Crítica de Hugo Mier Calleja

Anne es una abogada especializada en abuso y maltrato de menores. Vive con su marido Pierre, un acaudalado empresario en una gran chalet a las afueras de París y han adoptado a dos niñas chinas. Theo, el hijo adolescente de su marido y su primera mujer se muda con ellos y provocará una crisis al tener ciertos escarceos amorosos con Anne, lo que provocará un terremoto que podría destruir los cimientos del matrimonio y su entorno.
Catherine Breillat es una directora y escritora francesa poco convencional. Su cine gira en torno a la sexualidad, el género y las relaciones y fue la primera directora en incluir una escena de sexo real en una película comercial, titulada Romance y protagonizada por el actor porno Rocco Siffredi. En esta ocasión, Breillat construye la historia de un típico matrimonio burgués ya maduro, confrontado a la ruptura de un tabú: una relación madrastra/hijastro y además entre una mujer adulta y un menor.
Con una factura formal y alejada de estridencias pero efectiva, Breillat construye una historia tensa y emocionante: cuya temática parece heredera, casi continuista, de la Nouvelle vague, especialmente de Eric Rohmer y sus tribulaciones burguesas. Sin embargo, merced a el buen trabajo de los protagonistas (Léa Drucker, Samuel Kircher, Olivier Rabourdin) y un guion construido con pulso de thriller, crea una historia absorbente con personajes tridimensionales con los que es fácil empatizar, o al menos intentarlo.
En conclusión, El último verano es una película recomendable: absorbente, tensa y estimulante, con una directora que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo, con un guion bien construido y unos actores haciendo un trabajo excelente.

 

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