Ha llamado nuestra atención la colección de postales que se exhiben en Corao en el establecimiento de relojería de nuestro particular amigo don Roberto Miyar, labor ejecutada por su simpática hija la señorita Benjamina, que está demostrando alma artística de primer orden. La que se exhibe referente al “Raposín de Llerices”, es modelo acabado de perfección que revela el genio. Siga la inspirada joven por el camino emprendido, segura de cosechar triunfos en la difícil empresa en que revela tan excelentes aptitudes. (El Orden, año V, 1918).
Benjamina Miyar nació en 1888, de padre relojero y abuelo librero liberal en Madrid. Desde muy joven se dedica a ayudar a su padre en el taller de relojería de su pueblo, Corao, puesto que su madre, Manuela, había quedado ciega al poco de nacer Benjamina. Sin embargo, además de la relojería, que lleva con orgullo y técnica, Benjamina pronto se ve atraída por la fotografía, consiguiendo montar un taller en la casa familiar. Este taller, con escenarios y ornamentaciones varias, se convertirá en una referencia de la zona y, tras la muerte de los padres, en el medio de vida de Benjamina. Pero esta mujer, además de fotografiar por encargo a las gentes de su época y su pueblo en instantáneas que llegaron incluso a La Habana, además desarrolló su propio estilo estético y personal, dotando a las imágenes de una vida y una composición dignas de mención.
Su padre muere en 1935 y, aunque Benjamina siguió con su oficio, su carácter libre y el marxismo de su familia complicaron su existencia hasta el punto de ingresar varias veces en prisión y ser torturada por defender la República y acoger a milicianos que aún seguían luchando en el monte. Sus primas, Eloísa y Armida murieron de frío la Noc
hevieja de 1963, abandonadas, dos años después de la muerte de Benjamina. En Corao aún recuerdan que, durante la Guerra, Benjamina se quedaba en la puerta de la casa familiar para impedir que las tropas franquistas saqueasen el taller de relojería de su padre.
La historia de Benjamina Miyar termina con su muerte en 1961 y cuando tiempo después, la mayoría de los negativos de sus fotografías fueron arrojados al río y perdidos para siempre. Sin embargo, gracias a Celia Viada podemos conocer su trabajo de manera más específica. Un trabajo que fue recuperado poco a poco gracias a la Asociación Cultural Abamia, de Corao y que ahora se presenta en el FICX.
Se trata de un documental pausado, aunque no largo ni tedioso, donde conocemos la historia de Benjamina Miyar sobre todo a través de su obra, sus fotografías, que vienen acompañadas por apoyos gráficos como películas familiares de la época o recursos actuales grabados en el propio Corao. Es la propia Celia Viada la que nos narra poco a poco, sin que la voz sea el centro, la vida de Benjamina, que vemos pasar ante nosotros en imágenes estáticas pero con la propia vida que la fotógrafa sin duda le concedió. Me parece un acierto, puesto que la obra de Miyar es para degustar sin prisas y fijarse en todos los detalles con detenimiento; perfecto para una primera aproximación.
Cualquier persona con un mínimo interés en la fotografía, sin duda, paladeará este documental con placer, puesto que la desconocida Benjamina Miyar, además de tener una historia digna de ser contada, era una maestra a la hora de realizar retratos y dejar constancia de la sociedad rural asturiana de los años 20, incluso posteriormente.
Un título que me ha sorprendido por el respeto con el que Celia Viada trata la figura histórica y un ejercicio de memoria histórica de una mujer que debería ser recordada y que sin embargo, ha caído en el olvido de los perdedores. Un diez.
