Port Authority cuenta la historia de Paul, un joven que acaba de llegar a Nueva York, concretamente al barrio que da título a la película, esperando encontrarse con su hermana para que esta le acoja y le ayude a iniciar una nueva vida en la gran ciudad. Tras no dar ella señales de vida, observa a un grupo de bailarines callejeros entre los que hay una chica de la que se queda prendado. Más tarde, conoce a un tipo que le ofrece alojamiento en un albergue y un trabajo: entrar en una cuadrilla de desahucios que desaloja a inquilinos que no han pagado su alquiler. Más adelante, vuelve a coincidir por casualidad con la chica de antes y al iniciar una relación con ella, se adentra poco a poco en la escena de club queer y underground, con competiciones de break dance y bailarines divididos en categorías y hermandades que son a veces más familia que la impuesta por nacimiento. Paul empezará a llevar una doble vida y poco a poco irá creciendo un conflicto interior que podría convertirse en uno exterior y mucho más trágico, cuando ambas facetas de su vida amenacen con chocar de manera peligrosa.
Opinión
Port Authority es la primera película de su directora Danielle Lessovitz y producida nada menos que por Martin Scorsese. Lessovitz ha trabajado fundamentalmente como guionista para cortos y publicidad, así que el hecho de que su primer trabajo en la dirección sea un largo es todo un reto del que sale bastante airosa. Port Authority es una película que resulta fascinante, pero contiene en su interior una contradicción: la película habla de temas, ambientes y modos de vida tremendamente actuales que raramente llegan a un gran público y que son más bien ignorados por la cultura mainstream, pero lo hace de una manera totalmente clásica y formal, enmarcados en una historia de individuos procedentes de ambientes totalmente distintos que superan grandes dificultades y adversidades para conseguir estar juntos. Se echa de menos quizá más originalidad estética y narrativa, algo que suele darse en directores con temáticas afines, tales como Johnathan Cauette o John Cameron Mitchell, que no renuncian a combinar originalidad estética con mensajes reivindicativos. Pero esto no tiene por qué ser un punto negativo, es simplemente una apreciación personal. Esa formalidad estética y narrativa pueden hacerla también más accesible a un público más amplio.
Mención aparte merece el reparto. Junto al protagonista Fionn Whitehead (Dunkerque) o secundarios experimentados como Mcaul Lombardi (al que pudimos ver el año pasado en Patty Cakes), tenemos a la casi debutante Leina Bloom, actriz, modelo y bailarina transexual, que también ha participado en Fluidity, estrenada también este año y que realiza una notable interpretación en un personaje que podría ser perfectamente su alter ego; un talento emergente al que habrá que prestar mucha atención.
Port Authority es una película que deben ver quienes deseen conocer más profundamente el ambiente dance y de club en su faceta más underground y alternativa; un mundillo habitado por individuos marginales que construyen una sociedad al margen, con sus propios códigos, su propia estética y con principios fuertemente anclados en la solidaridad y la tolerancia a la diversidad de todo tipo.
por Hugo Mier