La semilla del éxito
Desde sus humildes orígenes como pretendiente al trono de Dragon Quest hasta su situación actual como una de las sagas más longevas de los videojuegos, la ascensión de Final Fantasy ha sido fascinante. Tras haber sobrevivido a múltiples tropiezos, la saga continúa creciendo paso a paso. Quizá sea el momento de echar la mirada atrás y ver cómo han ido evolucionando los Final Fantasy, y a su vez, los videojuegos de fantasía por las distintas consolas que han tenido el privilegio de contarlo entre sus títulos.
Final Fantasy y NES: los primeros pasos
La revolucionaria serie de aventuras de Square inició sus andadas en 1987, cuando las consolas tenían más pinta de caja de zapatos que de otra cosa. La Nintendo Entertainment System (NES) ya había acogido al rompedor RPG Dragon Quest de Enix, pero aún no había pasado un año cuando Square lanzaba un desafío mucho más sofisticado. Este juego dejaba en ridículo el simple argumento de dos objetivos de Dragon Quest consistente en rescatar a una damisela y matar a un dragón, e introdujo una serie mucho más compleja de metas que contenían gran parte de lo que Dragon Quest representaba en su totalidad.
Pero Final Fantasy no tardaba en intensificarse hasta convertirse en una aventura mucho más diversa y absorbente en la que el jugador se hacía con el control de cuatro Guerreros de la Luz. Dichos guerreros viajaban atrás en el tiempo a fin de vencer una vil bestia y revivir un mundo que se autodestruía poco a poco.
El juego tenía una bonita historia que contar, que nos llevaba por la cueva Matouya, el castillo del Noroeste, el Volcán Gurgu y el Templo de Fieds Fiends, lugares por los que transcurría la historia y que nos deparaban muchas sorpresas y tesoros, además de infinidad de monstruos contra los que combatir, y dando origen a unos animales que nos acompañarán por toda la saga: los chocobos.
Final Fantasy II: gráficos que dejaron huella
Unos buenos gráficos y una banda sonora que dejó huella en los jugones que lo han disfrutado, permaneciendo a día de hoy en la memoria de muchos de ellos. Pero lo que gustaba del juego era precisamente lo enorme que resultaba, con sus grandes mundos, sus retos, sus peleas, sus magias y su gran línea argumental.
Teniendo ya un sistema de batalla eficaz e innovador Square se concentro mas en la historia para su secuela de 1988, Final Fantasy II.
Éste segundo Final Fantasy siguió fielmente los pasos marcados por su predecesor, es decir, salió a la venta para la consola NES y sólo se le vería el pelo por Japón. En Europa tuvimos que esperar muchos años hasta poder jugarlo.
En ésta segunda entrega, la Reina Hilda de Phin se ve abocada a encabezar un movimiento de resistencia para volver a ocupar el trono de su reino con la cuenta atrás del reloj puesta en marcha, mientras que para los jóvenes huérfanos que formaban nuestro equipo, Frionel, Maria, Guy y Lionheart, ésta era la última oportunidad de liberar a su mundo.
Hacia finales de los 80 la vida comercial de la maquina NES de 8 bits tenía las horas contadas y la mayor atención estaba ya puesta en la bestia de 16 bits que Nintendo tenia planeada. Eso no impidió que Square enterrara el actual sistema con algo épico y Final Fantasy III (1990) supuso un espectacular salto adelante en términos de gráficos y sonido. El juego alardeaba asimismo de un nuevo sistema multiclase por el que los jugadores podían cambiar la clase mediante el sistema de los oficios. Esto significaba que un guerrero podía convertirse en mago con solo adquirir suficientes puntos de clase usando sus habilidades como correspondía. El juego fue un éxito absoluto en Japón, pero por desgracia nunca vio la luz en otro territorio.
Creciendo en Super Nintendo
Con una amplia base de usuarios de SNES establecida ya en su Japón natal y extendiéndose rápidamente por los EE.UU., Final Fantasy IV (1991) fue publicado en medio de una enorme expectación a la que no defraudó. Resultó ser un importante punto de inflexión para la serie, con la introducción del sistema de batalla en tiempo activo que se convertía en el sostén principal de los futuros juegos de Square.
Dicho sistema inyectó una mayor sensación de urgencia y emoción a las batallas, ya que los miembros del grupo y los adversarios se enzarzaban en una lucha de forma simultánea, con lo cual las tareas de curación e invocación de los conjuros tenían que realizarse a la fuerza mediante un movimiento, en vez de ser un lujo que podías permitirte en un tiempo muerto.
