Crítica de Hugo Mier Calleja
La película sigue el periplo vital de una familia de titiriteros. El director y padre de los demás miembros está interpretado por Philippe Garrel, director de la película, y sus hijos están a su vez interpretados por su hijo y sus dos hijas. La madre de este personaje, que es la que fabrica las marionetas, completa a la familia y el reparto principal.
El drama irrumpe cuando el padre sufre un derrame cerebral en plena actuación y muere al poco tiempo. A partir de ahí se producirán una serie de acontecimientos que acelerarán la descomposición de la compañía, ya que al perder al padre que los mantenía unidos, cada uno irá buscando su propio camino. El hijo perseguirá su sueño de ser actor, mientras que el yerno se dedicara a su pasión: la pintura. Sólo las dos hijas tratarán de seguir adelante con la compañía, a costa de grandes dificultades. Esta película del FICX, Le grand chariot aspira a ser una gran historia familiar, pero al director le puede el ansia por crear un testamento fílmico. La historia tiene un aire melodramático y los personajes se antojan arquetípicos.
Aunque la película no es en absoluto aburrida, le falta cierto brío, cierta cualidad humana que le habría dado más interés y tridimernsionalidad a los personajes, lo cual habría repercutido positivamente en el desarrollo de la historia, pero no es así.
¿Se puede recomendar Le grand chariot? Desde luego: es una historia que atrapa el interés del espectador, pero más a la manera de los culebrones, y está lejos de la epopeya humana y familiar que seguramente pretendía construir su director.