales audiovisuales (el cine)? Lo parece. ¿Debería ser así? Si un producto es de calidad y está bien hecho, ¿no debería premiarse igualmente a pesar de su origen derivado? El debate está servido.
Como veis, lejos de los grandes titulares, los Emmys dejan un panorama de dudas bastante abierto sobre el futuro: desde el poder creciente de las plataformas digitales y su influencia en el cambio de modelo de la industria, pasando por el sentido de sus categorías de premio y sus efectos en la industria, hasta llegar a la naturaleza del reconocimiento mismo de los premios.
Hay demasiadas incertezas y frentes abiertos. Los medios dedicados a lo audiovisual deberíamos estar aportando nuestro grano de arena y llamar a la reflexión, en vez de vender titulares fotocopiados y repetir los ecos de una industria en intenso cambio.
Sobre todo esto os llamamos a debatir y esperamos vuestras ideas en la caja de comentarios. ¿Hacia dónde va la ficción televisiva?