FAR: Changing Tides es la segunda aventura de la saga FAR. La primera de ellas se llamó Lone Sails, y ahora volvemos a las andadas gracias a Changing Tides. Como ya pudimos ver en su anterior entrega, se trata de un juego de puzzles y plataformeo en el que se suprimen los diálogos. Uno de los pioneros en esta modalidad fue Limbo, que impactó de una manera muy importante en su género. Los juegos de este estilo son reconocidos por su instantaneidad, ya que en apenas unos segundos estamos en el meollo de la aventura.
Sin presentaciones, sin diálogos
La magia de estos juegos es que podemos estar jugando al poco de presionar Start. Además del ya mencionado Limbo, otros juegos como Journey seguían utilizando esta configuración. Por supuesto que tenemos un menú, pero no es la típica barrera entre el inicio del juego y el comienzo de nuestra aventura. Este menú nos sirve como pausa, donde podremos elegir entre algunos ajustes, así como dirigirnos a un capítulo específico.
Entrando a la historia del juego, nuestro cometido es encontrar un barco en un mundo que aparentemente parece desolado. No será tan fácil como encontrarlo y partir, ya que tendremos que hacerlo funcionar con una buena puesta a punto. Una vez que lo consigamos, el barco se moverá por sí solo, aunque obviamente nuestros actos tendrán consecuencias en el movimiento. Las acciones de las que disponemos son saltar e interactuar, además de tener un botón para el zoom.
Tendremos que estar atentos a nuestra embarcación, así como al entorno que nos rodea. Accionar compuertas para poder pasar o zambullirnos en el agua para encontrar alternativas son algunas de las decisiones que tendremos que manejar. Además nos iremos topando con objetos útiles conforme vayamos avanzando, así que aunque hay pocas acciones que realizar, tendremos una buena variedad de decisiones.
Lo que cuenta es cómo llegas
La finalidad de FAR: Changing Tides no es llegar a tu destino, que también, pero no es lo importante. Aquí lo que prima es el viaje, cómo llegamos y qué acciones decidimos tomar, cuánto disfrutamos del camino. Aquí me gustaría volver a hacer hincapié en Journey, una delicia visual que seguro encandiló a muchos por su misteriosa belleza y capacidad de exploración; algo similar ocurre en Changing Tides. La finalidad es llegar, pero lo que disfrutemos el recorrido es lo verdaderamente importante.
La interacción entre personaje y nave es bastante buena, nos sentimos responsables del rumbo de la misma, y por lo general los controles responden bien y a tiempo. Es verdad que a veces es un poco extraño, pero son las menos. Tendremos que estar atentos al entorno, y quizás las personas más impacientes no disfruten tanto de las secciones de navegación más calmadas. En cierta parte esto es lo atrayente, la simple contemplación de la navegación, sin toma de decisiones ni acciones que completar.
Algunas de las acciones que podemos llevar a cabo son bastante sencillas, como alimentar la caldera u orientar las velas al sentido del viento. Otras son algo más rebuscadas, pero son lo suficientemente breves como para que no nos desesperemos (ejem, acaso no recordáis tiraros de los pelos jugando a Limbo o qué).
Una tensa calma
En FAR: Changing Tides tendremos bastante recorrido, y a pesar de comenzar en tensión por no saber con qué nos encontraremos, al final acabamos cediendo al automatismo. Una vez comprobamos que no existen peligros potenciales que acaben con nuestra aventura, automatizamos las acciones y, tardemos más o menos, conseguimos avanzar. Las secciones de navegación sin apenas interacción se disfrutan (al menos en mi caso) contemplando los paisajes, o simplemente el movimiento de la nave a través de las aguas.
Por lo general tenemos un sentimiento de paz, tranquilidad y calma que suele transmitir la navegación. Iba a generalizar con «zonas acuáticas», pero podríamos empezar a sacar ejemplos de juegos con secciones de agua que son un tremendo golpe en la cara, y no queremos eso. FAR: Changing Tides está bien medido, y dependiendo de lo raudo de nuestras acciones nos llevará una tarde más o menos larga, pero seguro que bien empleada.
Su apartado técnico es muy atrayente
Es una pena que no se hable tanto de estos juegos en comparación con otros que tienen más cabida entre el público. La manera que tiene de narrar su historia sin apenas detalles, la conexión que consigue entablar con el jugador y los cientos de detalles a captar, hacen de Changing Tides una aventura para enmarcar. Su paleta de colores es muy personal, teniendo muchos tonos de óxido, marinos y un buen juego de luces.
Los movimientos son acertados, el juego se ve fluido y no tenemos pega en cuestión de físicas. La navegación es buena, y la oscilación de las mareas en nuestra nave está bien medida, y esto es algo que podría haber sido malinterpretado fácilmente. La mayoría de embarcaciones de videojuegos parece que se encuentran en el centro de una tormenta perfecta, con oscilaciones típicas de las mayores superproducciones de Hollywood.
En cuanto a los escenarios no tenemos pega alguna, al igual que con sus detalles visuales. Quizás la transición entre el exterior e interior de la nave podrían ser algo menos bruscas, aunque no molesta en exceso. El apartado sonoro cumple con lo que se nos promete, una aventura en solitario donde estemos buscando encontrar cualquier ayuda, nuestro Wilson particular. El sentimiento de soledad es justo el que necesita, sin el agobio característico del fin del mundo más típico de apocalipsis o zombies.
Conclusión
FAR: Changing Tides es una segunda entrega que sube el listón en cuanto a su predecesor. La travesía se nos hace corta una vez conseguimos hacernos a la idea de las mecánicas, pero esto no es ningún problema. Sus puzzles y toma de decisiones están bien ajustadas, son naturales y no se sienten demasiado forzadas. La belleza del camino, el sentimiento de soledad y una banda sonora que acompaña a la perfección hacen de este viaje algo que nos gustará volver a repetir en algún momento.