Estas mejoras en la jugabilidad y la potencia añadida de los procesadores de 16 bits hicieron que FF4 fuera el primer juego que realmente encandilara a los jugones con sus alucinantes gráficos y su chispeante sonido. En Japón vendió millones de unidades pero por aquel entonces aun no se consideraba a Europa como un mercado serio en el campo de los videojuegos y nos perdimos algunos clásicos de la serie.
La aparición de Mystic Quest
Aun así Square seguía teniendo la intención de conquistar América y cuando se sumaron las cifras de ventas de Final Fantasy IV se descubrió que los juegos nipones se vendían mas que sus equivalentes yanquis en una proporción de 10 a 1. Se imponían medidas drásticas… Y así nació Final Fantasy Mystic Quest (1992) una solución peor encaminada de lo que hubiera cabido esperar. Diseñado en exclusiva para el mercado Norteamericano, la idea que se escondía tras Mystic Quest era aumentar el número de fieles a los RPG introduciendo un sistema simplificado a bajo precio con el que atraer al género a numerosos jugones ocasionales.
Los norteamericanos, confiados ellos, jugarían a Mystic Quest, les gustaría lo que verían y pasarían a la serie FF propiamente dicha. Y todos tan contentos. Bueno pues… la cosa no fue así. Los americanos que habían jugado a Final Fantasy IV esperaban algo más grande, mejor y absorbente. Lo que obtuvieron fue un RPG desprovisto de una caracterización emotiva, mundos originales o la excitación de unas batallas épicas: algo empobrecido y del montón a lo que sencillamente no era divertido jugar.
Esperanzas en Final Fantasy V
Pero seguro que Final Fantasy V (1992) restablecería la fe de los americanos en la franquicia ¿no?. Pues al parecer no. Cuando se promocionó el juego hubo un nuevo pique entre Square y Nintendo por el viejo tema del tamaño de los cartuchos. Sin embargo, el equipo de desarrollo japonés no estaba disponible para ayudar en el proceso a causa de unas merecidas vacaciones y otros proyectos más apremiantes.
Aunque a la postre los occidentales no se llegaron a perder FF5, el hecho de que no pudieran disfrutarlo allá en el 92 fue una verdadera lástima ya que hacía gala de muchas características muy adelantadas para su época, entre ellas el depurado sistema de oficios con el que a cada personaje se le podían asignar una de las 22 posibles clases desde las funciones tradicionales de caballero mago y ladrón a los roles más radicales de adiestrador de animales y bailarín. Cada clase de personaje poseía ciertas habilidades (el ninja blandía dos espadas) y si cruzabas, por ejemplo, un caballero con un ninja podías crear un caballero que empuñara dos espadas. Las posibilidades en combate eran enormes. También podías usar los chocobos, como en toda la saga Final Fantasy.
Fue este sistema de combinaciones lo que ganó para FF5 las simpatías de los entusiastas acérrimos que han permanecido con la serie hasta la actualidad, gracias a su nivel de flexibilidad y personalización. Viendo el efecto que el juego tuvo en el público nipón. Squaresoft of América intento resucitar FF5 en 1995 como Final Fantasy Extreme. Para no variar, estos planes se fueron pronto al garete cuando Square sufrió un colosal programa de reestructuración en 1996.
Un cambio de rumbo
Como resultado se cerraron cientos de sectores y el núcleo de Square paso de desarrollar para Nintendo a hacerlo para Sony. Más tarde se fundaron Square LA y Square Honolulu, siendo esta última división más conocida por haber producido Final Fantasy: La Fuerza Interior, el derivado cinematográfico realizado al 100% con gráficos informatizados que arrasó en las taquillas del mundo entero (no tantas como se esperaba pero… bueno). FF Extreme quedó en agua de borrajas al tocar a su fin la era de los juegos en 16 bits de forma un tanto prematura con la llegada de PlayStation.
Pero antes de que la SNES desapareciera por completo Square tuvo tiempo suficiente para preparar su traca final con Nintendo e en forma de Final Fantasy VI (1994). Por fin Square cosecho los resultados que tanto había ansiado. El mercado yanqui se arrodilló y se puso a rendir culto sin reservas en el templo de FF.
Pronto se convirtió en el RPG de mayor éxito hasta la fecha en EE.UU. y resultó tan atractivo para los adeptos de siempre como para los recién llegados. Y con razón, los gráficos eran lo mejor que se había visto en un entorno 2D. Y la banda sonora era para morirse. En cuanto a la jugabilidad, la nueva posibilidad de equipar a los héroes con 2 accesorios propició que se pudieran crear juiciosas combinaciones y poderosos guerreros, otorgando a los jugones una mayor sensación de orgullo.
El mundo coincidía en adorar a Final Fantasy, pero pocos imaginaban lo que aún estaba por venir.