por Hugo Mier Calleja
A White Day White Day, película a competición en la Sección Oficial del FICX,nos cuenta la historia de Ingimundur, un policía retirado en un remoto pueblo islandés. Su mujer murió hace dos años y él aún no lo ha asimilado. Mientras tanto, hace lo posible por seguir adelante con su vida: restaura una casa de campo sin tener claro si se quedará en ella o la venderá, sale de pesca con su simpática e inteligente nieta, alterna con amigos y familia, visita a sus antiguos compañeros de la comisaría, asiste a sesiones con su psicólogo, juega al fútbol… Pero la sombra de una sospecha crece poco a poco en su interior: la de que su mujer le engañaba con otro, un hombre más joven al que siempre mira de reojo en los partidos. La tensión irá creciendo en su interior hasta hacerse insoportable, desencadenando una situación que afectará a su seres queridos.
A White Day White Day es la historia de un hombre encerrado en un conflicto: la incapacidad de conciliar el recuerdo de amada esposa con la terrible sospecha de su infidelidad. La película se inicia con una cita anónima que advierte que en Islandía hay en ocasiones días blancos en los que el suelo resulta indistinguible del cielo. Cuando Ingimundur pierde la perspectiva, la línea del horizonte moral, las consecuencias pueden ser catatróficas.
Opinión
En su segundo largometraje, el director islandés Hlynur Palmason construye una historia que gira en torno a un hombre que ve cómo se trunca su proceso de duelo. En un principio, el espectador puede pensar que el protagonista simplemente se niega a aceptar su situación. Poco a poco, vamos entreviendo la lucha que se desarrolla en su interior. La información se transmite en las dosis adecuadas para generar una tensión creciente que, cuando estalla, transforma la película, pasando de un drama de cariz intimista a algo mucho más cercano a un thriller, sin por ello perder su personalidad ni traicionar sus esencias.
La magistral combinación de guión y montaje es una de las principales bazas de esta película. Otra son los actores: la película se apoya principalmente en el dúo de abuelo y nieta, ellos son indiscutiblemente el epicentro emocional y el contraste entre la seriedad taciturna de él y el chispeante entusiasmo e inocencia de ella. Son, sin duda, el combustible que alimenta el motor de la película.
La fotografía, que capta con sobriedad nórdica el impactante paisaje islandés, añade otra capa de calidad, consiguiendo, en conjunto, que las virtudes de la película pesen definitivamente sobre sus defectos.