Un equipo de astrónomos, en el que están incluidos Ting Li y Alexander Ji, ambos de Carnegie, descubrieron una corriente estelar compuesta por los restos de un antiguo cúmulo globular que fue destruido por la gravedad de la Vía Láctea hace 2.000 millones de años, cuando las formas de vida más complejas de la Tierra eran organismos unicelulares. Este sorprendente hallazgo, publicado en la revista Nature, discute el conocimiento convencional sobre cómo se forman estos objetos celestes.
Imagine una esfera compuesta por un millón de estrellas unidas por la gravedad y orbitando un núcleo galáctico. Eso es un cúmulo globular. La Vía Láctea alberga a unos 150 cúmulos similares, que forman un halo tenue que envuelve nuestra galaxia. Pero el cúmulo globular que generó esta corriente estelar recién descubierta tenía un ciclo de vida que era muy diferente de los cúmulos globulares que vemos hoy.
«Para ésto se usa la arqueología estelar, para descubrir restos de algo antiguo, arrastrado por un fenómeno más reciente«, comenta Ji. Usando el Telescopio Anglo-Australiano, la corriente fue revelada por S5, la Colaboración de Estudio Espectroscópico de la Corriente Estelar del Sur. Dirigida por Li, la iniciativa apunta a mapear el movimiento y la química de las corrientes estelares en el hemisferio sur. En este estudio, la colaboración se centró en una corriente de estrellas en la constelación del Fénix.
«Los restos del cúmulo globular que componen la Corriente del Fénix fueron interrumpidos hace muchos miles de millones de años, pero afortunadamente retienen el recuerdo de su formación en el universo primitivo, que podemos leer de la composición química de sus estrellas«, asegura Li. El equipo midió la concentración de elementos más pesados, lo que los astrónomos llaman la “metalicidad” de una estrella.
La composición de una estrella refleja el de la nube de gas galáctico de la que nace. Las generaciones anteriores de estrellas sembraron por el universo material con elementos pesados que produjeron durante sus vidas, y según la cantidad de estos elementos pesados, se dice que las estrellas son más enriquecidas o metálicas. Por lo tanto, una estrella primitiva muy antigua casi no tendrá elementos pesados.
«Nos sorprendió mucho descubrir que la corriente de la constelación del Fénix es claramente diferente de todos los otros cúmulos globulares en la Vía Láctea«, comenta el autor principal Zhen Wan, de la Universidad de Sydney. «Aunque el cúmulo fue destruido hace miles de millones de años, todavía podemos afirmar que se formó en el universo primitivo«.
Debido a que otros cúmulos globulares conocidos están enriquecidos por la presencia de elementos pesados forjados por generaciones anteriores de estrellas, se teorizó que se requería una abundancia mínima de elementos más pesados para que se formara un cúmulo globular.
Pero la corriente de la constelación del Fénix está muy por debajo de esta metalicidad mínima pronosticada, lo que plantea un problema importante para las teorías que teníamos sobre cómo nacen los cúmulos globulares. «Una posible explicación es que esta corriente representa el último de su tipo, el remanente de una población de cúmulos globulares que nació en entornos radicalmente diferentes a los que vemos hoy«, especula Li.
Los investigadores propusieron que estos cúmulos globulares que ya no están con nosotros fueron agotados constantemente por las fuerzas gravitacionales de la Vía Láctea, que los hicieron pedazos. Los restos de otros cúmulos globulares antiguos también pueden vivir como corrientes débiles que aún se podrían detectar antes de que se disipen con el tiempo.
«Queda mucho trabajo teórico por hacer, y ahora hay muchas preguntas nuevas que debemos explorar sobre cómo se forman las galaxias y los cúmulos globulares«, concluye el coautor Geraint Lewis, también de la Universidad de Sydney.
Fuente: Nature.