En la reseña de “Aviones de juguete” hablábamos de lo entrañable del texto y de la nostalgia y cariño subyacente que podía apreciarse en él. Ahora sabremos el por qué.
Llega al punto de encuentro, tranquilo, luciendo una franca sonrisa. ¿Tenéis en mente la imagen del típico profesor de aspecto bonachón que daba las clases de una manera tal que ni os enterábais de que estábais absortos en sus exposiciones con la boca abierta aprendiendo de forma didáctica y agradable? Pues Adolfo Bernalte personificaría esa figura. Gesto sereno pero agradable, cercanía ante el interlocutor… “¿Me he retrasado mucho?” Se disculpa sinceramente ante un “retraso” de pocos minutos… Y, con una cercanía entrañable, nos concede su tiempo para esta pequeña entrevista.
Francisco Javier Illescas: Ante todo, muchísimas gracias por concedernos esta pequeña entrevista. Así que, sin más preámbulo: ¿Por qué “Aviones de juguete”? ¿Qué te llevó a escribir este libro?
Adolfo Bernalte: Porque siempre he tenido la certeza de que detrás de cualquier piloto hay un niño que jugó con esos pequeños aviones. Yo, desde luego, siempre he jugado con ellos, y ese fue uno de los factores que me llevaron a la profesión de instructor de vuelo. Además, de forma práctica, aquí no había nada publicado al respecto.
Francisco Javier Illescas: ¿Cuál ha sido tu objetivo principal a la hora de proyectar este libro?
Adolfo Bernalte: Hay muchos, pero… ¿El principal? Dar a conocer al público el fabuloso patrimonio juguetero que ha existido y existe en el país y que, como tantas otras cosas buenas que hemos tenido, es más conocido fuera de nuestras fronteras que dentro.
Francisco Javier Illescas: ¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de compilar la información? ¿Qué fue lo más duro?
Adolfo Bernalte: ¿Lo más difícil? La reunión del material gráfico, porque he tenido que solicitar muchos permisos a los coleccionistas y, además, la gente que quiere colaborar lo hace como buenamente puede, mandando las fotos que tiene o las que puede conseguir en el momento con los medios técnicos de los que dispone… Así que ha habido que retocar muchas fotos para adaptarlas a las necesidades del formato del libro. Y se trata de un esfuerzo que he de agradecer a mi suegra.
Lo más duro ha sido buscar y negociar cuando necesitabas una pieza determinada, y el dueño te la negaba. Recuerdo la búsqueda del modelo del Dornier Superwal, de Payá, que conseguí finalmente gracias a la colaboración de la Fundación Raquel Chaves. Fue muy, muy difícil.
Francisco Javier Illescas: Cuenta alguna anécdota que te haya ocurrido con respecto a la preparación de este libro.
Adolfo Bernalte: Pues hay una muy bonita, imagínate… Llego a lbi, buscando la Fundación del Museo Valenciano del Juguete, así, como te imaginas, en plan turista. Total, que entro en la Oficina de Turismo y pregunto… Y en cuanto supieron lo que quería hacer, me brindaron todo el cariño y apoyo que pudieron prestarme. Fue un bonito revulsivo, la verdad… Y es algo que no olvidaré. De hecho, en la introducción del libro indico que este apoyo es lo que te hace seguir hast terminar el proyecto.
Francisco Javier Illescas: ¿Qué has observado a través del feedback de quienes lo hemos leído?
Adolfo Bernalte: Distintas sensaciones que no podía esperarme: me ha llegado agradecimiento, a través de coleccionistas y amigos; me ha llegado curiosidad, gente que al leerlo se plantea dónde puede ver esos juguetes y por qué puede generar tanto interés… Pero entre todos me quedo con el interés y agradecimiento que me ha llegado de parte del señor de a pie de Ibi.
Y todo esto por un libro que está centrado únicamente en el avión… ¡Imagina si se hace en plan generalista con todos los juguetes!
Francisco Javier Illescas: ¿Cuál es tu próximo proyecto?¿Está relacionado con tu nuevo blog sobre sables españoles, Hoploteca?
Adolfo Bernalte: Bueno… Tengo muchos frentes abiertos ahora mismo. El proyecto del blog ha surgido al ver cierta web que ya conoces en la que figura una gran información sobre armamento extranjero, así que pensé… ¿Y por qué no nosotros? Y eso es lo que quiero intentar, el ofrecer una página de consulta que, ante todo e independientemente de las cuestiones técnicas, sea visual.
Francisco Javier Illescas: Como coleccionista: ¿Para cuándo un manual básico para el coleccionista de armas antiguas?
