Crítica de Hugo Mier Calleja

Palestina, 1938. Shoshana es una joven redactora de un periódico de Tel Aviv, vinculada al movimiento sionista moderado. Su difunto padre, judío ruso emigrado tras la revolución bolchevique, era un idealista que soñaba con una Palestina en la que judíos y árabes convivieran en paz y ella trata de mantener su legado en un entorno cada vez más radicalizado y polarizado. Por otro lado, tenemos a Thomas, agente de policía británico de carácter paciente y sosegado en una época en la que este territorio es aún una colonia
inglesa tras la desaparición del Imperio Otomano al finalizar la I Guerra Mundial. Ambos iniciarán una relación en un entorno hostil y cada vez más tenso y viciado, comprometida por las lealtades y las ideas de cada uno.

Opinión

Michael Winterbottom (Wonderland, 24 Hour Party People, Código 46) es un director británico con una dilatada experiencia que siempre se ha mantenido en las orillas del cine independiente. Veterano y experimentado, ha navegado por todos los géneros con una fortuna regular y algún éxito notable. Es un realizador al que no le ha temblado el pulso a al hora de experimentar y que ha sabido amoldarse a las exigencias de cada género que ha tocado. En este caso, opta por una estructura de thriller para reconstruir unos hechos reales que difícilmente hubieran podido ser mostrados de otra manera. La mano maestra del
realizador cocina previamente los elementos a fuego lento, recibiendo al espectador con una breve introducción en formato de documental que nos sitúa en los antecedentes históricos de una manera sucinta, y cuando estalla la acción, lo hace de una manera cruda y sin concesiones. Winterbottom opta por cargar el peso narrativo sobre la parte israelí del conflicto, pues esta es una historia sobre el nacimiento del estado de Israel, y argumenta que ya hizo un documental sobre los los palestinos en el que apenas aparecen judíos (11 Días de mayo).
Junto al montaje y al guion, otro de los puntos fuertes son las interpretaciones. La actriz rusa Irina Starshenbaum lidera un reparto que pivota sobre la triada protagonista, completada por Douglas Booth (Orgullo + Prejuicio + Zombis, El destimo de Júpiter) y Harry Melling (Harry Potter, Gambito de dama, La balada de Buster Scruggs) Este último interpreta a Geoffrey Morton, oficial de la policía británica que asciende a inspector y trata de mantener un férreo e imparcial control sobre la población de ambos bandos.
El guion es obra del propio del propio Winterbottom junto a Paul Viragh y Laura Coriat, colaboradora habitual del director y tiene una consistencia férrea, con una narración muy cuidada, atención a la construcción de los personajes y un aumento gradual de la tensión, que hace que las dos horas de duración se pasen en un suspiro, con unos personajes que se mueven en una escala moral de grises libre de maniqeuismos.
¿Se le puede achacar algún defecto entre tanta excelencia? Quizá únicamente una edición de sonido un tanto descuidada en algunos diálogos, que hace que suenen demasiado a grabación de estudio en escenas de exterior, un detalle realmente menor, pero la calidad de la película hace que resalte como un pequeño rayón en una carrocería impoluta.
La conclusión, por tanto, es que Shoshana de Michael Winterbottom, es una película absolutamente recomendable. Una obra maestra del director que tiene interés tanto como trepidante thriller histórico como por su valor documental y fidelidad a los hechos y que nos ayuda a comprender los orígenes de un conflicto candente y de constante actualidad.

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