Aprovechando que Netflix ha estrenado la segunda temporada de ‘En la ciénaga’, os traemos una reseña rápida de las dos temporadas y os desgranamos, en pocas líneas, los numerosos motivos para verla si os gustan los ‘noir’ con fuerte carga sociohistórica. ¡Allá vamos!
1. ‘En la ciénaga’ es una producción polaca que, a partir de dos tramas ‘noir’ a modo de eje principal, se intentan reflejar distintos aspectos de la historia del país desde dos momentos clave de su historia contemporánea: antes (1ª temporada) y después (2ª temporada) de la caída del comunismo gobernante en el país.
2. La serie pone especial énfasis en la reproducción de las condiciones sociohistóricas. Esto hace que los ambientes, la caracterización de los personajes, los escenarios, las escenas urbanas… sean espacios muy cuidados en cuanto a la veracidad espaciotemporal se refiere. El enfoque de las dos temporadas nos deja una impresión: a pesar del paso del tiempo, el país vive en un decadentismo permanente dónde apenas hay una evolución real y perceptible. Ambas temporadas se separan más de una década entre sí sin que, a partir de esta caracterización, podamos percibir ese cambio “evolutivo” de las cosas.
‘En la ciénaga’ es una serie original en su enfoque, pero a la que las intenciones excesivamente ambiciosas acaban por convertir en un pastiche de discursos sociopolíticos críticos tan amplios como desdibujados
3. ‘En la ciénaga’ es también un retrato social crítico de la sociedad polaca. En este sentido, con el paso de las temporadas, las capas sociales y los ‘tipos sociales’ que tiene protagonismo en la serie van en aumento. De un clásico y reducido protagonismo de los periodistas, algunos políticos y, fundamentalmente, las clases bajas de la primera temporada. Pasamos a una bastante más ambiciosa segunda temporada dónde los temas y las capas sociales analizadas se amplían exponencialmente; con especial énfasis puesto en la crítica a la policía y a la ética de las grandes empresas.
4. La serie cuenta con personajes estereotipados, pero de fuerte personalidad. La forma de combinar la ambición sociohistórica con la crítica social es el uso de personajes que sean, a la vez, claramente reconocibles para el espectador pero que también sean capaces de sostener los distintos temas y tramas. Así, contamos con los periodistas fisgones, los policías incompetentes y sus respectivos negativos; los empresarios sin escrúpulos; los delincuentes crueles y sin límites; o los inocentes superados y utilizados abusivamente por un sistema político que, independientemente de su forma y color, sufren las peores consecuencias del cambio social.
5. Aquí se busca explorar “lo social” en un sentido extraordinariamente amplio tratando temas tan numerosos como heterogéneos. Encontramos críticas a la corrupción gubernativa, a la incompetencia policial, al abuso cruel e inhumano de las grandes empresas a partir de su influencia en la comunidad, al crimen rampante que vive en connivencia con el poder empresarial, a la moralidad pública intolerante con las etnias o los sexos o los comportamientos sexuales distintos al hombre blanco heterosexual (Anna Jass, la policía protagonista de la segunda temporada, es una policía gitana y lesbiana que enarbola casi en solitario este tema argumental), o la aporofobia respecto a aquellas personas que viven en barrios pobres y padecen situaciones y/o llevan vidas de mísera, entre otros muchos.
6. Esta heterogeneidad y diversidad en su ambición es lo que hace que, por momentos, la serie se pierda. De ahí que se nos tenga que llevar constantemente de la mano de vuelta desde otras tramas secundarias a la trama criminal principal, algo desdibujada, especialmente en la segunda temporada. Con todo, el caso principal, siempre tenebroso e inmerso en las cenagosas aguas del bosque -de ahí su título- posee siempre un interés e intensidad que aporta todo su interés a la serie.
7. El tono es pausado y la atmósfera es oscurísima. Los personajes están llenos de secretos, sus intenciones están poco claras, y los diálogos son escasos y áridos como la lija. Esto hace que los personajes sean poco agradecidos, algo buscado a propósito para endurecer la serie, para que el escaso placer aportado al espectador sea también un reflejo de aquello que la imagen busca representar: el de una sociedad dura y sin compasión también para sus habitantes. De ahí que la luz sea un aspecto crucial aquí y la sombra sea, prácticamente, la ambientación dominante (de forma especial en la primera temporada).
8. Es una serie profundamente atípica pues el retratosociohistórico es aquí el fondo y la trama criminal la superficie. Lo relevante está más allá del supuesto tema principal de la serie, lo que la hace algo muy distinto a la mayoría del ‘noirs’ al uso. Una originalidad que no debe pasarnos desapercibida.
Algo distinto para ver en las noches de verano de toque de queda.