Adolfo Bernalte: ¡Qué buena pregunta y qué buen proyecto! Lo he pensado, de hecho recuerdo un viejo libro llamado “¿Es falso mi denario?”, de Carlos Traver. Aunque en este caso se aplica a la numismática romana, sería el modelo que me gustaría seguir: en él se explicaban claves para adquirir, coleccionar, catalogar… Y distinguir lo verdadero de lo falso. Debido a la gran cantidad de falsificaciones y copias de piezas originales lo pensé… Y, de hecho, lo empecé, pero está aparcado de momento. Para cuando tenga tiempo.
Francisco Javier Illescas: Dentro de tu experiencia como escritor, divulgador y catalogador: ¿Qué libro desearías hacer que no estuviese escrito?
Adolfo Bernalte: Difícil pregunta… Pero mira, querría escribir aquel libro que transmitiera el conocimiento, el saber necesario para no meter la pata a la hora de adquirir y poder ubicar temporalmente estas piezas históricas, de manera que el público pudiese conocerlas sin dificultad. De esa manera, por ejemplo, se podría mejorar sustancialmente la contextualización histórica de películas y documentales, puesto que me parece mejorable el poco cuidado cinematográfico que hay al respecto en comparación con obras producidas en otros países en las que se documenta hasta el arma más pequeña.
Me gustaría poder transmitir todo ese saber, esos matices.
Francisco Javier Illescas: ¿Eres un escritor autodidacta o tienes tus influencias? ¿Cuáles son?
Adolfo Bernalte: Totalmente autodidacta. Cuando me gusta algo, lo investigo hasta tener el bagaje suficiente como para poder escribir sobre ello con solvencia.
Francisco Javier Illescas: El Museo Naval, el Museo del Ejército, la colección del Duque del Infantado… ¿Tienes previsto, o prevés la oportunidad de volver a ese mundo que tan familiar te resulta?
Adolfo Bernalte: ¡Nunca lo he abandonado! Lo que pasa es que me muevo últimamente a nivel privado. Hay grandes colecciones privadas que no se conocen, entre ellas mi propia colección -de la que aún tengo cuestiones que investigar-, y muchos de esos coleccionistas necesitan saber qué es lo que tienen.
Ten en cuenta que no solo hablamos de adquisiciones, sino de gente que ha heredado la colección, personas que desean vender las piezas… Y sigue siendo trabajo de tasación y catalogación, como cualquier otra antigüedad.
Francisco Javier Illescas: ¿No se te ha pasado nunca por la cabeza el hacer una novela? ¿No temes que te encasillen en los textos técnicos y divulgativos?
Adolfo Bernalte: Bueno, hace tiempo empecé un relato novelado sobre el Camino de Santiago. Durante siete años lo hice con medios rudimentarios, ya sabes: en plan peregrino mochilero y tal. Y el vivir esa experiencia me llevó a escribirlo por transmitir lo que sentía, ya que descubrí que la meta no era Santiago, sino el Camino en sí. Empecé a reunir anécdotas, pero se quedó al final en dos o tres capítulos… No me veo aún lo suficientemente facultado para sacar la obra adelante. Prefiero divulgar.
Francisco Javier Illescas: Además, eres piloto. ¿Para cuándo una publicación sobre “ser piloto” o sobre el mundo de la aviación que tanto adoras?
Adolfo Bernalte: ¡Uy! Me encantaría ser capaz de escribir una obra al estilo de Saint Exupèry, combinando mis experiencias durante esos veinticinco años que acredito como instructor de vuelo con ese velo de ensoñación compilado en una novela. Hay mucho que condensar ahí, pero no lo descarto a largo plazo.
Francisco Javier Illescas: Por último: Véndenos “Aviones de juguete” en una sola frase, o en un párrafo cortito.
Adolfo Bernalte: Todo juguete tiene la magia en sí de serlo. Cuando se le une la posibilidad de volar (un deseo primigenio del hombre, por cierto), esa magia aumenta. ¿Quién no ha jugado nunca a ser un piloto, o a volar?
Y aquí termina la entrevista… ¿Qué digo entrevista? Fue un diálogo cercano en el que, sin darme cuenta, Adolfo Bernalte me sumergió en su propio entusiasmo, en un mundo mágico de historias abiertas. Un ir y venir de ricas anécdotas y ejemplos altamente ilustrativos que no he sido capaz de plasmar en esta entrevista… Y, según empezó esta pequeña crónica, acaba. Y he ahí al maestro, regresando para, sin duda, preparar nuevas obras divulgativas que harán –con seguridad- las delicias del lector.
Sin más, muchas gracias, Adolfo.