¿Y cómo? Pues ofreciendo lo que todo lector busca: entretenimiento barato, ligero, simple y bien dibujado. Acción y humor sin más propósito que entretener. ¿Qué más quieres? 48 paginitas a un pavo que promete diversión.
Nada de guiones pretenciosos, nada de novela gráfica, nada de experimentos: Rob Williams planteándonos una historia que bien podría ser el capítulo de una serie de televisión. ¿A qué me refiero con eso? Pensad en una serie tipo de Netflix o HBO: buena fotografía, buenas tomas, historias que enganchan… y es lo que vamos a encontrar aquí: un dibujo estupendo, de un autor clásico con amplio currículo, un guión bien hilado, aunque sea simple, guiños a la cultura popular (ese plano de Obama con el dedo acusador a lo Tío Sam regañando a Walller…). Es fácil empatizar con el contenido del cómic. También enlaza con el espíritu original de Escuadrón Suicida, que empezó siendo un grupo de operaciones encubiertas sin superpoderes, voluntarios militares: peleas, mamporros, toque fanfarrón y exagerado y, ante todo, humor, el que cabe esperar de tan heterogéneo grupo de villanos. Un ejemplar diseñado para descargar la mente del lector veterano.
La trama es la de siempre: una situación conflictiva, un nuevo recordatorio de los detalles sobre la formación del equipo, un vistazo al movimiento burocrático menester para hacerlo funcionar, y la típica misión a priori simple pero que se irá complicando.
Y, hablando del sentido del humor, recordad que el humor negro es como las piernas: o se tienen, o no se tienen, y son chistes muy irreverentes acompañados con momentos estelares como el punto en el que el escuadrón viaja al espacio… y se dan situaciones como aquella en la que Killer Croc se marea y vomita dentro de su casco, o ese otro en el que Harley no encuentra un entretenimiento mejor que jugar a un juego similar al Pokemon Go! en órbita sobre la Tierra.
Hablemos ahora del dibujo: Jim Lee es Jim Lee, sin más. Pero lo mejor de este cómic es que se ha conjuntado bien con Gary Frank, que se encarga de los escenarios de flashback. Hay diferencia, sí: Frank tiene un dibujo más serio y academicista que el clásico y vibrante al que nos tiene acostumbrados Lee, pero consiguen fundirlos muy bien, aunque sea por pertenecer a escenas diferentes. Pero logran lo más difícil: que tanto los planos como el curso de la acción transcurran de manera fluida y clara, sin sobresaltos y manteniendo el ritmo.
Además, nos obsequian con los distintos juegos de portadas que se postularon para este cómic, en el que encontramos primeras espadas como Amanda Conner (cómo no, estando Harley por medio), Lee Bermejo (espectacular), Greg Tocchini, Dale Keown, Jay Anacleto y Billy Tucci.
Como siempre, un buen arranque de serie no significa necesariamente que el ritmo se mantenga o que siga manteniendo la calidad que presagia, pero el resultado es suficiente como para darle una oportunidad a este grupo de antihéroes. Insisto: es una historia la mar de divertida, animada, trepidante y simple que, por un euro, supone una estupenda inversión para divertirte y entretenerte.