En esta ocasión ha caído en mis manos “Evil War”, un volumen de la editorial Drakul encuadernado en rústica con solapas de 152 páginas a todo color. Veamos de qué va y qué planteamiento tiene:
La Tierra ha desaparecido hace ya 200 años. Los seres humanos más aptos –y algunos de los más poderosos a nivel social y económico, obviamente- han realizado lo que a la luz de esos 200 años de Historia se llama “La mudanza”, que es el nombre oficioso que se le da a la migración de los humanos al planeta Iahoon, el considerado como más habitable de todos los que estaban al alcance de las naves de transporte.
Y en esa situación estamos cuando vemos a Mayorick, un muchacho adolescente que se planta en “El último aliento”, que viene a ser el cuartel general del ejército humano, para ofrecerse a servir en él. El capitán Brave, el mando al cargo del puesto, da cuenta de la extraña habilidad del muchacho para detectar demonios infiltrados merced a una especie de sexto sentido, y lo empareja con dos de sus hombres más rudos y efectivos: el locuaz y bruto Dorton, y el oriental, técnico y lacónico Sun, que dejan buena prueba de su habilidad para acabar con estos demoníacos alienígenas.
Tras hacer pasar a Mayorick por una prueba un tanto traumática para asegurarse de que no es ningún demonio infiltrado, salen de patrulla –accidentada, a causa de combatientes independientes- hacia Ciudad Esperanza, la capital planetaria humana. Curiosamente, ese es el momento que elige el ejército demoníaco para lanzar una ofensiva contra ella. Como era de esperar, los tres militares se desempeñan a la perfección y descubren que la ciudad guarda a un muchacho dotado de grandes poderes.
Y, amigos lectores, digamos que hasta aquí puedo leer para no arriesgarme a fastidiar la historia. ¿Realmente están los humanos tan solos en su lucha contra los demonios? ¿Quién es ese enigmático niño y de dónde ha salido? ¿Cuál es el origen tanto de la procedencia de Mayerick, así como de su extraña motivación interna contra los demonios? ¿Hasta qué punto son eficaces las armas y la resistencia huma contra ellos? ¿Realmente están tan infiltrados en la sociedad humana? Habrás de leer el cómic para saberlo, amigo mío.
Así que bueno, estamos ante un cómic de acción de “buenos contra malos” muy correcto, en el que los autores consiguen que consigamos empatizar con todos los bandos gracias a la gama de grises del carácter de los distintos protagonistas, tanto los “buenos”, como los “malos”. Y todo aderezado con un entorno de ciencia-ficción muy interesante con unos pequeños toques a lo “Mad Max” y, quizás, alguna reminiscencia de “Dominion”, la serie de Televisión.
Sin embargo, no quedo demasiado satisfecho con el resultado del trabajo de Juan Alarcón. Diría que su estilo de dibujo gana más en blanco y negro que en color y que, posiblemente, sea mejor ilustrador que dibujante (o, quizá, el entintado desmerece el resultado inicial del lápiz). Desde luego, en su páginahe visto mejores trabajos que este que tengo entre manos, y diría que los escorzos de los personajes no los lleva demasiado bien y que la calidad varía mucho de una página a otra. Insisto: quizá la distorsión de los rasgos humanos (pongamos como ejemplo la cuarta viñeta de la página 26, o la última de la 27). Sin embargo, a medida que avanza la historia, se nota aumento en la calidad del trazo y el dibujo.
En cuanto al diseño de personajes, podemos decir que es una especie de cruce entre cómic americano de los 90 con toques manga. De hecho, la diablesa Satyria recuerda poderosamente a Witchblade, y el señor demonio Nimbroth parece sacado de “Berserk” o de los Power Rangers. Las escenas de acción (pongamos como ejemplo la de la página 15) beben también de la narrativa de acción nipona. No obstante, ese toque retro del dibujo y el diseño de los personajes ayuda a generar esa atmósfera de decadencia que nos ayuda a sumergirnos en la historia.
No dejemos de mencionar que esta historieta viene precedida de un bonito y concreto prólogo de Daniel Estorach, otro eminente guionista español, que define de manera sencilla pero exacta lo que estamos a punto de empezar a leer. Y cierra con ocho páginas de ilustraciones alegóricas a este cómic obra de artistas como David Buceta, Chemi Ríos Juan Aguilera, Álex Espert o Raquel Díez entre otros: dieciséis obras de arte que, seguro, llamarán vuestra atención.
No nos dejemos aparte el diseño de la portada: sencillo y efectista. Llama la atención.
En fin, un cómic interesante que nos presenta una historia de “bien contra mal” de una manera efectista y original, con personajes bien diseñados y un transcurso agradable. Pese a las limitaciones ya citadas, te lo leerás con gusto, y te gustará.
Dadle una oportunidad y colaboremos todos a que David Braña pueda seguir sacando adelante proyectos tan interesantes.